En efecto, tras la destitución del exintendente de Ciudad del Este Miguel Prieto (Yo Creo) luego de la intervención realizada en el lugar, y el llamado a elecciones para nombrar al sustituto, comenzó la frenética campaña electoral para elegir al nuevo intendente. Los colorados cartistas eligieron a Roberto González Vaesken para pugnar por la intendencia y este, a la vieja usanza de la politiquería criolla, demostrando a propios y extraños que está supercalificado para ocupar el cargo, no encontró mejor forma de corroborarlo que apelando a la vieja fórmula de ofrecer 1.500 cargos a los seccionaleros colorados que lo apoyen.
Es decir que los pobladores de Ciudad del Este ya saben así que, de salir triunfante este candidato, con sus impuestos, pagarán el salario de al menos 1.500 seccionaleros y su clientela solo por votar por el candidato colorado. La idoneidad, capacidad, conocimientos, preparación, honestidad, aparentemente no serán tenidos en cuenta por González Vaesken. Solo importa el hecho de ser colorado cartista. Con eso sería suficiente!!!
Esa es la consigna implantada por el presidente Santiago Peña en uno de sus primeros discursos cuando recién empezaba a tomarle el “gusto al poder”, menospreciando la meritocracia y el esfuerzo de compatriotas a quienes llama “guapitos”, advirtiendo que los títulos no sirven de nada y que al Gobierno actual solo le importa quienes –puede entenderse– hagan hurras al coloradismo.
El precandidato esteño remarcó: “En política hay que ser grato si uno quiere continuar y, por supuesto, que voy a ser grato con la gente que me lleva a ser intendente”. A confesión de parte, relevo de pruebas, nada más que agregar.
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En realidad, no sorprende nada de lo que manifestó el candidato cartista, pues siempre esa fue la forma de conseguir adhesión y votos. Regalar cargos públicos y prometer buenas remuneraciones a cambio de votos está en el ADN de los colorados.
El clientelismo sigue estando a la orden del día para ganar elecciones. González Vaesken lo sabe perfectamente pues ya fue gobernador de Alto Paraná (2018-2023) y su gobierno estuvo signado por denuncias de corrupción. Según la CGR, el entonces gobernador, entre otras cosas, habría ocasionado un perjuicio patrimonial de alrededor de 688 millones de guaraníes en el rubro de, nada más y nada menos, almuerzo escolar, situación que fue denunciada ante el Ministerio Público. Pero, eso no amilana a los colorados cartistas a la hora de elegir candidato!!!
Lo paradójico del esquema clientelar es que se cumple la famosa frase “el muerto se asusta del degollado”, a juzgar por las expresiones de la senadora y expresidenta del Partido Colorado Lilian Samaniego, quien hoy pugna por un tercer espacio dentro de la ANR con miras a las próximas elecciones, quien había mencionado que la dirigencia de su partido “ofrece sometimiento de sus correligionarios”, lo cual se demuestra con la repartija de cargos prometida por González Vaesken. Estos “favores” son los que siguen manteniendo en el poder a la ANR por tantas décadas, con diferentes actores, con peleas y reconciliaciones, pero con los mismos vicios.
Lo que antes era disfrazado tras las formas de un discurso “políticamente correcto”, hoy ya no tiene empachos ni respeta las apariencias. La frase de un viejo tango resuena cada vez con más fuerza en Paraguay, “los inmorales nos han igualado”, al punto de que hasta entre correligionarios se asombran de los discursos que, como los de González Vaesken, son la prueba palpable de que el clientelismo político y la paga de favores a costa de los impuestos de los contribuyentes forman parte del esquema de poder.
Está visto así que, para el cartismo, “no hay aplazados, ni escalafón”, y, como lo diera a entender Santiago Peña, los cargos en el Estado son para quienes tienen el pañuelo atado al cuello con pasión. Y, evidentemente, así también lo entiende González Vaesken, un dato clave que los esteños deben tener presente si no quieren que su Municipalidad se llene de parásitos a ser mantenidos con sus impuestos, como ocurre en la capital del país.