La red vial del país, que consta de unos 78.000 kilómetros de rutas y caminos, de los cuales solo unos 10.300 están pavimentados, necesita ser ampliada y, sobre todo, mantenida en buenas condiciones, dado su lamentable deterioro. Como es obvio, la mayor responsabilidad recae aquí sobre el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). En el Chaco y previa concesión ministerial, la tarea de mejorar y conservar los tramos de rutas y caminos no pavimentados compete a los tres gobiernos departamentales, los que a su vez pueden celebrar acuerdos con las comisiones vecinales reconocidas por las municipalidades afectadas.
Y bien, el año anterior, dicho Ministerio destinó el 93% de los 173.000 millones de guaraníes recaudados de los peajes a, entre otras cosas, el pago de salarios, de seguros médicos privados, de pasajes y de viáticos para unos 3.500 funcionarios y contratados, entre los cuales figuran más abogados que ingenieros civiles. Si lo ingresado termina –lícita o ilícitamente– sobre todo en los bolsillos del personal clientelístico, en gran medida superfluo, no es mucho lo que resta para extender y mejorar las rutas y los caminos. De esta forma, la administración se atiende a sí misma, en primer lugar. En verdad, no es mucho lo que el MOPC puede hacer con lo remanente para mejorar y conservar la infraestructura vial; de hecho, el desempeño de la ministra Claudia Centurión no sobresale por su eficiencia, tanto que, en materia vial, Santiago Peña no ha hecho más que inaugurar obras heredadas del anterior Gobierno –lo cual no es cuestionable–, como la Avenida Costanera Sur y el Puente Héroes del Chaco. Es incomprensible, por ejemplo, que la ruta PY01, que conecta a nuestra ciudad capital con la nueva meca turística nacional e importante polo económico, Encarnación, se encuentre en tan pésimas condiciones, según las crecientes quejas de los usuarios.
Por cierto, el hecho de que el MOPC haya dejado de publicar los montos de su ejecución presupuestaria, sería atribuible a que resulta muy baja, es decir, a que no está dispuesto a evidenciar su ineptitud por escrito. Valgan también como recientes ejemplos de esta deplorable circunstancia, denunciada una y otra vez por la ciudadanía: el desastroso estado de la ruta PY22 en el tramo Concepción-Vallemí; el notable deterioro de la ruta PY01, en el tramo Ypané-Quiindy, a solo siete meses de haber sido recapada; la excesiva demora en la adjudicación de los contratos para reparar caminos que vinculen a Bahía Negra y Fuerte Olimpo con la Ruta Bioceánica, y la reiteración del reclamo de los pobladores de General Elizardo Aquino (San Pedro), que data de 2016, en el sentido de que se asfalten 40 kilómetros de terraplén.
Este último caso ilustra que las graves fallas del MOPC no empezaron con el actual Gobierno, algo que también se desprende de un fallo judicial que hace un mes le ordenó indemnizar con 900 millones de guaraníes, más intereses, a los padres de un adolescente que falleció en un accidente de tránsito causado en 2019 por un bache de la ruta PY01: los contribuyentes cargarán con las consecuencias económicas de la desidia o la ineficiencia ministerial.
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Es comprensible que los conductores de vehículos se quejen del peaje, dado que lo recaudado no sirve para su objeto, sino –repetimos– más bien para arrancarles un dinero que vuelcan en “servicios personales” antes que en inversiones físicas. La gente pagaría con gusto si los resultados fueran muy distintos, es decir, si en el MOPC hubiera la aptitud y la honestidad indispensables para tener una red vial de mucha mejor calidad, que impida el aislamiento de numerosas comunidades.
Habrá que ver si en la segunda mitad del periodo gubernativo surge algún cambio en lo que atañe a unas cualidades en el ejercicio de la función pública, cuya falta o insuficiencia puede tener resultados mortales en unas rutas y en unos caminos tan estropeados como los de este país. Por de pronto, como no hay mal que por bien no venga, reconforta al menos que el Presidente de la República aún no se haya permitido inaugurar una carretera inconclusa: solo faltaría eso, para cerrar el círculo.