En uno de sus reiterados viajes a Europa, a fines del año pasado, Santiago Peña declaró a una agencia de noticias en París que Paraguay era una “pequeña Catar de la energía sostenible” que exportaba el 80% de su producción energética. La triste realidad la mostró un reciente informe al respecto del Viceministerio de Minas y Energía, de donde se desprende que la exportación real en el primer semestre de 2025 fue de poco más de 60.000 megavatios/hora, lo que representa el 1,1% de la energía paraguaya de Itaipú cedida al Brasil y el 3,3% de la energía paraguaya de Yacyretá cedida a la Argentina en el mismo período.
En efecto, “exportar energía”, como ciertamente hace el Estado de Catar, hecho que lo convierte en uno de los países con mayor renta per cápita del planeta, con uno de los más altos índices de desarrollo humano, no es lo mismo que “ceder energía”. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, exportar significa “vender a otro país”, mientras que ceder significa “dar” o, en otras de sus acepciones, “rendirse, someterse”, que es precisamente lo que hace el Paraguay con la anuencia de su Gobierno.
Si Paraguay exportara su energía debería cobrar por ello un precio de mercado, como sin duda lo hace Catar, cuyas exportaciones de hidrocarburos, especialmente gas natural licuado (GNL), le reportan ingresos por 78.000 millones de dólares al año. Lo que hace Paraguay no es vender, sino “ceder” su energía, que es exactamente la palabra utilizada en los respectivos anexos C de los tratados de Itaipú y Yacyretá, por una “compensación” fijada de manera absolutamente arbitraria, sin ninguna relación con el valor real.
En números redondos, y ya después de varios sucesivos ajustes que se han realizado con el tiempo, actualmente esa compensación es de 10 dólares el MWh, una cifra ínfima. Desde que Itaipú empezó a producir en 1984, Paraguay le cedió al Brasil 1.245 millones de megavatios/hora de su 50% y cobró por ello, en promedio, 4,4 dólares el MWh, frente a los 100 y más dólares el MWh que se cotiza esa energía en el mercado regional.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
En el primer semestre de 2025, Paraguay cedió 5,5 millones de MWh al Brasil y 1,8 millones de MWh a Argentina, por lo que se hizo acreedor (números redondos, insistimos) de 55 millones de dólares de Brasil y de 18 millones de dólares de Argentina, que ni siquiera los paga. Si realmente “exportara” esa energía, al precio de 97 dólares el MWh que se está pagando en promedio en la región (incluso la ANDE le vendió una partida fuera de Yacyretá a Argentina por 120 dólares), el valor bruto de su exportación de energía tendría que haber sido de más de 700 millones de dólares. Si a eso se le descuenta el costo de producción (tarifas de Itaipú y Yacyretá), en vez de 73 millones a Paraguay le tendrían que haber ingresado por lo menos unos 600 millones de dólares por venta de energía al exterior solo en este primer semestre.
Ya que Santiago Peña nos compara con Catar, si 1 MWh de electricidad equivale a 0,59 barril de petróleo según la unidad BEP (Barril Equivalente de Petróleo) internacionalmente aceptada, solo en Itaipú, en 41 años, Paraguay cedió al Brasil lo correspondiente a 735 millones de barriles de petróleo, que, a valores de hoy, representan 52.000 millones de dólares, de los cuales apenas recibió 5.500 millones en cuatro décadas ¿Qué habría pasado si la pequeña península del Golfo Pérsico hubiera entregado su energía por un décimo de su valor, o menos, durante más de cuarenta años?
Catar era un desértico y sumamente pobre protectorado británico, habitado por unos 15.000 beduinos cuando se independizó del Reino Unido en 1971. Su impresionante despegue se debió al descubrimiento, en la misma época, de una de las mayores reservas de gas natural del mundo, conocida como Campo Norte. Se realizaron altas inversiones, tanto con préstamos como con capitales extranjeros, no solo para la extracción, sino para la incorporación de tecnología que le permitiera licuar el gas a muy bajas temperaturas y convertirlo en GNL, con el fin justamente de poder transportarlo y exportarlo, con los resultados a la vista.
Paraguay también tiene su “Campo Norte”, que es el 50% del enorme potencial energético en sus tramos compartidos del río Paraná. La diferencia es que Catar se quedó con las rentas que le correspondían, ya distribuidos los dividendos entre los inversores y los intereses entre los prestamistas, mientras que Paraguay, hasta el día de hoy, sigue cediendo su energía a precio vil.
Yacyretá es un caso particular, por decir lo menos, porque, en su descalabro administrativo, la deuda no solamente no se paga y se acumula, sino que ni siquiera se sabe a ciencia cierta a cuánto asciende. En Itaipú no existe esa falaz excusa, ya que la deuda por la construcción de la central está totalmente cancelada. Sin embargo, el 13 de agosto se cumplieron dos años del plazo de revisión del Anexo C y la situación no ha variado ni un centímetro. El gobierno de Santiago Peña se ha conformado con dudosos “fondos socioambientales” y no ha mostrado ni avances ni voluntad de exigir la plena restitución de los legítimos derechos del Paraguay.