Con el voto de los concejales colorados, la Junta Municipal asuncena aprobó un Presupuesto que regirá ¡hasta el 2028!, pese a que el art. 36 de la ley orgánica que la rige le faculta a sancionarlo “anualmente” y a que, en concordancia, el 180 dice que “el ejercicio financiero o ejercicio fiscal se iniciará el 1 de enero y finalizará el 31 de diciembre de cada año”. La ordenanza resultante podrá ser atacada en sede judicial por su evidente ilicitud, atendiendo el orden de prelación de las disposiciones jurídicas, dispuesto en el art. 137 de la Constitución. Sus promotores no pueden invocar ninguna normativa que autorice al intendente y a los ediles a atar las manos a sus respectivos sucesores, mediante un Presupuesto plurianual. Aunque, en verdad, no deben extrañar estas barbaridades pues los concejales involucrados en esta cuestionable operación son en su mayoría los mismos que aprobaron todas las atrocidades que llevaron a la debacle a la comuna bajo la dirección del exintendente Óscar “Nenecho” Rodríguez.
Desde luego, las nuevas autoridades que sean electas podrán mandar al basurero de la historia lo ahora resuelto una vez que asuman sus cargos, pero por eso mismo resulta aún más llamativo que el Gobierno municipal de hoy pretenda comprometer al de mañana. ¿Acaso confían en que el nuevo, si fuera de otro signo político-partidario, no cuente con mayoría suficiente en la Junta Municipal para eliminar la grosera arbitrariedad? Por si aún hacía falta, la ilegalidad de lo actuado confirma que quienes secundaron a Nenecho son tan impresentables como él.
El jefe de Gabinete de la Intendencia, Máximo Medina, confesó que “la recaudación no alcanza para pagar deudas”, las que hoy ascenderían a 238.000 millones de guaraníes, razón por la cual se sigue buscando malbaratar predios aleñados a la Avenida Costanera Norte, para ir tapando agujeros. Les urge sacar plata de donde sea, pero no así reducir al menos el cuantioso personal superfluo, generado por el clientelismo rampante. La Municipalidad está en quiebra debido a la pésima gestión del exintendente, apoyada en su momento por el reemplazante y por la gran mayoría de los ediles. Cabe insistir en que el autor de la que sería la mayor malversación de la historia nacional no es el único culpable del desastre financiero, de modo que el Ministerio Público también debería ocuparse de quienes aprobaron sus ejecuciones presupuestarias.
A propósito, según el concejal Álvaro Grau (PPQ), el irregular Presupuesto aprobado no incluye la cuenta “saldo de bonos”, lo que supondría que no se va a “reponer el dinero del faltante de bonos, los 500.000 millones de guaraníes”, que deben ser invertidos en las obras de desagüe pluvial para las que fueron recaudados. Por lo visto, se los da por perdidos, salvo que se crea que alguna vez también se hará efectiva la responsabilidad civil de los implicados en el colosal escándalo. Como es muy improbable que ello ocurra, los asuncenos seguirán pagando a los tenedores de bonos por trabajos no realizados o inconclusos y soportando gravísimas carencias en cuanto a infraestructura y servicios municipales. Sin ninguna autoridad legal ni moral, quienes se confabularon con Nenecho para cometer esa mayúscula fechoría, entre muchas otras, intentan además imponer un Presupuesto que se extienda más allá de la duración de sus mandatos. ¿Qué se traerán entre manos?
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El indignante descaro enseña que los electores capitalinos deben prestar mayor atención a la catadura de los candidatos. Ya deberían ser bien conocidos quienes aspiren a continuar en el Palacete Municipal, habiendo consentido las barbaridades del malhadado exintendente. Muchos de ellos, en vez de estar ya trabajando subrepticiamente otra vez por sus candidaturas, deberían estar preparando sus defensas en sede judicial. Pero probablemente confíen en que ello no ocurra con fiscales y jueces condescendientes con los actores políticos del momento.
La ciudadanía ya no puede alegar ignorancia; hay nombres bien conocidos por sus desvergüenzas, y los múltiples males de Asunción están a la vista. Su excesiva complacencia es lo que permite que quienes ya causaron suficientes daños a nuestra ciudad capital continúen haciéndolo sin temor a castigo alguno. Los asuncenos y asuncenas deben despertar y rechazar las cargas que continúan acumulando sobre sus espaldas políticos insensibles y sinvergüenzas.