La trama de los Yshir

Además de lidiar con las necesidades que el Estado aún no ha logrado satisfacer, los indígenas yshir del Chaco, sobre todo los ancianos, se aferran a las tradiciones de su pueblo, que van perdiéndose a medida que emerge una juventud aculturada.

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Era un día caluroso con un sol abrasador y sin lluvias desde hacía dos semanas. Sin embargo, en el trayecto desde Bahía Negra hasta Puerto 14 de Mayo (Karcha Bahlut) nos encontramos en ciertos tramos con charcos a los que no estamos acostumbrados en Asunción.

La valiente y baqueana conductora los sorteaba con gran destreza, pero era inevitable sentir escalofríos al atravesarlos por la conocida característica del suelo del Pantanal paraguayo, casi infranqueable tras precipitaciones que dejan aisladas a la comunidad que era nuestro destino ese día, así como a las demás del departamento de Alto Paraguay.

Llegamos, y algunos indígenas yshir ybytoso, más conocidos como chamacocos, ya nos esperaban a la sombra de un añoso árbol, al lado de su “Museo Verde”, donde conservan elementos tradicionales de su cultura.

Al estar en el lugar por dos días, pudimos comprender mejor lo que el antropólogo italiano José Zanardini nos contaba meses atrás respecto a los ancianos y chamanes (médicos) de dicha comunidad (él convivió en las aldeas nativas por muchos años): “Les preocupa que los más jóvenes migren hacia otro tipo de cultura, música y tradiciones, por lo que su mayor deseo es no perder esa fuerza histórica y a la vez mantenerse en contacto con la sociedad nacional, tener puentes de la interculturalidad para poder dialogar y relacionarse con el mundo no yshir”.

Lidia Romero (51) nos lo confirmó. Desde que llegamos fue la más conversadora, expresándose en un castellano influenciado por su idioma vernáculo, el yxyr awóso, y un toque de guaraní. Y luego lo entendimos: era la encargada de explicarnos el proceso de elaboración de bolsas de “karaguata (bromeliáceas)”, la manufactura más característica de los indígenas chaqueños, que ha ido perdiéndose con el paso del tiempo.

Lidia se resiste a creer que los nuevos tiempos y sus circunstancias deban significar la extinción de prácticas que soportaron los embates de miles de años. “No podemos dejar esta costumbre. Procuramos que siga, por eso enseñamos a las niñas; para no olvidar”, expresa.

Quizás por este motivo el Comité de Artesanas Yshir de Karcha Bahlut aceptó el desafío de una iniciativa denominada “Entrelazando alianzas para la revaloración de nuestro patrimonio Yshir a partir de la fibra del karaguata”. El proyecto es apoyado por el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial implementado por el PNUD, la Asociación Ecopantanal Bahía Negra y el gobierno municipal.

La mujer en la economía

El autor Rodrigo Montani hace la definición perfecta del papel de la mujer indígena en esta labor: “La mujer que ‘tuerce mucho los hilos de karaguata’ simbolizaba antes la eficiente participación en la vida económica de la comunidad. Las bolsas de karaguata siempre significaban la utilidad, la tradición y la manifestación del trabajo de la mujer chaqueña”. Lidia nos transmite el valor social de los bolsos, que son portadores de significado o de simbolismo. Con la práctica, buscan no perder la fuerza histórica de sus ancestros.

También se confeccionan hamacas y sábanas, entre otros artículos, cuyos orígenes se remontan a miles de años atrás, cuando los ancestros de los yshir, que vivían en el bosque, empezaron a utilizar la fibra del karaguata para cubrirse o para juntar agua de lluvia en tiempos de sequía.

Los “aculturados”

Por su parte, Rumilda (28), ubicada en un círculo con Lidia y las niñas, comenta que empezó a tejer a los nueve años y que esta artesanía actualmente goza de pocos adeptos debido a la complejidad del proceso. Demuestra su mentalidad “aculturada” y pragmática con afirmaciones como: “Cuesta a nosotros hacer (sic). Lleva mucho trabajo, por eso no quieren hacer los jóvenes. Lo antiguo ya terminó, opaite la ñande cultura (se terminó nuestra cultura). Epagárõ chéve ajapóta (si me pagás, voy a hacer)”, afirma tajantemente.

A esta afirmación, Lidia, quien minutos antes nos deleitaba con una canción en su dialecto, reacciona: “Che maãve ndopagái chéve, ha lo mismo amba’apo ko’ãga, ikatuhaguãicha aenseña ko’ã mitãme (A mí nadie me paga, pero lo hago de todas maneras para enseñarles a estas niñas)”.

Mientras nos explica el proceso, detalla que el tiempo de elaboración es variable, ya que la secuencia es discontinua porque tampoco pueden dejar de lado los trabajos domésticos, y sólo las mujeres realizan dicha labor. El trabajo puede tomar un mes o más.

Se utilizan entre 12 y 15 plantas de karaguata para un bolso rectangular, que se traducen en 92 metros de hilo.

Un trabajo sostenible pero poco rentable

El desarrollo de esta actividad por los indígenas de Karcha Bahlut se realiza en armonía con la naturaleza, ya que reponen las plantas de karaguata que extraen del bosque. Esto lo informa Nancy Vierci, lideresa de Puerto 14 de Mayo, quien hasta ese momento se encontraba a una distancia considerable, observando atentamente.

“Es lindo para la nación yshir porque es ambientalista. Nosotros hacemos el proyecto, pero tenemos que plantar otra vez para no perjudicar al medioambiente”. Lamenta, a renglón seguido, que sus costumbres vayan extinguiéndose.

Resalta la necesidad de caminos de todo tiempo para que las artesanías puedan llegar a Asunción y el negocio sea rentable. “Ahí hay venta, pero para nosotros es difícil (llegar) por el tema de los accesos (caminos intransitables)”. Por este motivo –señala– usualmente los bolsos van confeccionándose de acuerdo a los pedidos o directamente hacen llegar sus productos al Brasil, específicamente Puerto Murtinho, que les queda al otro lado del río y allí no faltan turistas que los compran a un buen precio.

Para tener una idea, una bolsa de karaguata de 25 x 29 centímetros se adquiere en Karcha Bahlut por unos G. 50.000.

Durante nuestra visita a Karcha Bahlut pudimos apreciar que son muchas las familias que viven en extrema pobreza. Tampoco cuentan con condiciones básicas de vida, como agua potable; toman agua directamente del río Paraguay. No tienen energía eléctrica y la comunicación es poco eficiente.

En este sentido, el Estado debe hacer cumplir lo que dicta la Constitución Nacional en su artículo 66: De la Educación y la Asistencia (a pueblos indígenas). “El Estado respetará las peculiaridades culturales de los pueblos indígenas (…) Se atenderá, además, (…) la depredación de su hábitat, y la alienación cultural”.

El acceso a condiciones básicas de vida probablemente significaría que este proceso fuese más llevadero. Debe ser una señal de alerta que, junto con su cultura, sus medios de vida vayan teniendo fecha de caducidad.

Más sobre el pueblo originario

Yshir significa “hombre verdadero”, “nativo”. Este pueblo se divide en Yshir yvytoso e Yshir tomaraho y proviene de la familia lingüística Zamuco. La comunidad que visitamos pertenece a los Yshir yvytoso, que mantiene una población de más de 1.800 habitantes, según los datos del último Censo Indígena (2012).

En el distrito de Bahía Negra el 70% de la población es indígena y existen siete comunidades: Puerto Diana, Puerto 14 de Mayo - Karcha Bahlut, Puerto Pollo, Puerto Esperanza, Virgen Santísima, Abundancia y Puerto Caballo.

diego.peralbo@abc.com.py alejandra.rojas@abc.com.py

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