No vidente sobrevive de la caridad en una humilde casa en Yasy Cañy

Manuel Díaz García (62), aparte de ser ciego, vive solo en una precaria vivienda que posee en el asentamiento San Juan, del distrito de Yasy Cañy. Admite haber reconocido a cuatro mujeres como hijas, pero se encuentra abandonado. Relató que cuando tenía 35 años perdió la visión, víctima de un disparo de escopeta.

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ASENTAMIENTO SAN JUAN, Yasy Cañy (Pablo Medina, corresponsal). El sexagenario clama por ayuda a fin de vivir de una manera más digna.

El profesor Carlile González se convirtió en los últimos años en el principal cuidador de don Manuel.

El anciano, al escucharlo llegar a la precaria vivienda que ocupa en Primera Línea del asentamiento San Juan, hasta le permite olvidar sus penas. González es quien le provee de víveres, ropas y otras necesidades personales básicas.

“La nerendúvo, poste jepe oñakãity” (Al escucharte, hasta un poste se agacha ante vos), respondió el solitario hombre dirigiéndose con cierto tino hacia la cocina ubicada a pasos de su dormitorio.

Allí, en una cacerola colgada a un alambre hervía a fuego de leña, un guiso de arroz que preparaba para su almuerzo.

En el corredor de la precaria vivienda, con pared de madera y techo entre paja y fibrocemento, relata con nostalgia que cuando tenía 35 años perdió la visión. Sostuvo que un proyectil de una escopeta calibre 16 impactó en su rostro, afectando sus dos ojos que le hizo perder la vista en su totalidad. Antes de sufrir la ceguera recuerda haber sido macatero y acopiador de algodón y que siempre se mantiene soltero y sin pareja.

Sin embargo, un tiempo se lo vio compartir su casa con una mujer y las cuatro hijas de esta, a quienes dio su apellido.

“Las cuatro mujeres son reconocidas como hijas. Llevan nomás mi apellido todas”, dijo don Manuel.

Su limitación no le permite realizar actividades para obtener ingresos para mejorar su condición de vida. Sus cuatro hijas, según él todas reconocidas, (Ignacia, Lourdes, Herminia y Jorgelina) nunca aparecen en la comunidad.

“Lo único que sé es que Jorgelina, Lourdes y Herminia viven en Encarnación y la otra (Ignacia) trabaja en Salto del Guairá, pero no tengo contacto con ellas”, precisó.

El anciano confirmó que jamás recibió ayuda del Estado y que solamente sobrevive gracias a sus vecinos desde que quedó sin visión. Lo poco que tiene (una cama con colchón y enseres domésticos básicos) fue donado por los vecinos. “Ojalá pueda recibir alguna ayuda de las autoridades”, dijo.

PROMESA DE MEJORA

El intendente de Yasy Cañy, Luis Alberto Macoritto (ANR), consultado por qué no se busca ayudar al anciano no vidente que sobrevive en medio de la pobreza extrema y solo se alimenta de la caridad de sus vecinos, argumentó no haber recibido nunca pedido de nadie para ayudarlo.

Tras realizar una visita a don Manuel Díaz García, el jefe comunal prometió refaccionar la vivienda, darle una provisión de víveres y dotarle de comodidades mínimas como cama, colchón, frazada, para que el hombre pueda tener una vida más digna y, de esa manera, dejar de vivir en medio de tantas limitaciones.

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