El Programa Mundial de Alimentos (PMA), la mayor institución humanitaria de la ONU, reveló ayer esas cifras y afirmó que el conflicto étnico está “empujando a Sudán del Sur hacia una catástrofe de hambruna”.
Según una clasificación del uno al cinco sobre seguridad alimentaria usada por la ONU –en la que uno indica la ausencia de problemas y cinco la hambruna–, hay 1,3 millones de personas en la fase cuatro de “emergencia”.
Además, 2,4 millones se encuentran en la fase tres, que indica una situación de “crisis”.
Antes del conflicto que actualmente se vive en Sudán del Sur, solo 140.000 personas estaban en fase 3 y nadie en fase 4, sostuvo la portavoz del organismo, Elizabeth Byrs.
Los enfrentamientos armados, originados en una crisis política que empezó a finales de 2013 con un intento de golpe de Estado contra el presidente sursudanés, Salva Kiir, “han profundizado la inseguridad alimentaria en áreas aisladas por el conflicto, pero el desastre todavía puede evitarse”, agregó.
El conflicto estalló dos años después de que Sudán del Sur consiguiera su independencia de Sudán, tras una guerra civil de más de dos décadas, y ha provocado hasta ahora el éxodo interno de un millón de personas y la huida de 360.000 a países vecinos.
La situación más grave se vive en los estados de Jonglei, Unidad el Nilo Alto, hacia el que saldrá el próximo lunes desde Juba, la capital de Sudán del Sur, un convoy con 1.200 toneladas de alimentos para la población víctima de la violencia armada.
“El PMA enfrenta grandes dificultades para transportar alimentos a lugares alejados debido a problemas de acceso (por las condiciones geográficas y el inicio de la temporada de lluvias) y por la inseguridad”, recalcó Byrs.