Cargando...
CÚCUTA, Colombia (AFP).La medida fue tomada luego del intercambio de disparos entre desconocidos y militares venezolanos en medio de una operación anticontrabando, algo que Maduro atribuyó a “paramilitares”.
Esta disposición es rechazada fuertemente en Colombia, donde el drama humanitario se vive en los centros de acogida y a orillas del río Táchira, frontera entre ambos países y por donde sigue el éxodo de colombianos con sus pertenencias a cuestas.
Con la crisis fronteriza, muchos revivían el drama de haber salido años atrás escapando de la violencia del conflicto armado en Colombia, que en medio siglo ha dejado seis millones de desplazados.
“Me pesan los ojos de tanto llorar”, dijo Andrea Agudelo, de 33 años, cuyo estatus legal de refugiada y su cédula venezolana no la salvaron de tener que huir el sábado de noche.
“Éramos un grupo de 37. Los hombres salieron primero porque se decía que eran los primeros que iban a llevar para acusarlos de paramilitares. Y luego salimos todos, mujeres, niños, perros, gallinas, marranos”, contó.
Para dejarla escapar con sus dos hijos, los soldados que marcaron su casa con una “D”, señal de que sería demolida, le cobraron 1.000 bolívares por cada uno. Además, le robaron celulares, electrodomésticos “y hasta la tintura para el cabello”, afirmó.
El drama de Agudelo se repetía en otros centros de acogida en Cúcuta. Nicolás Campos, un trabajador rural de 46 años, tenía cuatro años residiendo en Venezuela.
“Decidí irme con mi familia a Venezuela [huyendo de la violencia de la guerrilla], pero en la finca donde trabajaba empezó a llegar el ELN [grupo guerrillero colombiano] y vi que la GNB le daba víveres”, relató.
“Entonces (a comienzos de 2014) le dije a mi mujer: Vámonos para San Antonio antes de que nos pase lo mismo que en Colombia”.
Pero debió salir el domingo pasado, “en cholas (sandalias), camisilla y pantaloneta”, después de que la GNB entrara a patadas a su casa, también marcada con la fatídica “D”, relató.