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El jefe del Vaticano, que desde el inicio de su pontificado en 2013 ha promovido un clero más cercano a los pobres, hizo un nuevo llamado de atención a la Iglesia desde Medellín, una ciudad de profundas raíces católicas y otrora capital mundial del narcotráfico.
“Ahora también la Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo”, dijo Francisco en la tercera misa multitudinaria que oficia en el marco de su gira que concluirá hoy.
“Sicarios de la droga”
Además, Francisco deploró las vidas jóvenes que han destruido los “sicarios de la droga” durante un discurso a los religiosos en Medellín, la otrora capital del narcotráfico en Colombia.
El pontífice se detuvo, improvisó y rindió tributo en memoria de los jóvenes que han muerto a manos de las mafias de las drogas.
Juventud inquieta “tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae a ese recuerdo” , declaró.
Medellín está inevitablemente asociada a Pablo Escobar (abatido en 1993), el sanguinario capo de la cocaína en los años 1980 y 1990 que desató la peor escalada terrorista jamás registrada en Colombia en su lucha contra el Estado.