Rousseff plantea un plebiscito para intentar calmar las manifestaciones

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se reunió ayer con ministros y dirigentes partidarios para ultimar el proyecto de plebiscito, sobre reformas políticas, que enviará al Congreso, luego de la ola de protestas que conmocionan al país y hace una semana reunieron a cerca de 1,5 millones de manifestantes.

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BRASILIA (ANSA).Poco habituada a los cabildeos con dirigentes políticos, ella procura un entendimiento urgente ante la impaciencia popular.

La jefa del gobierno lleva una semana encerrada en el Palacio del Planalto, en Brasilia, y su agenda de reuniones de ayer comenzó por la mañana con el encuentro con el titular de la cartera de Justicia, José Eduardo Cardozo.

El error y la remiendo

El ministro Cardozo es uno de los pocos hombres de confianza de Rousseff, quien esta semana se vio en apuros para enmendar un error serio del Gobierno, que el lunes anunció una consulta popular para reformar la Constitución, y el martes debió archivar el proyecto ante cuestionamientos de jurisconsultos de renombre.

Tras el fracaso de aquella iniciativa, ahora Rousseff pretende enviar en breve al Congreso un proyecto para la realización de un plebiscito en el que se consultará a la opinión pública sobre los alcances de la reforma política, con lo cual el Gobierno intenta descomprimir el descontento popular.

Esa iniciativa, elaborada sobre la hora, descarta definitivamente reformar la Carta Magna, y solo se limita a una consulta para la sanción de una ley ordinaria que introduzca cambios en el sector político, por ejemplo suprimiendo el costeo privado de campañas.

Según lo dicho por Dilma esta semana, cuando se reunió con jóvenes que encabezaron la revuelta en São Paulo, el Gobierno está dispuesto a escuchar el clamor de las calles, porque en él hay un soplo de aire fresco para una democracia necesitada de cambios que mejore su representación.

Claro que esas afirmaciones no bastan para satisfacer a millones de descontentos con decenas de banderas distintas.

Protestas

Y ayer, mientras la Presidenta y sus asesores más próximos se reunían en Planalto, manifestantes gritaban sus demandas frente a ese palacio, al tiempo que otro grupo más numeroso se concentraba a unos 500 metros, ante el Congreso, cercado por un cordón de policías.

De todas formas, las concentraciones ocurridas ayer en Brasilia y São Paulo, y las que se registraron esta semana, no alcanzaron la magnitud de las vividas el jueves pasado.

Hace una semana aproximadamente 1,5 millones de personas se volcaron a las calles de un centenar de ciudades en la mayor oleada de manifestaciones registradas desde 1992, que precedieron a la renuncia del entonces mandatario Fernando Collor de Mello.

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