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Y esto debido a que el proceso “está ligado de manera indeleble y esencial a la figura del caudillo. Más que una doctrina es una fe en el individuo y un apego a la pasión de este personaje. Por eso, en caso de que él llegue a fallecer, el bolivarianismo se irá difuminando”, sostuvo.
Krauze nació en México en 1947, es historiador y ensayista y España le entregó la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Sus estudios se han enfocado en el bolivarianismo.
“Más allá de la figura de Chávez, seguirá existiendo un invariable y muy antiguo reclamo de justicia social, que se origina en la pobreza y desigualdad de nuestros países”, acotó.
“Ese reclamo seguirá vigente y los gobiernos de la región tendrán que tomar políticas con sustento y sentido social. En ese sentido, seguirá vigente una parte del ideario de Chávez. Pero no seguirá el socialismo del siglo XXI, que no es más que un refrito del socialismo del siglo XX de Cuba”, destacó.
En cuanto al liderazgo que Venezuela ha ejercido en bloques como el Alba o la Unasur, Krauze negó la opción de que otro presidente tome la posta de Chávez.
“Con toda franqueza, no creo que ese liderazgo sea replicable ni heredado al presidente (ecuatoriano, Rafael) Correa o al presidente de Nicaragua (Daniel Ortega) o a (el presidente de Bolivia) Evo Morales por la naturaleza misma de ese liderazgo y por la experiencia histórica. La esencia del carisma lo hace intransferible. Y, además, no tienen el petróleo de Chávez”, dijo.
“Tampoco se ha dado el conjunto de factores como la relación del presidente venezolano con Cuba y su amistad con Fidel Castro. Lo más seguro es que el proyecto bolivariano se vaya brasileñizando. Se acercará cada vez más al modelo de socialismo democrático de Dilma Rousseff y de (expresidente del Brasil) Lula (da Silva), basado en una economía abierta con vocación social. Ese también es el modelo del Perú, que es el que conviene a América Latina”, indicó.
Además dijo que México podría ser un “efecto de equilibro en la región”, porque cree que ese país “puede despertar de su letargo y jugar un papel más firme, diplomático y asertivo, como fue por muchos años. Solo en tiempos recientes adoptó una política exterior más pasiva”.