Juan Pablo II dejó la esperanza del cambio

Anochecía el 18 de mayo de 1988 y la histórica visita de Juan Pablo II llegaba a su fin. Fueron tres días intensos, de emociones a raudales. Un baño de esperanza que sacó al pueblo de su tristeza y le devolvió la fe hacia un futuro mejor. Desafió a los jóvenes a cambiar el país.

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Juan Pablo II llegó una tormentosa tarde y se fue dejando un país fortalecido espiritualmente, dispuesto a luchar contra ese destino de dictadura al que lo tenían sometido desde hacía más de tres décadas.

Volver la mirada 30 años atrás causa una profunda nostalgia y permite recordar palabras, gestos, actitudes de la gente y de las autoridades nacionales, muchas de ellas luchando contra su conciencia para no dar la espalda al dictador. Esas sillas vacías en el acto del Consejo Nacional de Deportes mostraban que la obsecuencia estaba demasiado empotrada en el Gobierno.

Hacía poco menos de un año que el “Cuatrinomio” se había apoderado de la ANR, y las persecuciones hacia los “laicos”, sacerdotes y opositores recrudecían. El Papa estuvo a punto de cancelar su visita, si es que Stroessner no permitía que se hiciera el Encuentro con los Constructores de la Sociedad.

El “árbol seco” causaba escozor en la piel de los genuflexos que, a toda costa, querían impedir que se mostrara al Papa la verdadera realidad paraguaya y se dijera ante el mundo entero qué era lo que en verdad ocurría en el país. Pero al “Hombre de Dios” nada lo amedrentaba, y el dictador tuvo que ceder ante la presión que significaría que el Pontífice cancelara su visita.

A Stroessner le volvió loco que más de un millón de personas se movilizaran en los actos capitalinos y otras tantas en los del interior.

De nada valieron los esfuerzos para controlar, amedrentar y tratar de impedir que la gente llegara a los actos. Desde infinitos rincones del país llegaron los peregrinos para encontrarse con el “Mensajero de La Paz”. El Papa se fue dejando una profunda huella de esperanza que floreció en el amanecer de la siguiente fiesta de San Blas, cuando llegó el fin de la que parecía eterna dictadura. Antes de irse, invitó a los jóvenes a ser protagonistas del cambio.

Hoy, en el día del cumpleaños del ya santo Juan Pablo II, recurramos a su intercesión para que desde el cielo ayude a romper las ataduras que todavía nos subyugan y que siguen impidiendo que el Paraguay levante el vuelo definitivo hacia sus mejores destinos.

* José María Troche, encargado de comunicación de la visita de Juan Pablo II.

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