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Varios grupos de paraguayos visitaron el centro de rehabilitación de drogadictos y alcohólicos, denominado Facenda da Esperanza. Allí viven 160 personas que voluntariamente acudieron para seguir un año de tratamiento para abandonar la adicción a los estupefacientes o a las bebidas.
El guía del local, Hamilton Bigorio (33), contó que a los 14 años, en São Paulo, comenzó a fumar marihuana, luego consumió cocaína y cuando ya no tenía plata probó crack. Vivía en la miseria total, hasta que un sacerdote lo direccionó hacia la Fazenda.
Este centro de rehabilitación se encuentra en la localidad Guaratinguetá. Es un paradisiaco lugar rodeado de montañas y cauces de aguas. Una vez en el lugar, que es abierto, los enfermos son acompañados por especialistas y al cabo de un año salen para reintegrase a sus familias.
Esta organización es un ejemplo de cómo se debe trabajar con quienes cayeron en los vicios.