Pasar las fiestas en paz, con el deber cumplido...

Agustín Barboza recibió un reconocimiento póstumo, por el centenario de su nacimiento. “Por eso pasaré una Navidad feliz. Él vivirá por siempre a través de sus canciones”, afirmó Francisca Zayas de Barboza (78), una de las principales representantes de la música popular paraguaya. Ella impulsa con entusiasmo la fundación que lleva el nombre de su difunto marido.

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Francisca recuerda que en su niñez pasaba la Navidad en su residencia de Asunción rodeada de sus padres, Ramona Román y Ramón Zayas, y sus hermanos: Cirilo, Ricardo, Dionisio y Aníbal. Tampoco faltaban los primos, amigos y vecinos, con quienes recorrían los pesebres del barrio y tomaban clericó hecho de frutas de estación. Al terminar se despedían de los dueños de casa diciendo: ¡Qué lindo está su pesebre!

Además recuerda con alegría que semanas antes ya juntaban piedras para simular el cerro del pesebre, que era decorado con papel especial, que pintaban en verde o azul. Sembraban plantas de arroz 10 días antes para que germinara y luego usarlas como pasto.

Los globos de colores del pesebre se hacían en familia de los huevos de gallina, paloma y de avestruz que luego pintaban con diferentes colores. Dibujaban y pintaban de color amarillo la estrella de Belén, con cola.

Armaban el pesebre con ka’avove’i el 24 de diciembre a la mañana. Y se sacaba recién el 7 de enero, después de la fiesta de Reyes. En la arena del pesebre marcaban las patas de los camellos. Ponían agua y pasto a los Reyes que traían regalos para los niños que se portaban bien. Nunca faltaban flores de coco ni frutas de estación. Según la tradición hay que poner el pesebre por siete años, para la buena suerte.

Francisca afirma que practica en su vida diaria: dar para recibir, perdonar para ser perdonada y amar para ser amada. Su tenacidad y perseverancia para el trabajo afirma que las heredó de su madre, Ramona Román, quien quedó viuda con 5 hijos y a todos crió y les dio estudio. También les enseñó a amar al prójimo.

La artista

En otra parte de la entrevista, Francisca Zayas recordó que la idea de su nombre artístico “Yverá” surgió de una larga lista que le facilitó su hermano Cirilo R. Zayas (periodista, poeta y compositor de la canción: “Felicidades”).

Yverá acompañó por 36 años al maestro y compositor del folclore Agustín Barboza, formó el grupo Mujeres que Cantan la Guarania, al igual que preside la Fundación Agustín Barboza.

Afirma que son numerosos los hermosos recuerdos que lleva en su memoria en relación a su vasta trayectoria artística.

Uno especial es el festival organizado por Autores Paraguayos Asociados en 1960 cuando cantó con Agustín Barboza la composición de este “Alma Vibrante”, en el Teatro Municipal de Asunción, acompañados del conjunto Olímpico de Eladio Martínez.

Desde entonces, Agustín Barboza e Yverá formaron una pareja artística y sentimental. Se casaron en 1962, y de esa unión nació su única hija, Diana, en 1966.

Inicios de la fundación

La fundación Agustín Barboza se habilitó en 1992 en su misma residencia ubicada en Simón Bolívar 337 e/ Caballero e Iturbe, cuando el artista aún vivía.

Para la creación de la fundación se logró un apoyo de la Toyota del Japón. Actualmente el patrimonio es el local propio de la fundación. Tanto ella como su hija Diana y su nieto Agustín Uriel, de 17 años, trabajan para mantenerla.

Todo a pulmón

La actividad principal que lleva adelante la fundación es la preservación de las músicas populares nativas que van siendo olvidadas. Además son organizados homenajes a los grandes hombres del arte.

Ya fueron homenajeados: José Asunción Flores, Augusto Roa Bastos, Digno García, Herminio Giménez, Mauricio Cardozo Ocampo, Félix Pérez Cardozo, Samuel Aguayo, y se realizaron varias actividades conmemorativas por el centenario de Agustín Barboza.

“Por más de medio mundo viajamos y tuvimos una convivencia total con Agustín, que fue un hombre muy bueno y de muy finos modales”, resaltó.

Hace 15 años Yverá pasó una Navidad muy triste, porque un 18 de diciembre perdió a su compañero de vida. En cambio esta la pasará muy feliz porque el jueves último recibió en el Senado de la nación una distinción, póstuma para su marido.

“Estoy feliz, con el deber cumplido, por festejar los 100 años de Agustín. Estoy convencida de que solo la carne muere, y el espíritu de Agustín vivirá por siempre en el recuerdo de su familia y del país al escuchar su música. Durante el reconocimiento en el Congreso escuché ‘Mi patria soñada’, letra de Carlos Miguel Jiménez y música de Agustín Barboza, y eso deseo para todos los paraguayos:

‘Fulgura en mis sueños una patria nueva, que augusta se eleva de la gloria al reino, libre de ataduras nativas o extrañas, guardando en la entraña su prenda futura.

Patria que no tenga hijos desgraciados, ni amos insaciados que usurpan sus bienes, pueblo soberano por su democracia, huerto con fragancias de fueros humanos.

En un paraíso sin guerra entre hermanos, rico en hombres sanos de alma y corazón, con niños alegres y madres felices, y un Dios que bendice su nueva ascensión. (...)’”.

eolmedo@abc.com.py

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