Sanarse y servir

Nos cuenta el Evangelio de hoy que Jesús fue a la casa del futuro jefe de los apóstoles y “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos”.

Es una sanación más que hace el Maestro, y los Evangelios muestran unas ochenta, dejando evidente que el Reino de Dios no es solamente algo espiritual, o solamente algo para “la otra vida”, sino que nos compromete con las realidades concretas de este mundo y con las personas concretas alrededor nuestro.

Él sanó a la suegra de Pedro y a varias otras personas, sea de enfermedad física, sea de enfermedad psicoespiritual: es un signo que Dios hace a las personas, a partir de un suceso sorprendente, cuyo significado se reconoce por la fe. El milagro es manifestación del poder de Dios y signo de su redención por medio de Jesucristo. Esta solicitud del Señor hacia nosotros muestra que nuestras inquietudes cotidianas le interesan.

Reparemos la expresión “se lo dijeron”, para enseñar que hemos de mantener un diálogo fluido con Jesucristo, presentándole también la situación de otras personas, a quienes queremos bien.

El Señor nunca se pone indiferente delante de las miserias humanas y toma la iniciativa de hacer algo para mejorar la situación. En este caso, se puso más cerca, la tomó de la mano, y este contacto la hizo restablecerse.

La reacción de la suegra de Simón Pedro es ejemplar: “Se puso a servirlos”.

Está siempre latente el riesgo de uno pedir cosas, como sanación, beneficios económicos y tranquilidad y después de recibir muchas bendiciones de Dios, olvidarse de todo, mostrándose ingrato y lo que es peor: volviendo a su egoísmo de antes.

Es hermoso pedir con fe por nuestras necesidades y las de los demás también, pero es necesario ser agradecido al Señor. Y le agradecemos cumpliendo sus mandamientos y una exigencia es ponerse al servicio de los otros.

San Pablo muestra un modo profundo de ponerse al servicio: “Ay de mí si no predicara el Evangelio” y él entiende que es su obligación anunciar la Buena Noticia, predicando de modo gratuito y perseverante.

Usted también debe crear un estilo de vida disponible hacia las necesidades ajenas, sin usar tantos justificativos para no comprometerse, y con una característica que aprendemos de Jesús: la gratuidad; hacer favores en la propia familia, en la comunidad y sin esperar recompensa.

Paz y bien

hnojoemar@gmail.com

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