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Cabe preguntarse si realmente “gobiernan” o sólo se convierten en títeres al servicio de la campaña electoral o la Corona.
La interinidad es tierra fértil e ideal para que se cometan todo tipo de tropelías en el manejo de los bienes públicos y recursos de la ciudadanía.
La avaricia, la codicia, las ganas de aprovechar el poco tiempo que resta y sacar ventaja en un espacio fangoso que hiede facilitan las trapisondas, la colusión, los trato apu’a, etc. Los municipios se convierten en el boliche de los correligionarios. En el último feudo para el saqueo y hay rapiñas por todos lados.
Las obras se realizan a tambor batiente porque hay que simular que la ciudad está convertida en un hervidero de obras, que hay progreso y que se avanza en pocos días lo que no se pudo en cinco años.
Sin lugar a dudas hay que desconfiar de las concesiones, licitaciones, contrataciones directas, nombramientos de personal porque mientras la ciudadanía está anonadada con tantos escándalos y la opinión pública distraída, los zorros salen a bailar.
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