Mediante un diálogo departamental en el que no solo se incluyan a los actores políticos, sino también a los representantes del sector privado, se puede trazar una ruta de acción que beneficie a los pobladores de un departamento que fue abandonado a su suerte por más de un siglo. La falta de apertura y la toma de decisiones apresuradas y muy cuestionables fueron la constante en los últimos años, dejando a los ñeembucuenses la sensación de que se pudo hacer mucho más.
La falta de apertura y una visión más amplia de necesidades de los pobladores hizo que las obras ejecutadas por la Gobernación, además de ser costosas y de mala calidad, no hayan tenido mayor impacto en la ocupación de mano de obra, en un departamento con muchos desocupados. El pavimento con piedras de desecho y otras obras millonarias en dólares, adjudicadas a la constructora BGF SA, dejan mucho que desear y en la mayoría de los casos no responde a las prioridades departamentales.
Haciendo oídos sordos a los vecinos y a los integrantes la Junta Departamental, en la recta final de su mandato el gobernador Carlos Silva (PLRA) se despide con la construcción de un “mercado popular” de aproximadamente 5 millones de dólares, instalado en un lugar inundable y sin calles afirmadas, muy alejado de los sitios que los productores utilizan para exhibir y vender sus productos.
Estos errores no deberá repetirlos el gobernador electo, Luis Benítez, y se debe mostrar abierto al diálogo, actuando con honestidad y patriotismo, privilegiando el bienestar general antes que el interés particular. Ojalá que el flamante jefe departamental se rodee de los más capaces y no de los más voraces, porque los ñeembucuenses necesitan de personas que honren el cargo para el cual fueron elegidas.
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