Paradójicamente, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), encargado de pavimentar las rutas, dejando de lado esta prioridad con pleno conocimiento de la precariedad de las vías del Ñeembucú, anunció la pavimentación de 50 cuadras de calles de la capital departamental, Pilar. Todo un contrasentido que deja al descubierto la insensibilidad a la hora de poner fin a la injusticia que castiga a los pobladores de los distritos del interior.
Los habitantes no alcanzan a comprender la razón de esta injustificada marginación que los condena a la miseria, sin dejar una luz de esperanza en un futuro mejor. En estas condiciones las nuevas generaciones no tendrán otro camino que el éxodo para la realización personal y la de sus familias.
El asfaltado de calles departamentales y ciudades más progresistas del país no puede ser la prioridad del MOPC, que debe principalmente dedicarse a pavimentar las rutas del Paraguay y más aún de departamentos abandonados, como es Ñeembucú, que apenas cuenta con 70 kilómetros de ruta asfaltada. Estas decisiones irracionales que aparentan tener solo fines electoralistas y no el bien común, postergan aún más a una parte de la población que viene esperando desde hace décadas gobernantes que apuesten a un desarrollo equilibrado.
Es inconcebible que se siga ampliando la gran brecha existente entre los paraguayos que disfrutan de la mayoría de los servicios que presta el Estado, acumulando riquezas y los que viven en la miseria, sin caminos, agua potable, servicio de salud, educación y posibilidades de empleo. Mientras no hagamos justicia en la distribución de los recursos del Estado, seguiremos incubando el virus de la violencia y la marginalidad.
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