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Con el cambio de gobierno se inició un movimiento ciudadano con el objetivo de avergonzar a los corruptos frente a sus familias y vecinos, armando lío frente a sus residencias, o sea, para escracharlos o mandarlos al frente, lejos de la protección corporativa de sus pares. Este movimiento, pequeño, muy focalizado, pero intensamente activo, se convirtió en un instrumento de castigo para quienes están en la vitrina de la corrupción, sin sanción alguna.
El Poder Legislativo hizo lo suyo al desprenderse, bajo presión, de sus “valores” más desprestigiados: José María Ibáñez, Óscar González Daher, Jorge Oviedo Matto y Ulises Quintana, pero guarda celosamente a otros cuestionados como Carlos Portillo, Carlos Núñez Salinas, Víctor Bogado, Enrique Salyn Buzarquis, Enzo Cardozo, Tomás Rivas, Milciades Duré y Teófilo Espínola, con mayor o menor grado.
El Poder Ejecutivo hizo lo suyo al aportar datos muy relevantes sobre la fortuna de los González Daher, la redada antinarcótica con la “tormenta del Este” y la caída de Cucho y su aliado el diputado Quintana, sin importar que éste sea del mismo equipo partidario del Presidente de la República. Todo bien, pero los últimos nombramientos que hizo, sin supuestamente involucrarse en ello, en Itaipú desinflaron totalmente el apoyo inicial.
Estos nombramientos desnudan la realidad del pago de factura en la política que no se circunscribe al territorio político, sino se desborda hasta alcanzar al ámbito militar con el nombramiento de militares, al empresarial con la designación de personas que ni siquiera saben qué rol cumplirá, a la oposición y al sector judicial, con el nombramiento de parientes de diputados y de una ministra de la Corte.
Con este cuadro, la ciudadanía no puede sino quedar sorprendida, confundida y hasta aturdida luego de escuchar al propio Presidente de la República hablar de lo fuerte que está soplando la tormenta de Santa Rosa, refiriéndose a la caída del diputado Ibáñez, primero, y del senador González Daher, luego, dando a entender que aquello solo fue el comienzo de la historia que su gobierno tenía pensado desarrollar.
Mientras tanto, la gente de la calle y la plaza continúa su tozuda presencia frente a las viviendas de los imputados, inclusive de los cuestionados por sus administraciones anteriores, como el caso del actual presidente de la Cámara de Diputados, Miguel Cuevas, exgobernador de Paraguarí, para quien los escrachadores son apenas unos cuantos gatos locos.
La opinión pública necesita claridad en los mensajes.
Del Poder Ejecutivo. Es necesario que el combate al narcotráfico alcance a todos los peces gordos y que no haya perdón para quienes ya fueron capturados, sin importar su identidad política movimentista. Es necesario terminar con el pago de facturas proselitistas con fondos de las empresas binacionales, especialmente de la poderosa Itaipú, además de terminar con el nepotismo en la administración pública.
Del Poder Legislativo. Dejar de inventar pretextos corporativos para mantener en la impunidad a legisladores imputados, investigados o cuestionados. Trabajar abiertamente con la ciudadanía y sus organizaciones o grupos movilizados para avanzar en el saneamiento de la representación política.
Del Poder Judicial. En el vecindario de este poder estatal, en el Consejo de la Magistratura, se actuó correctamente al elaborar dos ternas de candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia con candidatos no contaminados por la politiquería. Esperemos que se contagie esta conducta a la Corte y tribunales a fin de producir fallos justos y ajustados estrictamente a las leyes vigentes. No es mucho, hagan el esfuerzo y llegamos.
ebritez@abc.com.py