Una nueva Constitución

Tres años después de la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, el 20 de junio de 1992, el Paraguay ponía en vigencia una nueva Constitución, la cuarta en su historia. El debate se extendió por seis meses, desde finales de diciembre de 1991 hasta junio de 1992, y tuvo uno de sus momentos más difíciles cuando se aprobó la no reelección presidencial para evitar la continuidad de Andrés Rodríguez. La nueva Constitución daba un fuerte protagonismo al Parlamento.

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Habían pasado los dos primeros años de vida democrática y el ambiente político del Paraguay estaba inquieto porque las reglas del juego político todavía se regían por la Constitución de 1967, aprobada por la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).

Cada día era más creciente el criterio de que debía llamarse a una convención nacional constituyente para redactar una nueva Carta Magna que estuviera acorde con los nuevos tiempos.

El 12 de junio de 1991 las Cámaras del Congreso y el Consejo de Estado, un apéndice del Poder Ejecutivo creado por el Pacto Social de 1967, aprueban una declaración donde señalan la necesidad de una nueva Constitución.

La elección para elegir convencionales se llevó a cabo el 1 de diciembre de 1991. Se acordó una participación amplia y se dispuso un numero bastante alto de convencionales. Habría 198 constituyentes de manera que todos los sectores estuvieran representados.

En las elecciones los colorados tuvieron una abrumadora mayoría. Del total de convencionales 122 eran colorados, 55 liberales, 19 del grupo independiente Constitución Para Todos, uno del Partido Demócrata Cristiano y uno del Partido Revolucionario Febrerista.

En la convención se presentaron once proyectos de Constitución completos y otros tantos aportes, pero finalmente se tomó como texto base el documento elaborado por el Partido Colorado.

Un grupo de 30 convencionales en que estaban representados todos los partidos conformaba la Comisión Redactora, la instancia que preparaba los puntos a ser debatidos y aprobados en el plenario.

Después de seis meses de arduos debates los convencionales aprobaron la nueva Constitución que nos rige hasta hoy, con un fuerte perfil social, atribuciones amplias de control parlamentario y una clara defensa de los derechos humanos.

La descentralización

Una de las principales innovaciones incorporadas en la Constitución de 1992 fue la descentralización. Se estableció que los diputados serían electos por departamentos, algo que hasta entonces era impensable.

También se crearon las gobernaciones como instancias de representación del Poder Ejecutivo en los departamentos del país. Venían a suplantar a las delegaciones de gobierno que funcionaban durante la dictadura.

En la convención se había creado una “bancadita campesina” integrada en su mayoría por dirigentes colorados del interior que eran los encargados de impulsar las iniciativas que apuntaban a llevar el poder al interior del país. Mediante ese bloque se lograron aprobar estas iniciativas.

Presión militar y enojo de Rodríguez

Durante la deliberación de la nueva Constitución los militares, en diferentes momentos, se sintieron inquietos.

Uno de los temas que más molestaron fue la incorporación de la no reelección presidencial, que cortó el camino para un segundo mandato del entonces presidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez.

Ante la versión de que Rodríguez pensaba postular a uno de sus hijos, los convencionales incluso aprobaron un agregado donde también inhabilitaban a sus familiares.

La incorporación de la objeción de conciencia también alteró a la cúpula militar. Incluso se generó una reunión con el Gral. Rodríguez para manifestar el malestar y se hablaba incluso de una nueva asonada, pero finalmente todo se encauzó.

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