El fanático anti derechos humanos y propulsor del odio, utilizaba los espacios de una respetada y noble organización de prensa, para difundir su rabia con expresiones groseras contra las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial, la Unión Europea, el Embajador Marc Ostfield, las organizaciones no gubernamentales y algunas personas relacionadas con las ONG que a él le parecían diabólicas. Porque las ONG de sus amistades contaban con su aplauso y beneplácito. Su tono lleno de furia violenta, buscaba ofender, humillar e injuriar con palabras soeces a honorables personas que sostenían ideas diferentes a las de él. Este mentecato personaje se las daba de libertario, aunque sus manifestaciones verbales lo exponían como un simple libertudo.
Su discurso cargado de veneno se mofaba de las creencias religiosas de la gente. A diario y a la primera hora, prácticamente se defecaba en la fe religiosa de la población cristiana. Hablaba peyorativamente de Dios creador, de su madre la virgen María y de los santos canonizados. Agraviaba a la iglesia católica utilizando la deformación histórica junto con el sarcasmo grosero para referirse a los acontecimientos y celebraciones de cada día.
Alguna gente recordará en el futuro, aquella mañana otoñal de la comarca conocida momentáneamente como PeñAsco, en la que el tilingo del micrófono, literalmente se bajó los pantalones porque una importante empresa digital lo marcó con una cruz del delito informático. Advirtió que la plataforma podría tomar medidas restrictivas al espacio de comunicación utilizado por el tilingo del micrófono, desde eliminación del contenido hasta la suspensión de cuenta, ante la reiterada violación de las políticas de comunidad y las leyes aplicables.
El discurso de odio en Internet se da con más facilidad, por esa sensación de impunidad que desinhibe a quien se descontrola con facilidad. El tilingo supone que su opinión tiene más valor que la de los demás y que él puede expresarse con injurias, atentando contra el honor de la gente sin sufrir ninguna clase de consecuencia. Un insulto puede ser una forma de injuria. La injuria es parte consustancial del insulto y a la inversa, ciertos insultos pueden encubrir una intención injuriosa. Un insulto puede lesionar la dignidad de una persona menoscabando su imagen.
Los comentarios hostiles y humillantes de descalificación profesional expresadas en público pueden considerarse injuriosas.
Se suele debatir si aplicar sanciones limita el derecho a la libertad de expresión en redes sociales e internet. Sucede que la libertad de expresión no es un derecho absoluto y tiene su límite en los derechos de los demás, como es el derecho a la igualdad y a la dignidad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos considera esta limitación en su artículo 29.2 cuando afirma que “en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás”.
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