Mario Weichselberger

En la vida de Mario Weichselberger, padre de Camila, Alejandra e Iván, la paternidad no fue un punto de quiebre repentino, sino un camino que fue moldeando su forma de ver el mundo, de liderar y, sobre todo, de amar.

Mario Weichselberger.
Mario Weichselberger.

Mario nos comparte con emoción y sinceridad cómo ser papá influyó en su vida personal y profesional, y qué legado desea dejar a sus hijos.

Ejecutivo, pero también es un padre presente, que encontró en la paternidad un modo más humano de liderar.

“Si bien no hubo un cambio radical en mi liderazgo antes y después de ser papá, sí reconozco que con el tiempo me fui transformando en una persona más enfocada no solo en el rendimiento laboral, sino también en el desarrollo integral de los colaboradores. Me volví más paternalista, en el sentido de que dedico más tiempo a conversar, escuchar y orientar a las personas que trabajan conmigo en la empresa”, afirma.

Encontrar el equilibrio entre la vida laboral y familiar es, como él mismo reconoce, una búsqueda permanente.

Pero dentro de esa búsqueda, Mario aprendió a disfrutar de lo simple, de lo real, de lo esencial.

“Lo que más me emociona de ser papá son los momentos compartidos en familia. Disfruto profundamente de cosas simples como almorzar juntos, un lujo que tengo casi todos los días, viajar –tanto dentro como fuera del país–, preparar un asado para ellos o, simplemente, hacer cualquier actividad que nos involucre a todos”, afirma.

Aprender a través del amor

Ser padre también ha sido para él una escuela de vida, donde las lecciones más profundas no vinieron de libros ni aulas, sino del amor, del cuidado y de las pruebas que la vida pone en el camino.

Mario Weichselberger junto a sus tesoros.
Mario Weichselberger junto a sus tesoros.

“He vivido muchos momentos especiales con mis hijos. El nacimiento de cada uno fue profundamente emotivo y marcó mi vida de una forma única. También atravesamos situaciones difíciles de salud, y esas experiencias me hicieron valorar aún más la vida y me renovaron el sentido de gratitud. Ser papá es un aprendizaje constante”, valora.

Para Mario, dejar un legado a sus hijos no se trata solo de logros materiales o profesionales. Se trata de principios, de valores, de una forma de estar en el mundo.

“Lo más importante que quisiera dejarles es que siempre pongan a Dios en primer lugar. Que la familia sea la prioridad, y que no importa lo que elijan hacer, pero que lo hagan con pasión y excelencia. Que tengan un espíritu competitivo y siempre busquen superarse. Que sean leales, agradecidos, humildes, trabajadores y auténticos. Y, sobre todo, que traten a los demás tal como les gustaría ser tratados”, aconseja.

Mario agradece infinitamente a Dios por la vida de sus hijos, por ser una bendición tan grande para él.

“Los amo muchísimo, estoy orgullosísimo de lo que son, y siempre voy a estar para ellos mientras Dios me regale la vida”, destaca.

Para Mario, ser papá es un aprendizaje constante, una aventura que se escribe todos los días con presencia, fe y amor.

Enlance copiado