En las fiestas de San Juan, es un acto de fe y valentía atravesar un lecho de brasas quemantes con los pies descalzos.
En diversas culturas, los rituales del fuego son una manifestación de la profunda conexión que, a lo largo de la historia, tuvo siempre la humanidad con este elemento, utilizándolo como herramienta para la catarsis, la renovación y la conexión con lo sagrado.
El amor en su esencia es fuego espiritual, decía Séneca. Encender una fogata, una lámpara, una vela, es parte de la liturgia del fuego. Hay velas que se encienden para inspirar un encuentro amoroso, otras ofrecen su llama en celebraciones felices. También están las velas que dan luz a la noche del adiós final, de la triste despedida. El poeta Rumi dice que ser una vela no es fácil, para dar luz, primero hay que arder.
El fuego, ingrediente presente en proverbios y frases populares, simboliza tanto la destrucción como la ardiente pasión. Refranes como “El que juega con fuego se quema” advierten sobre los peligros de situaciones arriesgadas, mientras que otros, como “Donde hubo fuego, quedan brasas,” aluden a pasiones que no se extinguen, a sentimientos que persisten. El fuego también representa la fuerza interior, la transformación y la energía vital, como expresa el proverbio chino “Del fuego más ardiente surge el acero más fuerte”.
En muchas tradiciones, el fuego actúa como un puente entre el mundo humano y el reino espiritual, que permite la comunicación con el espíritu de los ancestros.
Los rituales de fuego a menudo simbolizan el fin de un ciclo y el comienzo de otro, representando la renovación, la esperanza y la continuidad de la vida. Los Aztecas y Nahuas celebraban la ceremonia del nuevo fuego, un ritual que marcaba el fin de un ciclo de 52 años y simbolizaba la renovación del sol y el universo.
El dios del fuego, agni en sánscrito, es venerado en el hinduismo como purificador y testigo divino. En el contexto de los ritos funerarios, conocidos como Antyesti, se cree que el fuego guía el alma hacia la liberación, rompiendo el ciclo de nacimiento y renacimiento.
En la India, con música, cánticos y danzas, se celebra la aarti, una ceremonia hindú en la que se encienden lámparas de aceite para reverenciar a las distintas deidades; es como una misa, una práctica común en templos y ghats, especialmente al atardecer, y se considera una forma de limpieza de cuerpo y alma, de conexión con las jerarquías.
En el budismo, el fuego simboliza la sabiduría que quema la ignorancia y concede la transformación espiritual, esa lengua de fuego, llama pentecostal que necesitan las mentes de quienes deciden sobre el fuego de las armas, de la guerra, de la muerte. Que Dios concede la paz a nuestro planeta.
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