La elección de Yguazú con su topografía y grandes extensiones de trigales ofreció un escenario ideal para posicionar a nuestro país en el mapa mundial de la aeroestación, es decir, de los globos aerostáticos.
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Aunque las condiciones climáticas no siempre permitieron que todos los visitantes presenciaran la competencia en su totalidad, el festival sí brindó una experiencia inolvidable, demostrando el potencial de estos eventos para capturar la imaginación colectiva y dinamizar la economía local.

Este tipo de espectáculos es la culminación de un viaje que comenzó hace siglos, con la simple observación del humo ascendiendo desde una fogata.
De acuerdo al recuento histórico, la fascinación por elevarse tiene sus raíces en el siglo XVIII, era de curiosidad científica.
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Aunque el sacerdote Bartolomeu de Gusmão realizó la primera demostración de un globo no tripulado en 1709 en Lisboa, fueron los hermanos Joseph-Michel y Jacques-Étienne Montgolfier, en Francia, quienes –inspirados por el humo de una chimenea– perfeccionaron la invención.
Su demostración pública en 1783 y el posterior vuelo en Versalles con un gallo, una oveja y un pato como primeros tripulantes aéreos demostraron que los seres vivos podían sobrevivir en las alturas, abriendo la puerta a la era del vuelo tripulado.
El principio es una elegante aplicación de la física: el aire caliente, al ser menos denso que el frío, eleva el globo. La navegación, sin embargo, depende completamente de la habilidad del piloto para encontrar y utilizar las corrientes de viento a diferentes altitudes, un verdadero arte de precisión.

En los campos de batalla
Esta invención no tardó en llegar a Paraguay, pero en un contexto muy diferente. Durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), las fuerzas aliadas se encontraron con un terreno que dificultaba la observación. El comandante brasileño Marqués de Caxias solicitó un globo aerostático que, tras un primer intento fallido, fue finalmente desplegado en 1867 con la ayuda de aeronautas estadounidenses.
Desde las alturas, los aliados corrigieron mapas e identificaron posiciones enemigas, cambiando la perspectiva del conflicto. La prensa paraguaya, como El Centinela, respondió con sátira, mientras que los medios brasileños lo presentaron como un símbolo de progreso y autoridad militar.

Pero volviendo a nuestros días, el evento de Yguazú demostró la evolución del globo desde una herramienta de guerra a un sofisticado deporte de precisión. A diferencia de otras carreras, aquí no gana el más rápido, sino el más preciso.
La competencia es un “ajedrez en el cielo”, donde los pilotos deben usar su destreza para navegar las corrientes de aire y acercarse a un objetivo. La seguridad es primordial, con equipos inspeccionados y vuelos solo en condiciones óptimas bajo la supervisión de un balloonmeister o director.

Medición de habilidades
Las pruebas o tareas están diseñadas para medir diversas habilidades. “Fly-In”: los pilotos despegan desde puntos de su elección, para alcanzar una meta fija. “Hare and Hounds” (Liebre y cazadores): un globo “liebre” aterriza y los demás deben perseguirlo y lanzar un marcador lo más cerca posible.

Pero en Yguazú se aplicó la modalidad llamada “Judge declaredgGoal” (Meta declarada por el juez): todos partieron de un punto común hacia una meta predefinida, probando la habilidad de encontrar la ruta de viento más directa.
En el primer y segundo día de la competencia se pudo llevar a cabo la justa. Sin embargo, en los días subsiguientes la velocidad del viento impidió que se puedan realizar las pruebas y se priorizó la seguridad por sobre la competencia.
Otra modalidad es el “Minimum/Maximum Distance Task”: desafíos que consisten en volar la distancia más corta o más larga posible dentro de un área designada.

Mientras, por un lado, la competencia exigía precisión de élite, el festival democratizó la experiencia a través del “vuelo cautivo”.
En esta modalidad, los globos están anclados al suelo y se elevan a una altura controlada de 30 metros, permitiendo que el público general viva la sensación de volar de forma segura y accesible. El impacto en Yguazú fue notable, integrándose con la Expo local y el aniversario de la ciudad para potenciar el turismo.

Sin embargo, las condiciones climáticas jugaron una mala pasada a quienes madrugaron para ser testigos de las jornadas de competencia. Pero la seguridad, ante todo, dijeron los organizadores.
El intendente Mauro Kawano expresó el deseo de consolidar este evento anualmente. Mirando hacia el futuro; entretanto, Víctor Kim, presidente de la Organización Latinoamericana de Globos Aerostáticos, anunció los planes para llevar un festival similar a la emblemática ciudad de San Bernardino, expandiendo así esta nueva modalidad turística en el país.

Desde la curiosidad científica de la Ilustración hasta los coloridos festivales de Yguazú, el globo sigue siendo un potente recordatorio de la incesante búsqueda humana de nuevas perspectivas, demostrando que el sueño de elevarnos nunca pierde su poder para inspirar asombro.
@marta_escurra
