Cine nacional en Mar del Plata

Costa Dulce, la nueva producción paraguaya de Enrique Collar, fue seleccionada para competir en el 28.° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que se realizará el 17 y 18 de noviembre próximo. Es el tercer largometraje nacional del artista plástico y cineasta. A su favor, la obra tiene la cualidad de ser una historia mítica y sensorial.

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Ni bien terminó de montar el máster final del audio, posproducido en Asunción (en el estudio de Juan Carlos Careaga), Enrique Collar ya recibió el llamado telefónico de la programación del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con la feliz noticia de que Costa Dulce había sido seleccionada para la competencia latinoamericana.

“Terminamos a fines de setiembre y, al día siguiente, ya recibí el llamado con la grata noticia ¡y por supuesto que fue con mucha alegría!”, escribe para ABC Revista, el artista plástico y cineasta.

Y no es para menos. Pocas veces se tiene la experiencia de vivir desde adentro semejante acontecimiento y más cuando “su” película forma parte de la competencia.

“Estoy aliviado... y muy feliz de que Costa Dulce haya encontrado un primer festival y tan prestigioso como el de Mar del Plata para esta premier mundial”, añade desde su residencia en Holanda.

Dice aliviado porque el montaje fue muy complejo. “Dimos vuelta la construcción visual varias veces hasta encontrar el punto que la película nos pedía. Se trata del ritmo interno, el tempo visual que mi cine necesita. Y fueron muchos meses de trabajo con el editor. Hicimos dos veces proyecciones en mi estudio, con profesionales de aquí y amigos. Esto fue muy positivo para confrontar a la película con dos tipos de público. De esta manera, pudimos reflexionar y tomar una decisión con respecto al resultado del momento”, afirma.

El proceso de hacer una película, generalmente, es muy largo. Y de la idea inicial –que en su caso parte de una página o dos– hasta obtener el high definition o alta definición del filme existen muchas transformaciones, “muchas capas de pintura” que se van sedimentando.

“Mi manera de producir cine en Paraguay y/o para el mundo está totalmente fuera de todo tipo de industria, ya sea la del cine, la cultural o de las coproducciones europeas con Latinoamérica. Entonces, todo se va adaptando a los tiempos de mi pintura, de lo cual vivo. Escribo –en este caso junto al guionista argentino Juan Marín– pensando en la producción, los días de rodaje y un mes de estadía en Paraguay. Llegué a un punto en que debía estructurar esta metodolgía de trabajo y escribí La Docena, doce decisiones para la construcción de un cine de adentro hacia fuera. Novena y Costa Dulce fueron hechas dentro de estas reglas”, revela.

Con Costa Dulce concluyó su “trilogía paraguaya”, tres obras cinematográficas en las que reflexiona sobre “el dinero, la emigración y el mito”, entre otros temas, a través de su mirada como artista visual y audiovisual. “Pudimos hacer un camino propio con el equipo, filmando con el mismo presupuesto en cada película, con el mismo equipo humano, y llevando la cultura paraguaya a más de cincuenta festivales de cine internacionales. Todo esto me hace sentir satisfecho, con la misión cumplida. Hay obra, y esto para mí es lo más importante”, expresa.

En cuanto a sus expectativas, dice que con nuestro país ya está resignado y no tiene más expectativas de las que sucedieron con Novena. No por el público –aclara–, sino por los canales de distribución, que son los que deciden qué es lo que tiene que ver el público paraguayo. “Acostumbran a que el cine tiene que ser un show pirotécnico, mucho drama, mucha música incidental, muchos gestos, mucho entretenimiento.

Mi cine está en la otra vereda y cada vez más cerca a los valores de la pintura. Hay una distancia muy grande entre el público y los que saben de cine. Ese lugar está ocupado por gente que solo piensa en función del dinero, de la taquilla. No dan oportunidad a que el público vea otro tipo de cine. Esto es un problema mundial, por ello cada vez hay más festivales de cine. La gente necesita otra mirada del mundo, de las historias, del valor de las imágenes y cómo estas pueden interactuar con la sociedad. Novena conmovió a gente en seis festivales de Alemania, por ejemplo. Y es una película que no hace uso del drama para presionar al público, no tiene música, sin actores profesionales, y tan solo 25.000 euros de presupuesto”.

Con Costa Dulce, Collar sigue la misma línea, se expande en el paisaje de Itauguá con el objetivo de acercarse a un mito paraguayo, al tesoro escondido de la Guerra del Paraguay (1864-1870), leyenda o verdad que se encuentra presente y latente en cada habitante del Paraguay. “Desde niño escuché historias sobre buscadores de tesoros, incluso dentro de mi familia los hay. En 1994 había pintado el tríptico Plata Yvyguy, en el que sintetizaba la historia en tres paneles: La locura, La visión y La excavación. Estas pinturas, de gran tamaño, concentraron en imagen el mito y fueron un punto importante para imaginar Costa Dulce”, confiesa Collar.

Tiene como protagonista a David, un joven que pasa las horas entre su hogar y la tarea confiada para arreglar y pintar la casa de alguien que se ha marchado al exterior. Pero el impulso natural por tener nuevas experiencias hace que cometa una imprudencia y no cumpla esta labor. La llegada de una misteriosa encomienda para el dueño de casa lo inquieta y una irrefrenable curiosidad lo va poseyendo. El mito despertará a un decidido David y se verá envuelto en una historia de codicia, obsesión y muerte, poniendo en peligro lo que una persona posee como más preciado: la libertad. “Considero a Costa Dulce como un díptico de Novena. Realidad y mito –esos dos universos que marcaron mi obra pictórica paraguaya– son el núcleo principal de estas dos películas rodadas en Itauguá, y con la participación de gente del lugar, delante y detrás de cámaras”, reitera Collar.

Y claro que deseaba tener la premier mundial en Mar del Plata, por la cercanía –geográfica y cultural– y por el estupendo antecedente que había tenido con Novena, que ganó el Premio SICA (Sindicato de la Industria del Cine Argentino) en el 2010.

El 28.º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es el único calificado por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (Fiapf) como categoría “A”. Fue concebido en 1954 frente a la necesidad de reflejar el universo del cine argentino, así como también el de la cinematografía mundial. Está especialmente destinado a los realizadores de Latinoamérica. La competencia otorga el Premio Ernesto Guevara a la mejor película latinoamericana. Así que está plenamente justificada la alegría de nuestro compatriota por ser seleccionado para este evento. Y va por más. “A partir de aquí iremos por los festivales europeos”, anuncia el cineasta. Luego a casa, apuntando al Teatro Municipal e Itauguá.

Datos del filme

Título original: Costa Dulce

Formato de grabación: Full HD | Canon eso 5D Mark II-Color

Duración: 75 min.

Idioma: guaraní

Países de producción: Paraguay - Holanda

Año: 2013

Elenco:

Christian Riveros

Eladia Vázquez

Juan de Dios Collar

Ficha técnica

Fotografía: Christian Núñez

Asistencia de dirección y casting: Nelson de Santaní

Edición: André Schreuders

Producción: Luz Marina Servín

Asistencia de fotografía: Christian Acosta

Asistencia general: Stevens Báez

Guionistas: Enrique Collar y Juan Marín

Dirección de sonido: Juan Carlos Careaga

Diseño de sonido: Magalí Apodaca

Asistencia de edición: Eduardo Mora

Corrección de color: Laurent Fluttert

Producción ejecutiva (Py): Celso Chamorro

Distribución (Py): Walter Jara

Productores: André Schreuders y Enrique Collar

Dirección: Enrique Collar

Rap: Kleina MC Vrdmental Emcikario

Con apoyo financiero de: Fondec | Rotterdam, arte y cultura | Municipalidad de Itauguá

ndure@abc.com.py 

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