Con nuevos aires

Gustavo Laterza Rivarola, miembro por casi dos décadas de la Academia Paraguaya de la Historia, es ahora su flamante presidente. De esta manera, pasa a integrar la pléyade de historiadores que engrandecieron la ilustre asociación fundada en 1937.

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Licenciado en Filosofía, historiador, docente universitario, abogado, periodista y autor de importantes obras, como Historia del Municipio de Asunción; Educación, ideología y política liberal, entre otras, Gustavo Laterza Rivarola es también miembro correspondiente de las academias paraguayas de la Lengua Española y de la Historia.

Recientemente ha sido electo presidente de esta última, luego de haberse incorporado como miembro correspondiente en 1997. Este es su tercer cargo dentro de la comisión directiva, de la cual fue bibliotecario durante dos periodos consecutivos. “Uno de los problemas de la academia es el envejecimiento natural de sus miembros. Es un inconveniente que se presenta, ya que este tipo de asociaciones admite a personas que ya tienen una experiencia desarrollada en la investigación, lo que requiere, generalmente, muchos años”, comenta.

En las academias literarias o científicas, los que ingresan no pueden ser principiantes, sino deben haberse destacado por su activa participación, además de haber viajado, relacionado y escrito muchos artículos en publicaciones diferentes. Para reunir todas esas cualidades, se necesita contar con la experiencia y sabiduría con que coronan los años.

“Aunque esto, a la vez, significa también un problema, porque las personas mayores son menos ágiles; generalmente, por sus múltiples compromisos, no cuentan con tiempo suficiente para dedicarle a la academia”, reconoce, a la vez que resalta la necesidad de incorporar gente joven, con ímpetu, que dinamice las actividades. “Lo ideal sería conciliar la experiencia de los años con el entusiasmo innovador de la juventud, y lo intentamos de cierta manera. Tenemos dos clases de integrantes: los académicos de número, que son los séniors, los mayores, y los miembros correspondientes. En esta última categoría se incluyen a los jóvenes historiadores del Paraguay, principalmente, pero también pueden ser de otros países”, señala.

Para que una persona pueda ingresar como miembro correspondiente de la academia debe ser propuesta por cinco académicos de número; luego, se estudian sus antecedentes y méritos. No es indispensable tener un doctorado en Historia o ningún título universitario. “En la academia tenemos doctores en Historia y otros miembros que no cursaron carreras universitarias, pero son historiadores”, subraya.

Entre sus proyectos, la academia tiene programada la celebración del sesquicentenario de la Guerra de la Triple Alianza, que ya comenzó este año y, probablemente, se prolongará hasta que se cumplan los 150 años de 1870 o, también, hasta la fecha en la que se recuerda el retiro de los ejércitos ocupantes de nuestro territorio. “Pero eso está también por verse, porque si se prolonga mucho un festejo, se va volviendo un poco rutinario. Por lo tanto, quizá, se realizarán actos conmemorativos de los hitos más importantes de la guerra; las batallas, principalmente”, expresa.

Publicaciones

La academia cuenta con un anuario en el cual se publican trabajos de historiadores paraguayos y miembros correspondientes extranjeros, así como también artículos de historiadores cuya contribución –aun sin ser miembros– resulta interesante y, a partir del año que viene, publicará dos ediciones anuales. “Se podría decir que es un libro, ya que tiene más de 50 páginas y cuenta con unos 10 o 12 artículos. Algunos de nuestros miembros colaboran también en las publicaciones de academias de países vecinos, como Argentina o Uruguay”, detalla.

Entre sus planes está, además, conversar con las autoridades de la Secretaría Nacional de Cultura y las comisiones de cultura del Congreso, incluso con la Unesco, para ver si se pueden concretar algunos proyectos relacionados con bibliotecas, repositorios de documentación y archivos.

Este tipo de proyectos necesita de mucho impulso, porque se están perdiendo las bibliotecas; los herederos las disuelven o venden enteras, o comercian los documentos sueltos en el extranjero. “Hay traficantes de documentos dentro y fuera del país. Queremos impedir que esos materiales se dispersen por el mundo, que queden acá y se los pueda mantener, pero eso cuesta dinero”, admite.

A las reuniones mensuales pueden asistir tanto los miembros como los que no integran la junta. “Allí se plantean los temas, se discuten y, cuando se lleva a votación, participan todos, no solamente los miembros, sino también los académicos de número presentes. El presidente solo dirige las sesiones como un miembro más de la comisión y vota igual que los demás”, expresa.

Laterza insta a los jóvenes historiadores a acercarse a la academia para entablar conversaciones que lleven a conformar un equipo de trabajo. Si estos desean ingresar, pueden realizar los trámites, aunque no es una condición. Igualmente, pueden publicar sus trabajos si cuentan con suficiente mérito. “Muchos historiadores están realizando investigaciones por su cuenta. Pero, en vez de integrarse a la entidad, conforman otras asociaciones. No es lo mismo publicar 20 trabajos en un solo volumen que por separado, como tampoco realizar 20 conferencias, seminarios o disertaciones en el año, en distintos lugares, que hacer un seminario de tres días en el que todo el mundo pueda contar con 20 min para exponer sus trabajos. Esas son las ventajas de trabajar en conjunto”.

La academia

Fundada en 1937, la Academia Paraguaya de la Historia es una asociación muy antigua y contó con los historiadores más conocidos del Paraguay del siglo XX, como Efraím Cardozo, Julio César Chaves, Rafael Eladio Velázquez, Manuel Domínguez y Fulgencio R. Moreno. El estatuto actual establece la cantidad máxima de 30 académicos de número. Recién cuando fallece uno de ellos, de acuerdo a la propuesta, sube alguien como académico de número. Para los miembros correspondientes, no hay límite. Anteriormente, los miembros correspondientes debían residir fuera de Asunción, ser del interior o exterior. “Vamos a suprimir ese requisito para que los residentes en Asunción puedan ser miembros correspondientes”, menciona.

La asociación se sustenta con el aporte de la fundación La Piedad, además del filántropo Andrés Barbero, quien dejó fondos para las academias de Historia y de Ciencias. Ambas tienen su sede en el edificio de la fundación. La junta directiva está integrada por un presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, bibliotecario y síndico, quienes se reúnen una vez al mes. Las autoridades se renuevan cada tres años. Actualmente están en vías de modificar el estatuto y reducir el periodo a dos años, de manera que las renovaciones de cargos sean más frecuentes.

mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Archivo.

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