Disfruto pintar

Después de un año, el artista plástico Enrique Collar regresó al país para presentar una muestra y participar de la Contrabienal de Asunción 2015. Hoy, une la fotografía y la pintura para mostrar su arte.

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Un año atrás presentaba una muestra individual a la que llamó Oxígeno. Antes, el también cineasta había estrenado su filme Trilogía paraguaya. Hoy se vuelca más a los pinceles y afirma que se toma “un tiempo sabático” con el audiovisual. “Me reencontré con la pintura de una manera muy fuerte”, confiesa.

Después de muchos años de haber estado dividiendo su tiempo entre las formas y el audiovisual, Collar eligió las artes plásticas tanto para su exposición individual como para la Contrabienal. “Traje dos propuestas: una es Bollywood, en la que hay retratos de amigos que pasaron por el estudio y los he retratado. Son fotografías, pero, a su vez, hay una serie de pinturas basadas en esas fotografías... Esa lucha permanente entre ambas expresiones artísticas es lo que trato de unir y que existe desde hace tanto tiempo. Para mí, son lenguajes que se han juntado mediante el cine también. Directamente, hoy en día pienso en la fotografía como pintor y comienzo una pintura cuando la fotografía está lograda para, finalmente, dar a conocer la reproducción fotográfica de la pintura”, expresa el artista.

Sus cuadros reflejan con claridad el diálogo entre estos dos lenguajes de las artes plásticas. El alma del retratado trasplanta al lenguaje de la pintura, pero con la riqueza de matices que el pintor le añade.

Límites confusos

Collar dice que estamos en un momento en el que los límites son muy confusos y le gusta jugar en ese desconcierto de lenguajes. El “estado de reposo” del cine se debe precisamente a que vuelve a salir a la superficie esa pasión hacia las artes plásticas. “El cine que me gusta y me aporta es una pantalla muy difícil de distribuir, por eso el ‘tiempo sabático’... Me gusta el cine que cuestiona el lenguaje cinematográfico. Las tres películas que hice en el Paraguay fueron un desarrollo. Ahora necesito volver a sedimentarme, a sentir una interrogante sobre lo que es el cine para mí. Esas motivaciones tienen que regresar para accionar nuevamente”.

La trilogía de Collar se trata de tres películas: Costa Dulce, Novena y Miramenometokéi. Desde el 2002 hasta hace poco se dedicó a esta disciplina, pero pintar fue más fuerte y volvió con todo. “A través de la pintura podemos narrar hechos reales o ideales que nacen en nuestra mente”, dice el artista.

Durante su breve estadía por el país, participó también de la Contrabienal, que surgió como respuesta a la primera Bienal Internacional Asunción 2015. “La Contrabienal no es una nueva actividad; surgió en los años 60”, afirma Collar.

Efectivamente, la Contrabienal surgió de una red de artistas latinoamericanos, solo posible en una ciudad como Nueva York. Desde mediados de los 60 hasta los 70, Nueva York se encontraba en una posición privilegiada: fuera de Latinoamérica, pero paradójicamente en el centro de su comunidad artística. La Contrabienal permitió un discurso sobre el arte latinoamericano distinto del prevalente en las instituciones neoyorquinas y las bienales internacionales, uno que se orientaba a una nueva identidad basada en ideales y objetivos políticos compartidos.

En nuestro país surgió como un espacio para mostrar otras propuestas artísticas y, en este, Enrique Collar mostró su destreza y buen ojo en La Macchinetta, donde siguen expuestas sus obras.

Como pintor, su currículo se ve nutrido de múltiples exposiciones, individuales y colectivas, tanto a nivel nacional como internacional. En museos, centros culturales, galerías de arte y salas de exposiciones de España, Londres, Estados Unidos y Buenos Aires se vieron sus trabajos. Su talento también permanece en colecciones privadas de nuestro país, Argentina, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, Francia, Suiza, España y Holanda.

Actualmente vive y trabaja en Holanda, pero cada tanto vuelve al terruño para dejar su arte. Y proyectos hay siempre. Nuevos trazos para el 2016. Su labor aporta a la cultura. Sus piezas son apreciadas y requeridas. “Voy a seguir haciendo lo que me gusta; llevar mi pensar a todos los lugares donde me permita el arte”, dice.

Su pensamiento es su fuente de creatividad, el sostén de sus obras. “Disfruté y sigo disfrutando de la pintura. Soy feliz de poder pintar”, concluye.

ndure@abc.com.py

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