Análisis de suelos - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

El cuidado y buen manejo del suelo es una práctica agronómica fundamental que debe formar parte del protocolo responsable que todo productor realice en su finca. Particularmente si apunta a producir de acuerdo a las normativas de las buenas prácticas agrícolas, cada vez más demandadas por los consumidores de gran número de países.

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La fertilidad natural del suelo, su buena textura y estructura son clave para asegurar elevados rendimientos agrícolas.

IMPORTANCIA

El análisis de suelo, para su posterior análisis físico-químico, debe realizarse cada dos o tres años, a fin de tener una “radiografía” sobre el estado en el que se encuentra el suelo y qué necesita para mantener su productividad; además de su riqueza en microflora y microfauna, indispensables por el trabajo que realizan los microorganismos para la nutrición de las plantas. Cuidar el suelo debe ser la premisa número uno de todo agricultor, pues de este depende la producción de los alimentos vegetales, tanto para consumo humano como animal. El análisis se acompaña de las recomendaciones a tener en cuenta para su recuperación, de acuerdo al tipo de cultivo a establecer: hortalizas, cereales, oleaginosas, frutales, flores, entre otros. Entre las recomendaciones más usuales figuran: el agregado de algún elemento químico importante o macroelemento, como nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K); la necesidad de incorporar algún microelemento, como magnesio; la adición de cal agrícola en una determinada dosis, para neutralizar la acidez del suelo; el agregado de materia orgánica, para mejorar su textura y estructura, principalmente en suelos arenosos. En todos estos ejemplos hay que tener presente los cultivos anteriores, actuales y futuros en una determinada parcela.

EXTRACCIÓN DE MUESTRAS

Para la toma de muestras de suelo, el productor necesita las siguientes herramientas y elementos: una pala de punta, un cuchillo o machete, un balde y bolsas de plástico limpias. Los pasos a realizar son: limpiar la superficie del terreno, para eliminar los restos de plantas, vegetación y demás residuos que hubieren sin raspar la superficie. Abrir un hoyo en forma de “V”, de 20 cm de profundidad, con ayuda de la pala de punta, para eliminar los restos de raíces, vegetales y demás existentes. Extraer de uno de los lados del hoyo una camada de tierra, de 3 a 5 cm de espesor. Eliminar los bordes de cada lado de la porción de tierra extraída con ayuda del machete o cuchillo, dejando la parte media para la muestra. Depositar en el balde limpio la parte o camada media de tierra separada. Repetir la operación de extracción de muestras en cada uno de los puntos del terreno que se hubieren marcado, depositando cada porción seleccionada en el balde. Se estiman unas 10 tomas/ha de terreno. Mezclar las muestras recogidas en el balde, a fin de obtener una más representativa del terreno. Comprobar que la muestra esté bien seca; de lo contrario, se secará a la sombra bajo techo. Tomar de la mezcla una porción de ½ a 1 kg y colocarla en la bolsa de plástico. Enviar la muestra al laboratorio, acompañando con los siguientes datos: nombre y apellido del propietario, localidad, parcela, cultivo anterior, cultivo a implementar y fecha de extracción de la muestra. Esta puede enviarse a una de las direcciones siguientes: Laboratorio del Instituto de Investigación Hernando Bertoni (IPTA), km 48, ruta 2, Caacupé. Laboratorio del Departamento de Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción, Campus Universitario de San Lorenzo. Laboratorio de análisis de Cetapar-Fundación Nikkei en el distrito de Yguazú, Alto Paraná.

(*) Especialista en Comunicación Rural.

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