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El primer país que aprendió a reconocer la importancia del árbol fue Suecia. En 1840, instituyó el Día del Árbol para que los niños conozcan su importancia y la responsabilidad que tienen a temprana edad de mantener un ambiente saludable para las generaciones venideras. Este ejemplo es válido para que en nuestro sistema educativo se tenga en cuenta la importancia de este día no solamente con recordatorios, sino con ejemplos claros, incorporando en la malla curricular la importancia de los árboles en el cuidado del ambiente para un mejor desarrollo saludable de nuestra población.
En nuestro país, en 1900, a sugerencia del Dr. Moisés Bertoni, entonces director de la Escuela de Agricultura en Santísima Trinidad, se instituyó la Fiesta del Árbol. Desde 1904, se hacían algunos recordatorios, hasta que el Ministerio de Educación y Cultura estableció el 14 de mayo como Día del Árbol. Esta fecha, posteriormente, fue modificada por resolución n.º 78 del mismo ministerio en mayo de 1954, declarándose La Semana del Árbol del 14 al 19 de ese mes, fijando este último día como Día del Árbol. Este año se festeja el 19 de junio.
Lamentablemente, esa fecha no sirvió de mucho, porque la deforestación creció en forma paulatina y llegamos a nuestros días con cifras verdaderamente alarmantes que ponen en peligro nuestro ecosistema.
Muchas veces, en estas recordaciones, se hacen fiestas, plantan árboles, pero no se los cultivan, muchos quedan como un símbolo de lo que fue, solo una intención. Es por eso que debemos recordar lo que decía el Ing. Silvio Codas: “No solo hay que plantar, sino cultivar al árbol, para que este llegue a cumplir con su finalidad”.
Generalmente, denominamos árboles a aquellas plantas cuya altura llega a superar los 5 m, producen ramas secundarias cada año y, a diferencia de los arbustos, parten de un solo tronco, culminando en una copa separada del suelo. Por lo general, los árboles son más longevos que otros tipos de plantas; hay algunas especies que pueden vivir milenios y tener alturas que superan los 90 m, como las sequovas.
Los árboles tienen una gran importancia en la protección de nuestro planeta. Absorben el dióxido de carbono y eliminan oxígeno. Un hombre necesita para vivir unos 400 l por día de este gas. Para tener una idea de su importancia en este punto, destaquemos que en un año una hectárea de árboles puede absorber tanto dióxido de carbono como el producido por un automóvil que recorre 41.00 km
La implantación ordenada de arboledas combate la erosión del suelo, disminuye la contaminación de las aguas, presta un gran servicio a los animales no solo como factor alimenticio, sino como hogar. Su follaje se comporta como un buen amortiguador del ruido producido por los vehículos y favorecen el embellecimiento de las calles.
En países como el nuestro, en épocas de calor, disminuyen la temperatura al menos 5 ºC en su sombra, valor que aumenta con el viento.
Las variaciones producidas entre los seres vivos y el ambiente componen el ecosistema natural; a medida que se fueron creando los pueblos y ciudades, se dio origen al ecosistema urbano y ambos se diferencian fundamentalmente en la forma de eliminar la energía.
En todos los ecosistemas, el árbol juega un papel preponderante y es algo que no debemos dejar pasar por alto cuando se realizan las planificaciones de los barrios, la reserva de los espacios verdes, ya que estos son fundamentales en la salud de sus pobladores.
Cuando se va a plantar un árbol, es bueno saber para qué lo hacemos. En las veredas hay especies compatibles y otras incompatibles; muchas veces, por desconocimiento, se cometen errores que solo con los años se ven, como la destrucción de las veredas o la rotura de caños y murallas. He visto cómo una planta de guayaba de variedad japonesa destruyó los caños de desagüe en una casa. Lo mismo que los ficus, cuyas raíces se extienden por metros en busca de agua, o los álamos cercanos a las murallas. Antes de plantar un árbol es bueno consultar con los técnicos forestales que tenemos —y muy buenos— en nuestro país.
La poda se debe realizar con técnica, de tal forma que no dañe a los árboles. Para ello están las podas de formación, curativas, estacionales y ornamentales, cada una de ellas tiene técnicas y épocas apropiadas.
No destruyamos en un día lo que a la naturaleza le costó años producir para nuestro beneficio.
Nuevas técnicas de producción permiten armoniza la producción animal con la forestas como es el sistema silvopastoril que permite armonizar el trabajo con especies forestales, pasturas y animales. Esto puede ser planificado o adaptado, como se realiza con la producción de eucaliptus y la ganadería. Ayudando a proteger las especies nativas, usando el eucaliptus para la industria y la sombra para el bienestar animal. Ya hay varios ejemplos en nuestro país que están dando sus frutos, como es el de la Cooperativa Friesland.
El Día del Árbol es una llamada de atención para ayudar a proteger el ambiente y el bienestar de nuestra población.
“La educación es la base del desarrollo de las comunidades”. p.m.g.