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Adriana Cymerman de Sborovsky, decoradora, refiere que para lograr espacios coloridos, pero al mismo tiempo armoniosos, antes que nada debemos elegir un tono base en el ambiente, es decir, el 60% del espacio el color principal y el 30% un tono que lo complemente, mientras que el 10% uno que acentúe.
“Si elegimos un tono fuerte como principal lo recomendable sería utilizar en complemento un color claro, como el manteca o gris claro, y los que acentúan objetos pueden ser en otro color fuerte, pero que sea compatible con el principal de modo a realzar los detalles”, aconseja.
Cymerman menciona que, en cambio, si nuestra base es muy clara, como el blanco o gris ceniza, se pueden combinar los colores fuertes entre sí para dar alegría al ambiente y calidez. La mezcla del azul con verde luce estupenda, así como el lila con rojo.
En tanto, Federico Mallén, decorador, dice que podemos dar color al ambiente trabajando en capas, primero con las paredes, luego los muebles, después las telas, seguimos con los objetos y, por último, se añaden flores o plantas.
“Otra forma es pintando todas las paredes de un color y el techo de otro, inclusive el piso puede ser de otro tono. Los muebles también pueden ser coloridos, con alfombras, o con almohadones”, agrega.
Para cambiar la imagen
Mallén enfatiza que lo más accesible para dar nueva imagen al espacio es el color en las paredes, para ello se podrán mezclar hasta tres colores en un mismo espacio, por ejemplo, rosa.
Se usan dos tonos sutilmente diferentes y uno más tenue en el cielorraso.
El decorador refiere que los tonos metalizados son la tendencia, el plata, cobres y dorados.