Tutu

Recordamos a Desmond Tutu (Klerksdorp, 7 de octubre de 1931-Ciudad del Cabo, 26 de diciembre de 2021), luchador contra el apartheid en Sudáfrica y primer obispo negro de Johannesburgo, fallecido el domingo pasado a los 90 años de edad.

En el centro, Desmond Tutu, arzobispo de Johannesburgo, marchando por la liberación de Geoff Moselane en abril de 1985. A la izquierda, el obispo Sigisbert Ndwandwe; a la derecha, el obispo Simeon Nkoane (Foto: Robert Tshabalala).
En el centro, Desmond Tutu, arzobispo de Johannesburgo, marchando por la liberación de Geoff Moselane en abril de 1985. A la izquierda, el obispo Sigisbert Ndwandwe; a la derecha, el obispo Simeon Nkoane (Foto: Robert Tshabalala).gentileza

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El pasado domingo 26 de diciembre falleció Desmond Tutu, arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, hijo de Aletta Tutu, empleada doméstica, y Zachariah Tutu, maestro. Igual que Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, Tutu recibió el premio Nobel de la Paz por su lucha contra el apartheid. Conocedor de la cultura africana y la europea, de la tradición cristiana y la bantú, defendió el ideal de la reconciliación, que prolonga un concepto central de su pensamiento teológico, el concepto de «ubuntu». Tutu era xhosa, y el sentido que da al término «ubuntu» (plural de «bantú», palabra acuñada por el filólogo y antropólogo alemán Wilhelm Bleek a mediados del siglo XIX para designar cierta unidad lingüística de varias lenguas africanas habladas al sur del Sahara) es prácticamente el mismo sentido que tiene en un proverbio de dicha etnia: «Ubuntu ungamuntu ngabanye abantu», «Las personas son personas gracias a otras personas».

Introducido en Sudáfrica en 1948 por el Partido Nacional (en afrikáans, Nasionale Party), el sistema de apartheid dividió racialmente a los sudafricanos en negros, mestizos y blancos y permitió a la minoría gobernante favorecer a los últimos con la propiedad preferencial de la tierra, la segregación en el acceso a servicios públicos y cargos políticos y otros privilegios de diversa índole. Esto suponía una desigualdad inaceptable para Tutu por sus convicciones religiosas: si «las escrituras dicen que fuimos creados a imagen de Dios», queda desmentida cualquier pretensión de superioridad basada en «irrelevancias biológicas» (como el color de la piel), sostenía.

Para Tutu, la política de apartheid del Partido Nacional, además de promover violaciones de derechos humanos y socavar las bases de toda posible democracia al negar la igualdad entre los ciudadanos, había dividido la población en dos «razas» enemistadas, lo cual hacía necesario restaurar la dignidad humana en esa sociedad. Su postura era contraria a la de la Iglesia Reformada Holandesa, que, conectada estrechamente con el gobierno, legitimaba el apartheid mediante la doctrina de la superioridad racial de la minoría blanca como «pueblo elegido» por Dios.

Desmond Tutu y Nelson Mandela, Cape Town City Centre
Desmond Tutu y Nelson Mandela, Cape Town City Centre

Tutu partía de la Biblia para defender la igualdad de todas las «razas» y la igualdad humana en general («No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos sois uno en Jesucristo», Gálatas 3:28). El deseo de dominación había alejado de Dios a la minoría blanca, al gobierno del apartheid y a la Iglesia Reformada Holandesa. Eso dijo Tutu a la Comisión Eloff, ante la que tuvo que comparecer en 1982 para ser juzgado por su oposición al gobernante Partido Nacional: calificó su política de herética y malvada, y dijo: «Nos está juzgando, por ser cristianos, un gobierno que se dice cristiano. Quizá nos digan ahora que ser cristiano en Sudáfrica es un delito» (1). Para Tutu, el delito –o, más bien, el pecado– era el apartheid, y por eso durante el juicio advirtió al gobierno que no siguiera el camino de Hitler, Nerón, Lenin, Mussolini, Stalin, etcétera (fueron ejemplos enumerados por él), ya que los gobernantes no son más que seres humanos comunes que nunca deben, en consecuencia, convertirse en tiranos (2).

El apartheid fue abolido con una nueva constitución en 1994. Poco antes, en 1990, Tutu se entrevistó con un Mandela liberado después de 27 años de prisión, que lo nombraría más adelante presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de 1995, integrada por delegados de las iglesias anglicana, metodista, católica, por un musulmán, por un hindú y por representantes de agrupaciones de sudafricanos blancos y negros. La comisión de Tutu buscaba justicia para los oprimidos por el apartheid y reintegración a la sociedad para sus opresores: Tutu no quería venganza, sino restauración de la relación rota. La justicia fue, sin embargo, una prioridad para reparar parcialmente los daños sufridos por las víctimas de encarcelamiento, violación, asesinato, tortura: debían ser indemnizadas por el gobierno con acuerdos económicos, con restauración de tierras, con reunificación de comunidades. El reconocimiento de sus delitos por parte de los opresores blancos y su arrepentimiento eran parte de los propósitos de la comisión de Tutu, que alentó a los verdugos a disculparse con sus víctimas, y a estas a perdonarlos. En una entrevista del 2006, Mandela contó que había aprendido, mientras crecía en Sudáfrica, que ubuntu significa respeto, humildad, perdón, unión, confianza (3): en Mandela, como en Tutu, parece la antítesis de la segregación por motivos raciales. En el caso de Tutu, el racismo es, además, herético: «el apartheid no tiene sentido lógico [porque] niega que los seres humanos hayan sido creados a imagen de Dios» (4). Frente al apartheid, que afrenta la dignidad humana, la teología del ubuntu de Tutu busca una reconciliación que restaure la igualdad entre todos como creados por Dios.

De hecho, este es, sensu stricto, el mensaje neotestamentario, como lo cita (y, más adelante, lo glosa) el propio Tutu: «Y dice Jesús que hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse» (5). Y sigue: «Lo que somos, lo que tenemos, incluso nuestra salvación, es un regalo; no es algo que se pueda merecer, sino algo que se recibe sin más. Dios no se decepciona de nadie, porque Dios nos ha amado desde el inicio de la eternidad. Dios nos ama ahora, y Dios nos amará siempre, a todos y cada uno de nosotros, a los buenos y a los malos, por los siglos de los siglos. Y los que piensan que esto abre las puertas a la laxitud moral, obviamente nunca han estado enamorados, porque el amor es un desafío mucho más riguroso que la ley».

Notas

(1) «We are under trial for being Christian and that by a Government which claims to be a Christian. It may be that we are being told that it is an offense to be a Christian in South Africa». Desmond Tutu, 1982. Citado en: Alexander Kokobili, «An Insight on Archbishop Desmond Tutu’s Struggle Against Apartheid in South Africa», Kairós. Evangelical Journal of Theology, vol. XIII, n. 1 (2019), pp. 115-126.

(2) Ibídem.

(3) Nelson Mandela entrevistado por Tim Modise: «Experience Ubuntu Interview», 24 de mayo de 2006. En línea: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Experience_ubuntu.ogg.

(4) Desmond Tutu / Michael Battle: Reconciliation: the Ubuntu theology of Desmond Tutu, Cleveland, The Pilgrim Press, 2009.

(5) Desmond Tutu: No Future without Forgiveness, Random House South Africa, 1999.

juliansorel20@gmail.com

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