Cargando...
Como estadounidense harto de beber cerveza en nuestras imitaciones locales del Oktoberfest, el año pasado reservé un vuelo a Múnich y, camuflado dentro de uno de esos aberrantes grupos de jóvenes turistas ruidosos con caras bobas como la mía, me sumergí en el Weisn (como lo llaman allí) y descubrí: 1) que los muniqueses se visten para la ocasión con trajes bávaros –lederhosen ellos, dirndls ellas–; 2) que el entusiasmo por brincar y corear «99 Luftballons» en Múnich sigue tan fuerte como en 1985: y 3) que el Weisn tiene su propia versión de los «polvitos mágicos» que circulan en todos los bares de este infierno global: unas rayas –o unas pulgaradas, pues se inhala dieciochescamente, como rapé– del dulzón y mentolado Weisn Pulver te hacen pasar noches sin dormir y bebiendo ríos de cerveza.
Ignoro si ya tengo seguidores en Paraguay, pero me consta que (gracias a Google Translate, que devuelve al inglés original mis palabras para ellos) sí tengo unos cuantos en Greenwich Village: prometo la crónica completa de mis aventuras teutónicas en el münchner volkfest para octubre, la fecha más oportuna.
Lea más: Noche de sábado en el Stonewall Inn
Antes de volver a casa, me tomé un día para visitar al fantasma de Luis de Baviera, cuyo joven y hermoso cadáver fue encontrado a orillas del lago de Starnberg. Después de permanecer casi diez minutos sumido en hondas reflexiones mientras contemplaba la tersa superficie de las aguas en pose decimonónica, a lo Werther, me aburrí endiabladamente y me lancé a las calles del pueblito aledaño de Berg en buscar de algún antro.
No tardé en toparme con una taberna bávara, una Stüberl, la Oskar Maria Graf Stüberl. Chopp en mano, fui debidamente informado de que en esa venerable casa nació el escritor epónimo el 22 de julio de 1894, noveno de los once hijos del panadero Max Graf y su esposa Therese, de soltera Heimrath.

Oskar Graf llegó a los 17 años y sin un peso a Múnich, entonces centro de la vida intelectual y artística alemana, donde los anarquistas Erich Mühsam y Gustav Landauer habían fundado el grupo Tat para difundir la idea entre el lumpen‒proletariat desdeñado por los marxistas. Graf se unió a ellos con fervor y se convirtió en el secretario del grupo, mientras sobrevivía trabajando como panadero, ascensorista y empleado de correos. Pasaron largos años antes de que empezara a ganar renombre como escritor, con su novela Wir sind Gefangene, publicada por Drei Masken Verlag y traducida al inglés e impresa en Estados Unidos con el título Prisoners All gracias a los buenos oficios de Thomas Mann.
Lea más: AnarKafka
Si salgo en bici de mi baticueva de Manhattan, pedaleo hacia el Empire State Trail, sigo hasta el Hudson River Greenway, tomo la melancólica callejuela de St. Clair Place, me deslizo a lo largo del río Harlem, giro hacia Dyckman Street y doblo a la izquierda en Bogardus Place, llego a un gran edificio de ladrillo que se alza pesadamente desde hace un siglo en Hillside Avenue. Aquí, hasta su muerte en 1967, vivió Oskar Graf.

¿Cómo terminó Graf su vida a una hora de distancia de mi casa (en bici)? Habíamos dicho que su novela Wir sind Gefangene fue un éxito y que desde su publicación comenzó a ganar renombre como escritor. Sin embargo, triste ironía, esa sonrisa del destino le llegaba demasiado tarde: era 1927 y faltaba poco para que el nacionalsocialismo subiera al poder.
Cuando subió, y comenzó a prohibir libros y autores, Graf fue incluido en la «lista blanca» (la de los escritores bien vistos por el nuevo régimen) como Heimatschriftsteller (folclorista).
Lea más: Postrimerías del asesino
La noche del 10 de mayo de 1933, en la enorme hoguera que los horribles jóvenes de la Liga Nacionalsocialista de Estudiantes Alemanes (Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund, NSDStB) encendieron con sus antorchas en la Bebelplatz de Berlín, entre los miles de libros que ardieron no estaban los de Oskar Graf.
Cuando Graf, que estaba en Viena, se enteró, escribió su famoso manifiesto «Verbrennt mich!» (¡Quemadme!), en el que protestaba, indignado, y exigía que sus obras también fueran prohibidas y quemadas. El incendiario –nunca mejor dicho– escrito de Graf apareció en el periódico vienés Arbeiter-Zeitung el 12 de mayo y marcó su destino, ya que después de su publicación no pudo volver a Alemania. Sus deseos fueron cumplidos, sus obras fueron prohibidas y sus libros fueron quemados en una hoguera en su Múnich natal.

Tras algunos años de errancia, en 1938 Graf y su compañera, Mirjam Sachs, llegaron a Estados Unidos y se establecieron en Manhattan. La novela que muchos hoy consideran su obra maestra, Das Leben meiner Mutter, publicada aquí como The Life of My Mother en 1940, Graf la escribió en este edificio de Hillside Avenue. Su obituario, publicado en la página 43 de la edición del 29 de junio de 1967 de The New York Times, decía:
«Oskar Maria Graf, escritor alemán que fue uno de los primeros y más abiertos opositores a los nazis, murió ayer en el Hospital Mount Sinai. Tenía 72 años y vivía en el número 34 de Hillside Avenue, Upper Manhattan».
Después de su muerte, se siguió manteniendo durante muchos años en Manhattan una tradición creada por él en la década de 1940: el Stammtisch. Lo contaba, en un reportaje publicado el 24 de marzo de 1996 en el berlinés Tagesspiegel, un amigo de Graf que solía reunirse a comer y charlar con él en el restaurante Alt-Heidelberg, en la 2ª Avenida.
Lea más: Café y cultura
Un Stammtisch es una tertulia que se celebra con regularidad en un bar o restaurante para comer, beber, debatir, conversar. Una famosa fotografía ha congelado para siempre en un Stammtisch de Manhattan a Oskar Graf, salvaje, enorme, chopp de cerveza en la mano, y su pequeño y sonriente amigo Bertold Brecht en 1943.
Sentado en la Oskar Maria Graf Stüberl, me reí solo al pensar en lo cómico que era haberme topado con la historia de Graf en el pueblo donde nació, cuando vivo en la ciudad donde murió. Moraleja: los seres humanos somos capaces de verlo todo, menos lo que está en nuestras narices.

*Robert Purdy es tatuador, dibujante de cómics, licenciado en Bellas Artes (BFA) por la Cooper Union, estudiante del programa de Diseño Transdisciplinario de la Parsons School of Design y corresponsal del Suplemento Cultural en Nueva York.
*Traducción del inglés: Montserrat Álvarez.
