El polifacético José Segundo Decoud, constituyente, políglota y diplomático

Recordamos al controvertido José Segundo Decoud, que en marzo de 1909 encontró su trágico final.

Retrato de José Segundo Decoud (ilustración de Mon Tzé, 2025).
Retrato de José Segundo Decoud (ilustración de Mon Tzé, 2025).MONSERRAT ALVAREZ

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Nació en el ámbito de las familias francesas reclutadas por Carlos III, el de las Reformas Borbónicas. Sus tíos Teodoro y Gregorio, dedicados a la importación y exportación, estuvieron asociados en el comercio con la familia López hasta que, antes de que José Segundo cumpliera 10 años, fueron acusados de ser parte de la nunca probada conspiración Cansttat y sumariamente fusilados por orden de Carlos Antonio López.

Todos los familiares cayeron en desgracia y algunos se exiliaron, como su padre, Juan Francisco Decoud, que se involucró en actividades de resistencia al gobierno en la Asociación Paraguaya, precursora de la Legión Paraguaya que empuñó las armas para poner fin al despótico régimen. Su madre, Concepción Domecq, se quedó en Paraguay con sus hijos menores solo para soportar actos de crueldad como ser dejada en una playa solitaria a merced de peligros.

Estallada la Guerra Grande, José Segundo se convirtió en secretario de las negociaciones de la rendición del comandante Antonio de la Cruz Estigarribia (Lacu) tras la Batalla de Uruguayana. Conformado el gobierno provisorio luego de la ocupación de Asunción, en 1869, Juan Francisco fue seleccionado como miembro del triunvirato que regiría temporalmente la política nacional. Sin embargo, pese a sus méritos intelectuales, fue vetado por los brasileños bajo la acusación de ser muy favorable a Argentina y reemplazado por Cirilo Antonio Rivarola.

Gabinete del presidente Bernardino Caballero (1880 - 86)
Gabinete del presidente Bernardino Caballero (1880 - 86)

Lejos de amilanarse, Juan Francisco –que formaba una formidable asociación intelectual con su hermano mayor Juan José– utilizó su acomodada posición económica para proceder a la apertura del periódico La Regeneración, vocero de las ideas liberales de la época. Otro periódico, La Voz del Pueblo, era el baluarte del pensamiento conservador más tradicional.

La gran tarea en 1870, luego del deceso de Francisco Solano López el 1 de marzo en Cerro Corá, fue la convocatoria a una Convención Nacional Constituyente para la elaboración de una Carta Magna. Una gran novedad fue la instauración del voto cantado, que se consideró un avance, pues en la era anterior los ciudadanos podían expresarse solo con aprobación de las autoridades en los Congresos nacionales, siempre presididos por uno de los López, padre o hijo.

La Convención Nacional Constituyente procedió a reunirse propiciando acalorados debates. No obstante, el texto aprobado casi siempre coincidía con el borrador publicado en La Regeneración por Juan José Decoud.

El resultado fue un documento que garantizaba libertades, prohibía la dictadura y propiciaba la estricta división de poderes. Pese a la ocupación brasileña, los constituyentes declararon fenecida la esclavitud en el Paraguay. Y cualquier esclavo que pisase el territorio obtendría su inmediata libertad.

La peste de 1871 se llevó a jóvenes promisorios como el vicepresidente de Rivarola, Cayo Miltos, reemplazado por Salvador Jovellanos, y Juan José Decoud, de 24 años. Su hermano José Segundo procedió a labrarse un cursus honorum envidiable en el servicio público, comenzando en el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública. Su labor periodística fue siempre sobresaliente. Condenó el fraude alrededor de los préstamos de Londres de 1871 y 72 y, ya bajo el gobierno provisorio de Jovellanos, fue abandonando su asociación con los demás liberales para establecer un equipo con el carismático general Bernardino Caballero, quien, cuando asumió la presidencia en 1880, lo tenía ya como mentor intelectual. Desde el cargo de ministro de Relaciones Exteriores, regularizó la diplomacia paraguaya, y empezaron a llegar inmigrantes europeos (como los alemanes de San Bernardino). En 1883 firmó el acuerdo Decoud-Kubly, por el que Uruguay dejó sin efecto la deuda de guerra. Para 1885, el presidente Máximo Santos llevó el mea culpa uruguayo al extremo de devolver los trofeos de guerra y solicitar disculpas por el papel de su país en la Triple Alianza.

José Segundo Decoud en 1870
José Segundo Decoud en 1870

En 1883, en medio de grandes carencias financieras, José Segundo Decoud preparó el texto de la Ley de venta de las tierras públicas y yerbales fiscales, primer atisbo de optimismo financiero sobre el futuro de Paraguay, por los ingresos provenientes de dicha liquidación, en un principio promisoria, aunque negativizada más adelante por la especulación.

Ya en pleno gobierno de reconstrucción nacional, José Segundo Decoud convenció al general Bernardino Caballero de poner en orden la deuda con los tenedores de bonos británicos. Viajó a Londres, donde logró un acuerdo que regularizaba los montos, y se encargó de los pagos. Ello incluyó la posesión de tierras para los tenedores de bonos, cuyo representante, Rodney Croskey, se convirtió en un destacado empresario en Paraguay.

José Segundo Decoud era indudablemente el líder intelectual del gobierno de Caballero y todo indicaba que podría ser su sucesor en la primera magistratura. Sin embargo, Caballero prefirió entronizar a su amigo y camarada militar Patricio Escobar, en cuyo gabinete José Segundo fue el canciller llamado a resolver asuntos espinosos, como la deuda del aventurero norteamericano en el caso Hopkins.

Decoud llegó al Ministerio luego del fracaso de su predecesor, Benjamín Aceval, quien no pudo persuadir al Congreso de abonar la deuda pese al apoyo del general Patricio Escobar y de todo el Senado. Como Decoud tampoco pudo hacer efectivo dicho pago, renunció al Ministerio en vísperas de las elecciones de 1890. Pero logró imponer la candidatura de su concuñado, Juan G. González, esposo de la educadora Rosa Peña, hermana de Benigna Peña, esposa de José Segundo Decoud.

"La literatura en el Paraguay", por José Segundo Decoud
"La literatura en el Paraguay", por José Segundo Decoud

La gran depresión de los años 90 en el Río de la Plata echó por tierra la especulación de bienes inmuebles y retrajo la producción económica a niveles críticos. El presidente Juan G. González llamó a José Segundo a hacerse cargo del Ministerio de Hacienda y poner orden en la economía con una política de austeridad que tuvo mucho éxito político pero fue inmensamente impopular entre la población.

Antes de eso, José Segundo Decoud escribió el capitulo más distinguido de su carrera con la fundación de la Universidad Nacional de Asunción en 1889, con las facultades de Derecho y Medicina. Jugó, además, un papel preponderante en la selección del primer rector, Dr. Ramón Zubizarreta, verdadero responsable de la explosión intelectual de la «generación del 900».

Decoud, cuando no era canciller o enviado especial al exterior, se unía al general Caballero en el liderazgo del Senado, donde propiciaron leyes valiosas para la reconstrucción. Sin embargo, los liberales y egusquicistas perseguidos por los caballeristas finalmente se pusieron de acuerdo y financiaron la revolución de 1904.

Cuando las ideas liberales se impusieron después del Pacto de Pilcomayo de 1904, José Segundo quiso redescubrir sus orígenes intelectuales; los liberales contestaron tachándolo de traidor y de haber sido el verdadero fundador intelectual del partido colorado, cuyo discurso inaugural leyó en 1887, concluyendo en forma categórica: «En nombre del general Bernardino Caballero y del mío propio, ¡salud!».

José Segundo Decoud
José Segundo Decoud

Dicho rechazo lo llevó a una decepción creciente, y cuando se sintió huérfano de todo acceso al poder y al liderazgo terminó albergando ideas suicidas que derivaron en su autoeliminación el 4 de marzo de 1909. Dejó a su esposa la siguiente carta:

Benigna mía: ¡Qué dudas terribles afligen mi espíritu! ¡Haber pensado tanto en una solución y luego vacilar en el último instante! Un frío sudor, sombrío como el anuncio de una inminente desgracia, recorre mi cuerpo aterido y experimento la insondable sensación de hallarme en los umbrales de dos mundos.

Pasajeros de la vida, en fin, ese es nuestro destino. Nuestro albedrío solo puede alargar una agonía por años o beber la copa en un instante. He ahí, en pocas palabras, la cruel duda que se apodera de mí. Y solo yo debo tomar la decisión. Pasarán por mi retina, como un caleidoscopio mágico, los lejanos recuerdos de la juventud. Las cruentas batallas contra la tiranía en la guerra grande. Nuestro amor, santificado ante el altar. El nacimiento de nuestros hijos. Mis desvelos por la cosa pública. Y debo confesarte un pecado. Te sacrifiqué a ti y a mi adorada familia, ante el altar de la Patria. Todos mis afanes se centraron en ella y postergué a los míos. ¿No es hora que yo, finalmente, me sacrifique? ¿Que beba de la copa de la amargura? ¿Que en un acto terriblemente sublime, pague la culpa de haberos olvidado?

Nunca escuché de tus labios ningún reproche, solo alguna que otra velada advertencia sobre los que se decían mis amigos, al menos, a quienes yo tenía por tales, que nunca me comprendieron, y que más bien me vilipendiaron. Jamás acepté el despojo de la nación. Por eso no acumulé fortuna. Mientras tanto, otros, cubiertos bajo el palio de mi entrega total a la República, forjaron inmenso patrimonio poniendo el pueblo en almoneda.

José Segundo Decoud como delegado de la comisión paraguaya en Washington en 1889.
José Segundo Decoud como delegado de la comisión paraguaya en Washington en 1889.

Decían por ahí que mi honestidad me tornaba peligroso, porque mientras yo sabía el abordaje consumado contra el Tesoro público, no me complicaba con nadie, lo que me permitía ser juez de todos ellos. Y alguna vez podría sentarlos en el banquillo. Sacaron a luz mi ambición. ¿Acaso mi ambición no estaba colmada con creces, habiendo servido a mis compatriotas desde 1864 hasta la víspera? Tantos años trabajando por la Patria, ¿no refutan acaso la falsa imputación? Dicen mis detractores que yo fundé la Asociación Nacional Republicana para mi provecho. Pero ¿quiénes son los favorecidos? Los que tienen opulentos palacios en Asunción y grandes estancias en la campaña y puertos en el litoral que compiten con el capitaleño, pero con un tráfico reconocidamente ilegal.

No faltan los que me llaman «traidor a la Patria», por haber participado de una cruzada americana para libertarla de un tirano. En Grecia y Roma se llamaba «Pater Patri» (Padres de la Patria) a quienes la liberaron de sus tiranos. ¡Oh, tiempos; oh, costumbres! Con esa propaganda han enviciado el corazón de los paraguayos y solo la Providencia sabe las pruebas que el destino depara a nuestros hijos!

A todos ellos les digo: ¡Vade retro, Satanás! Con mi casa hipotecada y mis compromisos que, por honor, trabajosamente voy pagando y que me matan de a poco cada día. Benigna mía: Quise escribirte una carta íntima y personal, y de nuevo cometo el error de hablarte de la cosa pública. Es que llevo el amor a mi Patria en el corazón y solo se extinguirá cuando este deje de latir… que es igual a decir pronto. Los ciudadanos de la antigüedad clásica preferían la muerte a una vida estéril y truncada por las bajas pasiones de los hombres. He concebido así la idea de una inmolación, como un sacrificio personal ante el ara sagrada de la Patria. ¡Ojalá que este holocausto cierre la nómina de los que, habiéndole entregado toda su vida, sucumben también ofreciéndole su propia muerte! ¡Que los muertos entierren a sus muertos!

Hoy, 3 de marzo de 1909. Adiós…

José Segundo Decoud.

Figura discutida en la era autoritaria como personificación del legionarismo antipatriótico, José Segundo Decoud, sin embargo, inspiró reflexiones favorables como político e intelectual. Hoy su biblioteca forma parte de la famosa Biblioteca Wagener de la Universidad de Harvard. El libro de Rafael Calzada Rasgos biográficos de José Segundo Decoud. Homenaje en el aniversario de su fallecimiento recoge la congoja de toda la sociedad paraguaya y en especial de las organizaciones internacionales y legaciones extranjeras que rememoraron su brillante trayectoria.

Calle José Segundo Decoud
Calle José Segundo Decoud

*Beatriz González de Bosio es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción y licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Asunción, miembro del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica (Ceaduc), vicepresidenta de la Academia Paraguaya de Historia y presidenta del Centro Unesco Asunción. Ha publicado Periodismo escrito paraguayo, 1845-2001: de la afición a la profesión (2001) y El Paraguay durante los Gobiernos de Francia y los López (en coautoría con Nidia Areces, 2010), entre otros libros.

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