Poesía japonesa (2): La eternidad del instante

Segunda entrega de una serie que nos invita a conocer y disfrutar de la riqueza y variedad de una tradición poética mucho más amplia y heterogénea de lo que pensamos.

Retrato de Matsuo Basho por Hokusai.
Retrato de Matsuo Basho por Hokusai.Gentileza

«No sé de dónde

pero nace el poema.

Glicina blanca».

Matsuo Basho.

El haiku pretende ser la síntesis máxima del sentimiento poético en diecisiete sílabas. Ramón Goméz de la Serna dijo que «el haiku es un telegrama poético». Razón no le falta:

setsu-getsu-ka / ichido ni misura / uzuki kana

(«Flor de nieve y luna / he visto al mismo tiempo / un mes de deutzias» (1).

hana yori mo / dango ya arite / kaeru kari

(«Como a las flores / les ganan los budines (2) / se van las ocas»).

Matsunaga Teitoku (1570-1653).

Retrato del erudito y poeta Matsunaga Teitoku.
Retrato del erudito y poeta Matsunaga Teitoku.

Los haikus no tienen rima, mayúsculas, puntuación ni título. Su origen es el haikai, poema de 36, 50 o 100 versos que se componía colectivamente. Se reunían el poeta maestro y sus discípulos. Se designaba a un iniciador, que escribía tres versos de cinco, siete y cinco (5-7-5) sílabas, lo que se llamaba hokku. El siguiente componía dos versos de siete sílabas (7-7), y así sucesivamente. Los versos se iban ensamblando hasta formar el haikai. Los temas de los haikai por lo general se relacionaban con la naturaleza (sobre todo, las estaciones del año) y la vida cotidiana.

El haiku como género literario nace en el siglo XVII, cuando Matsuo Basho (1644-1694) cultiva el hokku como forma autónoma, dotándola de una poética nueva, influida por el budismo zen. A estos hokku que no son parte de ningún haikai el poeta y crítico Shiki Masaoka (1867-1902) los bautiza con el neologismo haiku, término que se populariza dentro y fuera de Japón a través de su revista literaria Hototogisu. A partir de entonces, el haiku se consolida como forma poética con sus propias reglas.

El poeta y crítico Shiki Masaoka retratado por Nakamura Fusetsu.
El poeta y crítico Shiki Masaoka retratado por Nakamura Fusetsu.

Basho es considerado el gran maestro del haiku. Otro poeta fundamental es Ueshima Onitsura (1660-1738), contemporáneo de Basho que estuvo en el olvido durante mucho tiempo.

Para una mente occidental, acostumbrada a las grandes preocupaciones y problemas que no dejan ver el espacio mínimo que nos rodea, aquello que nos habita y que habitamos a diario, el haiku puede parecer banal, insignificante. Lo que hay que buscar en el haiku es esa tremenda capacidad del poeta de sumergirse en los hechos cotidianos con una finísima sensibilidad.

Después de Basho, el género comenzó a popularizarse, pero cayó en el facilismo al ser tomado como un mero juego lingüístico. De ese estado se salió gracias a las voces de Yosa Buson (1715-1783) e Issa Kobayashi (1763-1827).

jarusame ia / koiso no kogai / nururu jodo

(«Llovizna de primavera / Humedeciendo una conchuela / En la playa»).

En este haiku, Yosa Buson detiene la mirada en una concha insignificante de la playa que ha sido rociada y bendecida por la llovizna. Lo débil y pequeño es bello y refleja la luz.

El poeta y pintor Yosa Buson retratado por su discípulo Goshun.
El poeta y pintor Yosa Buson retratado por su discípulo Goshun.

oi-nureba / tada ka wo yaku wo / tegara kana

(«Al hacernos viejos, / nuestra sola proeza / será quemar mosquitos»).

¿Qué acciones gloriosas pueden quedar en la vejez? Proezas triviales, valga la paradoja, como quemar mosquitos. Con amable ironía, en este haiku Issa Kobayashi nos alienta a que no decaiga el ánimo, no obstante el avance de los años.

En Apuntes de una alforja deshilachada por los caminos, Basho sostiene acerca de la vocación poética: «Todos tenemos algo llamado espíritu, como una cortina muy sutil que se mueve a un lado y a otro con la brisa, en este pobre cuerpo compuesto de cien huesos y nueve orificios. Este espíritu fue el que me ha movido a escribir poesía». Otro apunte de Basho: «Aprende de los pinos, aprende de los bambúes. Aprender quiere decir unirse a las cosas y sentir su naturaleza íntima. Esto es haiku». Y también: «Haiku es lo que sucede aquí y ahora».

Ki no Tsurayuki (872-945), poeta y cortesano del que hablamos en la entrega anterior, dijo: «La poesía japonesa tiene sus raíces en el corazón del hombre, y de él se expande como un gran árbol en infinitas hojas». Esperemos que esta serie sirva para interesar a los lectores en un nuevo universo poético al cual seguirle el rastro.

Ki no Tsurayuki (¿872?-¿945?)
Ki no Tsurayuki (¿872?-¿945?)

Notas

(1) Es el mes de abril. La deutzia es un arbusto de florecillas blancas (deutzia crenata).

(2) «A las flores les ganan los budines»: refrán.

Referencias

Basho, M. (1989). Haiku de las cuatro estaciones. (E. Ruiz Parra, Trad.) Bodegas A-7.

Bermejo, J. M. (1997). Nieve, luna, flores. Calima Ediciones.

Buson, Y. (1992). Selección de jaikus. (J. Rodríguez, K. Nishio, S. Ota, Trads.) Hiperión.

Cabezas García, A. (1989). Jaikus inmortales (A. Cabezas García, Trad.) Hiperión.

Cabezas, A. (1990). La literatura japonesa. (A. Cabezas, Trad.) Hiperión.

Duthie, T. (2005). Poesía clásica japonesa [Kokinwakashū]. (T. Duthie, Trad.) Trotta.

Kobayashi, I. (1991). Cincuenta haikus. (R. de la Fuente, S. Hirosaki, Trads.) Hiperión.

Liberio del Zotti, C. (1976). Antología de la poesía japonesa antigua. (C. Liberio del Zotti, Trad.) Editorial Litho Arte.

Rubio, C. (2005). Kokinshuu. Colección de poemas japoneses antiguos y modernos (El canon del clasicismo). (C. Rubio, Trad.) Hiperión.

*Gian Pierre Codarlupo Alvarado (Paita, 1997) es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Piura, escritor, periodista, miembro del equipo editorial de la revista cultural chilena Mal de Ojo y de la Editorial Conunhueno, de Valparaíso, y corresponsal extranjero de El Suplemento Cultural. Ha publicado el poemario Caída de un pájaro en el mar (Universidad Nacional de Piura, 2018). Actualmente, vive en Madrid.

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