Poesía japonesa (6): Takarai Kikaku, el aprendiz reprendido

Takarai Kikaku pasó a la historia con el sobrenombre de «el aprendiz reprendido» debido a las numerosas ocasiones en las que su maestro, Matsuo Basho –que, sin embargo, también alababa su estilo–, criticó diversos aspectos de sus haikus.

Retrato de Takarai Kikaku por Watanabe Kazan (1793–1841)
Retrato de Takarai Kikaku por Watanabe Kazan (1793–1841)Gentileza

Dentro de la larga tradición de los poetas del haiku, hubo muchos que dejaron escuelas y discípulos. El maestro Matsuo Basho (1644-1694) fue uno de ellos. Y entre sus discípulos más destacados encontramos a Takarai Kikaku, que estuvo al lado del viejo haijin en sus últimos días, atendiéndolo, cuidándolo.

Takarai Kikaku nació en Edo (como se conocía por entonces a la actual ciudad de Tokio) en el año 1661. Su verdadero nombre fue Enomoto Kikaku. Era hijo de un médico, y recibió una educación muy completa. Se formó con grandes maestros de la época, tanto en medicina y ciencias como en arte y literatura. Como parte de su formación, aprendió de las enseñanzas confucionistas del maestro Kansai; en el campo de la poesía, estudió al poeta chino Osho, y en la rama de la pintura siguió las lecciones de Hanabusa Itcho (1652-1724).

El joven estudiante Kikaku desarrolló una especial predilección por la poesía, y al cumplir los quince años de edad ingresó a la escuela de Matsuo Basho. Más tarde, se convertiría en uno de los miembros del famoso grupo conocido como «Los diez filósofos de Basho», integrado por sus diez discípulos directos más influyentes.

Matsuo Basho (de pie) en una xilografía de Tsukioka Yoshitoshi, finales del siglo XIX.
Matsuo Basho (de pie) en una xilografía de Tsukioka Yoshitoshi, finales del siglo XIX.

En su poesía, a pesar de beber directamente de Basho, Kikaku tiene un espíritu fiel a sí mismo:

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En la primera nieve,

¿qué tipejo habrá sido

quien echó esta meada?

Un llano cubierto de nieve se le aparece al poeta como revestido de una pureza que viene de lo alto. Por eso, le resulta triste ver profanada esa superficie nívea por un agujero de orina. ¿Quién habrá sido el «gracioso»?, se pregunta el haijin.

La clara luna;

y un cigarrón que empina

tieso el bigote.

Entre las diversas anécdotas del llamado «aprendiz reprendido» de Basho que se han conservado hasta hoy, hay una con respecto a este haiku suyo:

Con su voz ronca, el mono

deja ver blancos dientes.

Luna en las cumbres.

Por causa de este haiku, según se cuenta, Basho le reprochó a Kikaku que su mirada se centrara en aspectos rebuscados y no en la cotidianeidad. Es que la poesía de Kikaku representaba una renovación, ya que él prefería lo novedoso y lo humorístico. En aquella oportunidad, el maestro, Basho, le indicó a su discípulo, Kikaku: «No busques temas inusuales; busca entre lo que tienes a tu alrededor».

Otra anécdota que se cuenta es la de aquella ocasión en la que Kikaku escribió:

Libélulas rojas:

quítales las alas

y serán vainas de pimienta.

Retrato de Matsuo Basho por Hokusai.
Retrato de Matsuo Basho por Hokusai.

Según la anécdota, al leer este haiku Basho observó que Kikaku estaba matando a las libélulas, y en respuesta escribió:

Vainas de pimienta:

añádeles alas

¡y serán libélulas!

En otra oportunidad, Basho le aconsejó a su discípulo que no hiciera alarde de su pobreza, es decir, de su separación del mundo. Este consejo se lo dio a propósito del siguiente haiku escrito por Kikaku:

Soy esa luciérnaga

que consume su tarde

en un chozo de ramas.

No es frecuente que el autor de un haiku protagonice a las claras el discurso poético; aunque se puede dar el caso, como excepción. Aquí aparece un pronombre de primera persona, ware, para dar peso a dicho protagonismo. Kikaku empieza describiendo el escenario: kusa no to ni, «en un chozo de ramas».

Otra característica de la poesía de Kikaku es la vinculación con los animales y con la naturaleza. De hecho, esta es una las principales características de la poesía japonesa en general, y del haiku, que se encarga de captar el instante, en particular:

Hay bruma al alba;

se ve un solo torii,

al son de las olas.

Este es un haiku enteramente compuesto en estilo nominal japonés, sin ayuda de verbo alguno. Por ello es más descriptivo que narrativo. Se presenta una playa –que es la playa de Yuigahama–, visitada por Kikaku, en la que hay un solo toriies decir, un pórtico de madera anejo a la entrada de un santuario sintoísta (y, en este caso, enclavado sobre el rompeolas) que marca la transición del espacio profano al sagrado–, mientras se escucha el rumor del oleaje. Se trata de una estampa visual y sonora.

Un perro lame

el refrescante fármaco.

Cumbre de nubes.

En el verano de 1683 fue publicado el libro Minashiguri (título que se traduce como «castañas resecas», «castañas arrugadas»), la primera antología de haikai de la escuela de Matsuo Basho. La compilación estuvo a cargo de sus discípulos Takarai Kikaku y Hatori Ransetsu (1654-1707). Años más tarde, Kikaku publicó otras dos antologías: Zodan-shu en 1692, y Ku-kyodai en 1694. Ese mismo año, su maestro, Basho, falleció, cuidado por Kikaku hasta los momentos finales. El relato de esa agonía se encuentra en el libro de Kikaku Memorias del maestro Basho en su lecho de muerte.

Después del fallecimiento de su maestro, Kikaku siguió explorando su propio camino sin olvidar las enseñanzas aprendidas, e influyó a su vez profundamente en el poeta y pintor Yosa Buson (1716-1784). Por esos mismos años fundó su propia escuela de haiku, la famosa escuela Edo-za, que propuso la inspiración urbana y el énfasis en la novedad, el humor y los recursos retóricos. Se dice que la escuela de Kikaku llegó a tener unos dos mil seguidores. El poeta murió en el año 1707, dejando tras de sí una gran estela.

Nieve bajo la luna.

Es justo aquí el lugar

para dejar la vida.

El poeta y pintor Yosa Buson retratado por su discípulo Goshun.
El poeta y pintor Yosa Buson retratado por su discípulo Goshun.

Referencias

Kikaku, T. (2018). Una estrella fugaz (F. Rodríguez-Izquierdo Gavala, Trad.). Satori Ediciones.

*Gian Pierre Codarlupo (Paita, 1997) es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Piura, escritor, periodista, miembro del equipo editorial de la revista cultural chilena Mal de Ojo y de la Editorial Conunhueno, de Valparaíso, y corresponsal en el extranjero de El Suplemento Cultural. Ha publicado el poemario Caída de un pájaro en el mar (Universidad Nacional de Piura, 2018). Actualmente, vive en Madrid.

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