Bajo las banderas, el sol es un documental paraguayo que ha tenido difusión comercial en los cines locales –restringida a una sola semana, todo hay que decirlo–. Trata de la dictadura de Alfredo Stroessner y recurre a imágenes y audios de archivo, incluyendo la voz y la figura –central– del dictador.
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Las imágenes, material de archivos internacionales, son desplegadas en un collage cronológico de texturas y colores que, de paso, van mostrando la evolución de lo técnico cinematográfico y televisivo. La película se mueve en un armonioso vaivén del blanco y negro al color, y viceversa. Cada momento de los 35 años de la dictadura de Alfredo Stroessner es mostrado mediante registros visuales de un grano y un brillo particular, propio de cada época. En especial, ver la película Bajo las banderas, el sol en un cine normal, pagando la entrada, viviendo la experiencia normal del cine me hizo ahondar en algunos temas:
–La memoria que no tenemos y que aún así está presente. Son imágenes no vistas en Paraguay (en general y en promedio) y al verlas por primera vez lo conocido, lo habitual, lo rutinario aparece inevitablemente: esto lo hemos visto, de otra forma, con otros personajes, registrado de otras maneras, pero lo conocemos. La memoria desplazada de lo reiterativo y, por ello, familiar. Eso explica en parte la rapidez con la que empatizamos con la película y llegamos al acuerdo de credibilidad mínimo para verla, ese compromiso que los espectadores solo podemos hacer en el momento del visionado de cada filme y que no tiene nada que ver con pagar (o no) la entrada al cine. Le creemos a este documental no porque sea un documental (el género cinematográfico que aparece como serio) sino porque toda nuestra cultura popular paraguaya nos dice que es cierto y certero. Incluso el constante ir y venir del blanco y negro al color (y vuelta) forma parte de lo cierto que encontramos en lo que se nos muestra porque así también es nuestra vida actual en el Estado Colorado (1). El documental recupera una memoria que no tenemos, para que la tengamos y la afirmemos con los ganchos de nuestro conocimiento cotidiano del vivir en el Paraguay que hay actualmente. Lo que pedagógicamente es notable pero políticamente es algo triste.

–La gestión del poder en Paraguay (y el mundo). Es notable ver en Bajo las banderas… cómo la cúpula estronista va envejeciendo a lo largo del desarrollo cronológico del filme. Si hubiese sido un drama, una ficción de la cual no conociéramos el final, habríamos podido apostar a que los lobos jóvenes darían buena cuenta de los lobos viejos. El anquilosamiento de las élites prefigura su fin, incluso si esas élites muestran juventud. Lo que vuelve inoperante una élite es su impermeabilidad a los cambios sociales y éticos de la sociedad a la que exprime. El documental muestra cómo la élite estronista se fue aislando en rituales y fórmulas que daban una apariencia de control, hasta que un lobo joven vino a ocupar el lugar. Rituales y fórmulas que no por masivos dejaban de ser máscaras de conformidad.
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–Los otros siempre son los malos. Los discursos del estronismo asociaban el mal al otro. Lo falaz, lo terrible, lo malvado, lo falso, lo cobarde, era propio del enemigo, de quien se oponía. Y lo propio era todo lo bueno y verdadero, todo lo heroico y masculino. Una argumentación simple y binaria. Hay un reduccionismo ético capital: la ética no como algo relativo a lo que se hace, sino a quién lo hace y desde dónde se hace: todo lo que haga el coloradismo estronista es bueno, y todo lo que hagan los y las opositores es dañino, por quien lo hace. Lo que nos resuena, porque es una forma de pensar muy actual en Paraguay, ciertamente.
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–El humor. Es un documental muy estricto, ceñido al tema que le convoca, circunspecto. Aún así, deja escapar un humor que también da ritmo y otra inteligencia a la película. Porque mostrar el ridículo es humorístico, incluso en un documental. Ver la evolución del pañuelo colorado en los cuellos a través de los años, de un tamaño normal que apenas cubre el cuello y la nuca, a unos pañuelos inmensos, sedosos y brillantes, que llegan a cubrir los hombros al mismo tiempo que sus portadores envejecen no deja de causar una sonrisa. Las marchas y manifestaciones, las artes del «hurrero»… valga la obviedad, hay algo en el ridículo que nunca deja de ser gracioso, sobre todo cuando este ridículo es ajeno. Pero también hay otro humor en la peli, el de los contrastes entre lo dicho y lo mostrado. Incongruencias que hacen incluso al núcleo del documental. Y aun otro humor más: situaciones graciosas en los fragmentos audiovisuales rescatados, obra del momento histórico, no de la edición y dirección del documental.

La película me resultó novedosa dado que no tengo conocimiento de otro documental en cine que rescate producción audiovisual de archivo. En televisión, recuerdo solamente Chile, las imágenes prohibidas (2013), del canal Chilevisión, una serie reportaje conducida por Benjamín Vicuña que se puede encontrar en YouTube. En cuanto al compromiso de la dirección, Bajo las banderas, el sol me hizo rima con un documental totalmente distinto en su encare del pasado y la reconstrucción de la memoria: Villa Olímpica (2), de Sebastián Kohan.
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Al margen: los niños soldados. ¡Qué abundancia de niños soldados! Esas historias se han de rescatar (aunque sobre ese tema recuerdo un pequeño álbum de un historietista paraguayo).
Bajo las banderas, el sol documenta una memoria que no tenemos. Imágenes y sonidos que, mayormente, no hemos visto ni escuchado pero que, de un modo terrible, reconocemos, porque en lo estético son también nuestro presente, innegablemente.

Bajo las banderas, el sol: Ficha técnica
Dirección: Juanjo Pereira
Guión: Juanjo Pereira
Dirección de Fotografía: Francisco Bouzas
Montaje: Manuel Embalse
Música: Julián Galay / Andrés Montero Bustamante
Sonido: Julián Galay
Producción: Juanjo Pereira / Ivana Urizar / Gabriela Sabaté / Leandro Listorti / Paula Zyngierman
Producción ejecutiva: Juanjo Pereira / Ivana Urizar / Gabriela Sabaté / Leandro Listorti / Hernán Mazzeo / Trevor Burgess / Paula Zyngierman / Sofía Lena Monardo / Daniela Martínez Nannini / James Costa
Duración: 90 minutos.
Países: Paraguay / Argentina / Francia / Estados Unidos / Alemania
Género: Documental
Idiomas: Guaraní / Español / Alemán / Francés / Inglés / Portugués
Premios: Premio Fipresci de la Crítica Internacional en la sección Panorama Berlinale 75 / Gran Premio de la 26ª edición del Buenos Aires Festival de Cine Independiente (Bafici) / Premio al Mejor Documental Latinoamericano en la 29ª edición del Festival de Cine de Lima
Estreno: 2025

Notas
(1) https://www.clacso.org/el-estado-colorado-de-paraguay/
(2) https://www.elciudadano.com/arte-cultura/villa-olimpica-un-documental-que-deja-hablar-a-la-ninez/07/27/
*Pelao Carvallo es anarquista, analista político, comunicador e integrante del Grupo Clacso de Trabajo Sobre Memorias Colectivas y Prácticas de Resistencia, de la red antimilitarista internacional War Resisters’ International (WRI-IRG) y de la Red Antimilitarista de América Latina y el Caribe (Ramalc).
