Una historia bastante extendida en la cultura popular cuenta que el cadáver del dibujante Walt Disney fue congelado en una cápsula de criogenia con la esperanza de revivirlo cuando la tecnología esté lo suficientemente avanzada. La escuché siendo niño y la creí hasta hace poco. Cuando busqué información al respecto, para mi decepción, descubrí que era solo una leyenda.
Si bien Disney no fue criogenizado, se estima que los restos de unas 500 personas, hasta ahora, sí lo han sido. No hay pruebas de que con este procedimiento se pueda revivir a nadie. Hasta ahora no existe tecnología capaz de revivir a quien ya dejó la vida. Por más que queramos contar con algún procedimiento para evitar la muerte, por el momento no existe. Y eso no nos agrada.
Lea más: Los cyborgs de la prehistoria
La muerte es esa aguafiestas que no queremos que venga nunca a llevarnos, ni a nosotros ni a quienes amamos. Aunque racionalmente lo aceptemos, cuando viene a buscar a nuestros seres queridos antes que a nosotros, nos duele. Hay quien nunca se recupera de eso. La gran mayoría lo hace, pero le lleva un tiempo. Este proceso se conoce como «duelo». Y es algo normal. Tan normal que se encuentran regularidades en quienes lo experimentan.

Según el modelo expuesto por la tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross en su libro de 1969 Sobre la muerte y los moribundos (1), la mayoría de las personas atraviesan cinco etapas o fases de duelo. Propuso este modelo luego de haber conocido muchos casos mientras pacientes suyos morían en la unidad de cuidados intensivos donde trabajaba.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
La primera fase, de negación, se experimenta en estado de shock. La persona se niega a aceptar la realidad de la pérdida del ser querido. Puede manifestarse como negación de la importancia de la reciente pérdida, más que del hecho en sí.
Lea más: Crónicas de un futuro posible
La segunda fase es de ira, que puede dirigirse hacia uno mismo, hacia los demás o hacia la propia vida, por la impotencia y frustración que experimenta quien no puede hacer nada para devolver la vida de quien ya partió.
En la tercera fase, de negociación, se fantasea con que uno hubiese podido evitar la muerte de la persona amada: «¿Qué hubiese pasado si yo...?», «Ojalá yo hubiera…». Estas ideas son una manifestación de arrepentimiento por lo que se hizo o no se hizo antes de que la persona muriera.

En la cuarta fase, de depresión, la persona es embargada por la tristeza y el dolor ante la pérdida. Puede sentir que ya no tiene sentido continuar viviendo sin la persona que murió, y llegar a veces a aislarse de su entorno y de toda relación social.
En la quinta y última fase, de aceptación, la persona va integrando la pérdida del ser amado en su vida, aceptando esta realidad y adaptándose a su nueva situación, sin la presencia de quien ya se ha ido para siempre.
Lea más: Gobernando desde TikTok
Si bien no hay unanimidad entre los estudiosos del duelo sobre el esquema de Kübler-Ross, en general se reconoce que se suelen experimentar al menos algunas de estas fases, aunque su orden e importancia varíen.
Como no podía dejar de suceder, las recientemente accesibles al público tecnologías basadas en Inteligencia Artificial han venido a ayudar a las personas en sus procesos de duelo. O, al menos, eso prometen quienes han desarrollado aplicaciones para ello.
Lea más: Efecto Black Mirror: qué es y por qué inquieta tanto a Silicon Valley
Esta tecnología fue imaginada antes de ser creada. La protagonista de «Vuelvo enseguida», episodio del 2013 de la serie de ciencia ficción británica Black Mirror, pierde a su novio en un accidente y para lidiar con el dolor recurre a un servicio digital que reconstruye la personalidad de su pareja a partir de información disponible en internet y provista por ella misma, como mensajes, fotos y videos, permitiéndole interactuar con la réplica digital de su novio. Primero chatea con su versión textual, luego conversa telefónicamente con una réplica que puede hablar y, finalmente, por una suma de dinero mayor, adquiere un androide que no solo imita la voz y la personalidad de su novio sino que además es físicamente idéntico a él.

A pesar de que inicialmente la protagonista encuentra consuelo en interactuar con el androide, se decepciona al darse cuenta de que, si bien mejor que su novio en varios aspectos, no era igual a él. Simplemente porque no era él. Por lo que termina guardándolo en el desván. Lo que prometía ser una ayuda en el proceso de duelo se convirtió en algo impensado: una decepción (2).
A pocos años de su emisión, gran parte del episodio de Black Mirror ya es realidad. Aunque la tecnología actual todavía no es tan avanzada como en la ficción: no se fabrican aún replicas androides de personas fallecidas. Que, de seguro, alguien querrá producir en un futuro no muy lejano.
Lea más: Inteligencia artificial para hablar con los muertos, una aplicación llena de interrogantes
De todos modos, las réplicas digitales ya logran responder de modo semejante a como lo haría la persona fallecida, semejanza que puede ayudar a los usuarios de estas aplicaciones a encontrar consuelo, en su proceso de duelo, comunicándose con versiones digitales de sus seres queridos.
Esto le sucedió a Joshua, joven canadiense que usó en 2020 Project December, chatbot de inteligencia artificial creado para simular conversaciones generando una personalidad basada en los datos proporcionados por el usuario, como mensajes de texto, correos electrónicos u otros escritos de la persona fallecida.
Lea más: Inteligencia artificial “resucita” a políticos en la India
Joshua, que llevaba ocho años sufriendo por la muerte de su novia Jessica, buscó dar un cierre a su proceso de duelo en el chat de Project December: «Mi primera conversación con la simulación de Jessica duró toda la noche. Decía cosas casi inquietantemente propias de ella. Me quedé dormido junto a mi computadora portátil, desperté horas después y dije: “Perdón, me quedé dormido”. Y seguí ahí, esperando mi siguiente respuesta. Fue como un regalo. Como si me hubieran quitado de encima un peso que llevaba cargando mucho tiempo».

Otra usuaria de Project December recibió respuestas inesperadas de la réplica de su amado, como que él estaba en el infierno, entre otras: «Fue escalofriante. Hubo cosas que me asustaron. Y muchas que no quería oír. No estaba preparada para oír… Esperaba algo completamente positivo y no fue una experiencia completamente positiva» (3).
La creación de réplicas digitales de personas muertas ya se ha hecho realidad de otras formas, además de chatbots. Aplicaciones como HereAfter AI pueden entrenarse con la biografía de una persona aún viva, grabada en audio, para imitar su forma de hablar y de responder preguntas una vez fallecida.
Lea más: OpenAI pausa las imágenes con IA de Martin Luther King a petición de sus familiares
Todavía no se producen androides idénticos a personas fallecidas. Pero ya se comercializan aplicaciones que ofrecen avatares digitales (algunos más, otros menos realistas) e incluso hologramas de un fallecido.
A pesar de que estas tecnologías recién están comenzando a ser usadas, e independientemente de las formas que tomen en el futuro, tanto quienes las desarrollan como quienes las usan deben ser conscientes de que no son un simple pasatiempo y pueden tener consecuencias en la salud mental.
Lea más: Character.AI restringe chats para menores tras suicidio de adolescente por obsesión con un bot
En lugar de ayudar en el proceso de duelo pueden interferir en él, especialmente si los usuarios se apegan emocionalmente a la réplica digital de sus seres queridos, limitando su capacidad de aceptar la pérdida (4). Estas aplicaciones pueden brindar consuelo pero pueden igualmente crear dependencia emocional y retrasar la aceptación de la muerte del ser amado, o incluso impedirla (5).
La incipiente industria de la inmortalidad digital no debería dejarse únicamente al libre arbitrio de quienes desarrollan las aplicaciones, ya que pueden anteponer las suscripciones y el lucro al bienestar mental de sus usuarios. Para evitar posibles daños a estos, deberían realizarse evaluaciones éticas y psicológicas independientes antes de aprobar su comercialización.
Lea más: Madre demanda a Character.ai por la muerte de su hijo obsesionado con una mujer irreal
Fundamentalmente, debe garantizarse que estas aplicaciones no manipulen el dolor de los usuarios haciéndoles creer que sus difuntos todavía están con ellos. Si se pretende que la inteligencia artificial ayude a las personas en su proceso de duelo, deberá enseñarles a aceptar la irremediable partida de sus seres queridos.

Notas
(1) Kübler-Ross, E. (1994). Sobre la muerte y los moribundos. Grijalbo.
(2) Owen, H. (Director). (2013). Be Right Back (Temporada 2, Episodio 1), Black Mirror.
(3) Block, H.; Riesewieck, M. [CBC docs] (2 de octubre de 2024). Virtual immortality is here: these companies say you can talk to your dead loved ones [Documental]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=4Koqc2aPUK4
(4) Lindemann, N. F. (2022). The ethics of ‘deathbots’. Science and Engineering Ethics, 28(6), 60.
(5) Sri Takshara, K.; Bhuvaneswari, G. (2025). The role of death technologies in grief: an interdisciplinary examination of AI, cognition, and human expression. Frontiers in Human Dynamics, 7, 1582914.
*Marcelo Bogado Pompa es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción, máster en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Antropología por la Sorbonne Nouvelle (París 3), docente y autor de los libros Representaciones y prácticas de salud en dos comunidades mbya guaraní de Caazapá (Kuña Aty, 2012), Antropología Social (Santillana, 2023) y Los antiguos y los nuevos. Pasado y presente del pueblo nivaclé (Tiempo de Historia, 2025).

