Friedrich Engels, cofundador del socialismo científico (y 2)

De izquierda a derecha, Simon Ferdinand, Frieda Simon, Clara Zetkin, Friedrich Engels, Julie Bebel, August Bebel, Ernst Schaffer, Regine Bernstein y Eduard Bernstein fotografiados en Zúrich en 1893
De izquierda a derecha, Simon Ferdinand, Frieda Simon, Clara Zetkin, Friedrich Engels, Julie Bebel, August Bebel, Ernst Schaffer, Regine Bernstein y Eduard Bernstein fotografiados en Zúrich en 1893 durante el Congreso de la Segunda Internacional

Este 2025 que termina es el año del 130 aniversario luctuoso de Friedrich Engels, «el General», uno de los intelectos más agudos del siglo XIX. Contra los intentos de deslindar su obra de la de Karl Marx, la mutua influencia y la colaboración fueron sustanciales para ambos. Comprender y rescatar su legado es, por ello, defender la integridad del marxismo.

En 1870, Friedrich Engels regresó a Londres. Después de casi dos décadas, volvería a trabajar presencialmente con Marx. Estaba contento con la casa que alquiló en el 122 de Regent’s Park Road, principalmente porque «no quedaba ni a 15 minutos de distancia de Marx» [1]. El «moro» residía en Maitland Park Road, y allí se dirigía Engels casi a diario. El trabajó común conllevaba una división de tareas que Engels explicó: «A consecuencia de la división del trabajo que existía entre Marx y yo, me tocó defender nuestras opiniones en la prensa periódica, lo que, en particular, significaba luchar contra las ideas opuestas, a fin de que Marx tuviera tiempo de acabar su gran obra principal. Esto me condujo a exponer nuestra concepción, en la mayoría de los casos en forma polémica, contraponiéndola a las otras concepciones» [2].

Sobre esa –fundamental– labor de polemista y divulgador, comentó David Riazanov en una de sus conferencias de 1922: «Engels se sirve de un artículo cualquiera que le ha impresionado o de un hecho de actualidad para mostrar la profunda diferencia entre el socialismo científico y los otros sistemas socialistas, o para aclarar un problema práctico desde el punto de vista del socialismo científico y enseñar la manera de aplicar el método…» [3].

Engels, por supuesto, había participado del proceso de fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), la Primera Internacional, en 1864, pero no desempeñó un papel principal hasta 1870. Una vez en Londres, asumió una función protagónica en el Consejo General, la conducción cotidiana de la Internacional, además de las tareas de secretario responsable para las relaciones con Bélgica, Italia, España, Portugal y Dinamarca, y miembro del comité de finanzas, y participó en toda suerte de disputas programáticas y organizativas. La inmensa energía desplegada por Engels alivió el trabajo político y organizativo hasta entonces llevado adelante por Marx, que pudo dedicarse casi de lleno a sus estudios para los próximos tomos del Capital.

Residencia de Engels en Regent's Park Road, Londres, circa 1895
Interior de la casa de Engels en Regent's Park Road, Londres, circa 1895

En su lecho de muerte, Engels confesaría a Kautsky que aquellos años, de 1870 a 1872, habían sido los más importantes de la vida pública de Marx y de la suya propia.

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Después de la muerte de Marx, Engels cargó con todo el peso de la tarea emprendida junto con su compañero. Pasó al primer plano luego de haber ocupado toda su vida, según sus propias palabras, el segundo. Asumió su nueva responsabilidad no sin preocupación. Nadie comprendía mejor que él todo lo que se perdía con Marx. En 1884 escribió a Becker: «He pasado una vida (…) tocando el segundo violín; y, sin dudas, creo que lo he hecho razonablemente bien. (…) Pero ahora, de repente, se espera que tome su lugar» [4].

Había mucho por hacer. Engels se dispuso a ordenar el legado científico de Marx. Encontró entre sus papeles los manuscritos inacabados del Capital. Dejó a un lado sus propias obras y se dedicó a completar lo que conocemos como el segundo y tercer libros del Capital, publicados en 1885 y 1894, respectivamente [5]. No tuvo tiempo de preparar para la prensa el cuarto, conocido como Teorías de la plusvalía, título que le dio Kautsky cuando lo publicó en alemán entre 1905-1910.

Un ejemplar de la edición de 1867 de "Das Kapital" en el Deutsches Historisches Museum de Berlín
Un ejemplar de la edición de 1867 de "Das Kapital" en el Deutsches Historisches Museum de Berlín

La edición de los dos últimos tomos implicó un inmenso trabajo. Engels tuvo que ordenar los papeles, retomar lo que Marx dejó incompleto (especialmente el tercer tomo, que era poco más que notas sueltas), realizar nuevas pesquisas y profundizar otras, descifrar la casi ilegible caligrafía de Marx, cortar, editar, verificar las traducciones («¡Intente ser más fiel al original!»). «Citas de fuentes sin ningún tipo de orden, pilas de ellas amontonadas, compiladas solamente con miras a una selección futura. Además, están los manuscritos que ciertamente no pueden ser descifrados por nadie más que por mí, e incluso así, con dificultades» [6], escribió a Bebel un Engels aturdido ante el estado caótico de los archivos de su amigo.

Engels cumplió esta ardua tarea con satisfacción: «puedo realmente decir que, mientras trabajo en esta obra, estoy viviendo en comunión con él [Marx]» [7].

Sin Engels, la obra magna de Marx, el más profundo análisis científico del funcionamiento de la producción capitalista y de la lucha que sobre su base entablan el burgués y el obrero, habría quedado incompleta. Esta tarea adquiere peso histórico, puesto que no existía otra persona capaz de concluirla. Con justicia, Lenin sentenció: «En efecto, esos dos tomos de El Capital son la obra de los dos, Marx y Engels».

En medio de la edición de las de Marx, Engels publicó importantes obras suyas, como El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884); Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (1886); o los manuscritos que compusieron luego Dialéctica de la naturaleza, además de escribir prefacios a las ediciones de textos anteriores.

"El General" Friedrich Engels en 1865
"El General" Friedrich Engels en 1865

Desde 1883 Engels también quedó como principal dirigente del proceso de construcción de lo que sería la II Internacional, en el contexto de un notable fortalecimiento del movimiento obrero europeo, y del marxismo entre sus filas. En su casa se reunían dirigentes socialistas de distintos países. Hasta su muerte, el 122 de Regent’s Park Road funcionó como sede del «Estado mayor» del socialismo europeo.

El final

El lado militante de Marx y Engels, como se sabe, es sistemáticamente minimizado –cuando no criticado o simplemente omitido– por distintas corrientes de literatos y académicos, aunque muchos de ellos se digan marxistas.

La academia presenta a los fundadores del socialismo científico como filósofos de gabinete. Es una falsificación histórica. Ni Marx ni Engels fueron comentaristas de la realidad. Todo su esfuerzo teórico estuvo al servicio de dotar al proletariado de un programa científico que pudiera ser asumido por los mejores elementos de la clase obrera.

Para ellos, no se trataba solo de interpretar el mundo, sino de transformarlo.

Engels, en ese sentido, además de un teórico brillante fue un político apasionado por problemas concretos planteados por la lucha de clases de su tiempo; por problemas sindicales; por problemas de construcción y organización partidarias; por la formación teórica de nuevas generaciones de cuadros comunistas. Poco antes de morir, mantenía la pasión que inflamó su juventud. «Tengo que acompañar el movimiento en cinco países europeos grandes y en muchas naciones pequeñas, y en los Estados Unidos de América», escribió a Laura Marx Lafargue en 1894. Le contaba, además, que su buzón de correos era «un pozo sin fondo de correspondencia internacional». Ante las crecientes demandas de un movimiento marxista en expansión, todos acudían al viejo general.

Friedrich Engels dirigiendo la construcción de una barricada en las calles de Elberfeld durante los disturbios de mayo de 1849 en Prusia. Postal soviética de 1966.
Friedrich Engels dirigiendo la construcción de una barricada en las calles de Elberfeld durante los disturbios de mayo de 1849 en Prusia. Postal soviética de 1966.

Entre fines de 1880 e inicios de 1890, el movimiento obrero inglés experimentó un resurgimiento esperanzador. En julio de 1888, la huelga de las obreras de la fábrica de fósforos Bryant & May (Matchgirls Strike) en Londres involucró a más de 3000 trabajadores. En agosto de 1890 estalló una poderosa huelga de más de 100.000 trabajadores portuarios en Londres (Great Dock Strike), que terminó con una estruendosa victoria proletaria. El 4 de mayo de 1890, una impresionante marcha de 200.000 obreros en Hyde Park impactó la política británica. Engels, presente en el acto, exclamaba: «Qué no daría para que Marx pudiese haber visto este despertar, él que, en este mismo suelo inglés, estaba atento al mínimo síntoma» [8]. Tras la victoria de la huelga en los puertos londinenses, escribió: «Hasta ahora el East End [9] se encontraba en un estado de parálisis causado por la pobreza, siendo su marca registrada la apatía de los hombres, cuyo espíritu había sido doblegado por el hambre y que abandonaron toda y cualquier esperanza […] Y, entonces, el año pasado se dio la huelga victoriosa de las muchachas de los fósforos. Y, ahora, esta huelga gigantesca de los elementos más desmoralizados del mundo, los trabajadores de los muelles» [10].

Entre agosto y setiembre de 1888, viajó a Estados Unidos. Presenció allí un movimiento obrero joven que, sin los vicios y tradiciones esclerosadas de la política europea, mostraba un tremendo «vigor americano». En agosto de 1893, la Segunda Internacional se expandía en toda Europa. Engels participó de su congreso en Zúrich. Los más de 400 delegados ovacionaron su discurso de cierre. En septiembre, conferenció en Berlín ante miles de militantes socialdemócratas y activistas obreros [11]. El futuro se mostraba promisor. Engels repetía: «Cómo me gustaría que Marx estuviese vivo para ver esto».

Marx y Engels en el Congreso de La Haya, 1872
Marx y Engels en el Congreso de La Haya, 1872

Además de su pasión por la política, Engels fue un hombre entusiasmado con los avances tecnológicos y los descubrimientos científicos de fines del siglo XIX en biología, antropología, matemática, física, química… La ciencia militar, por otro lado, ocupó su mente durante muchos años.

Antte esta apretada síntesis de la obra de Engels, es difícil admitir su modesta autodenominación de «segundo violín» de Marx. Wilhelm Liebknecht –el padre de Karl señaló la esterilidad de la discusión: «¿Qué aportó uno; qué, el otro? ¡Una pregunta ociosa! Es de una pieza, y Marx y Engels son una sola alma, tan inseparables en el Manifiesto Comunista como lo siguieron siendo hasta la muerte en todos sus trabajos y planes» [12].

La muerte impidió a Engels cumplir su deseo de «contemplar desde un agujerito la llegada del nuevo siglo». En enero de 1895 había comenzado a trabajar en la edición de las obras completas de Marx y las suyas. En abril, empezó a preparar lo que debió ser el cuarto volumen del Capital. Planeaba también reeditar su obra La guerra de los campesinos en Alemania, y escribir una biografía de Marx y una historia de la AIT. Todo quedó inconcluso.

El joven Engels en los muros de un barrio de Berlín en 2010
El joven Engels en los muros de un barrio de Berlín en 2010

Engels tenía cáncer de esófago. El avance de la enfermedad hizo poca mella en su personalidad vital, alegre, penetrante. Para escándalo de ciertos medios académicos que destilan puritanismo, siempre celebró la vida. Buen anfitrión, le encantaba abrir las puertas de su casa a amigos y camaradas y regar las discusiones políticas con vino y cervezas tipo Pilsener. Las celebraciones de sus cumpleaños, la navidad o las reuniones que seguían el conteo de votos para el Reichstag solían extenderse hasta la madrugada. Amaba el arte, la poesía, la música, los idiomas, los viajes, montar a caballo, conocer personas y lugares nuevos. Disfrutaba al máximo de sus vacaciones en las playas de Eastbourne.

En noviembre de 1894 legó una buena suma de dinero al partido alemán a los cuidados de Beber y Singer, a quienes pidió «bebed en recuerdo mío una botella de buen vino». La última carta de la que se tiene conocimiento la dirigió a Laura Marx. Lamentó la «crisis que se aproximaba» en el doloroso «campo de papas» que se le había formado en la garganta. Luego, la despedida: «No tengo la fuerza para escribir largas cartas, así que adiós. Por tu salud, un vaso lleno de ponche de huevo con una dosis de coñac» [13].

Murió el 5 de agosto de 1895 con 74 años. De acuerdo con su «resuelto deseo», sus cenizas fueron lanzadas al mar en Beachy Head, cerca de Eastbourne.

Aquí, en Regent's Park Road, Londres, vivió Friedrich Engels (1820 - 1895)
Aquí, en Regent's Park Road, Londres, vivió Friedrich Engels (1820 - 1895)

Notas

[1] HUNT, Tristam. Comunista de casaca. A vida revolucionária de Friedrich Engels. São Paulo: Record, 2010, p. 273.

[2] ENGELS, F. Contribución al problema de la vivienda: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/vivienda/index.htm.

[3] RIAZANOV, David. Marx y Engels. Buenos Aires: Ediciones IPS, 2012, p. 273.

[4] Engels a Johann Philipp Becker, 15/10/1884.

[5] El tercer volumen fue publicado en Hamburgo en diciembre de 1894, ocho meses antes de la muerte de Engels.

[6] HUNT, Comunista de casaca…, p. 333.

[7] Ídem, p. 335.

[8] Ídem, p. 356.

[9] El East End era el área más pobre de Londres, asociada con enfermedades, hacinamiento y criminalidad.

[10] Ídem, p. 368.

[11] MAYER, Gustav. Friedrich Engels: una biografía [1934]. Madrid: FCE, 1979, pp. 879-880.

[12] La izquierda diario. El joven Engels: https://www.laizquierdadiario.com/El-joven-Engels.

[13] HUNT, Tristam. Comunista de casaca…, p. 388.

*Ronald León Núñez es sociólogo por la Universidad Nacional de Asunción (2009), máster (2015) y doctor (2021) en Historia por la Universidad de São Paulo, Brasil, miembro del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH), colaborador de El Suplemento Cultural y autor, entre otros libros, de Revolución y Genocidio: El mal ejemplo de la independencia paraguaya y su destrucción (Arandurã, 2011) y La Guerra contra el Paraguay en debate (Lorca, 2019).

El historiador Ronald León Núñez, acompañado por Montserrat Álvarez, directora del Suplemento Cultural de ABC Color, brindó detalles acerca de su libro que se presentará hoy a las 18:30 en el Archivo Nacional.
El historiador Ronald León Núñez, acompañado por Montserrat Álvarez, directora del Suplemento Cultural de ABC Color.