Caterina van Hemessen (1528-1587)

Sus retratos se caracterizan por el notable realismo, el clima de introspección e intimidad y los juegos de sombras; sus personajes, que posan generalmente contra un fondo oscuro, y nunca miran al espectador, se muestran serenos y dueños de sí, llenos de mesura y de una discreta y tranquila dignidad, como si trasuntaran ya los valores que estaba difundiendo la Reforma protestante. Siguiendo con la historia de las mujeres pintoras, hoy recordamos a Catharina van Hemessen (1528-1587) en el Suplemento Cultural.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2061

Cargando...

En el siglo XV, la próspera burguesía de los Países Bajos –entonces bajo el dominio de los Habsburgo y conocidos por su riqueza y su floreciente comercio– hizo del retrato su género pictórico favorito, y fue el retrato una de las artes más brillantes, profundas, penetrantes y perfectas de la escuela flamenca.

En ese ambiente vivió Catharina Van Hemessen, nacida en 1528 en la ciudad belga de Amberes e hija de Bárbara de Fevre (cuyo padre era un rico comerciante de esa ciudad) y del pintor manierista (y alumno del gran pintor y grabador flamenco Hendrick van Cleve) Jan Sanders van Hemessen (Hemiksem, c. 1500-Haarlem, c. 1566), del cual presumiblemente fue, además de hija, discípula, conforme a los usos de la época (recordemos la primera entrega de esta serie publicada en el Suplemento Cultural del 17/4/2016, sobre Levina Teerlinc, que también inició sus estudios artísticos en el taller paterno).

Catharina tuvo tres hermanos, también pintores, al parecer, y una hermana, Cristina, que fue música y a la que retrató de veintidós años tocando su instrumento, la espineta, en uno de los pocos, pero importantes retratos que se le atribuyen con certeza.

Su padre, Jan Sanders, gozaba de buena posición económica, a juzgar por los documentos que atestiguan sus adquisiciones de inmuebles y porcelanas, y, además de la pintura, se dedicaba al comercio. Catharina creció en un entorno culto y abierto. Al igual que el propio Jan, en la década de 1540 entró en la corte bajo el patronazgo de la reina María de Hungría, que en ese tiempo era regente de los Países Bajos en nombre de su hermano, el emperador Carlos V. Allí hizo retratos en miniatura de los cortesanos, y en 1548 también se representó a sí misma, ante un caballete: la pintora. pintando. Por este, su único autorretrato, sabemos que Catharina nació en 1528, ya que el cuadro lleva su firma y su edad: veinte años.

Se cree que, luego de contraer matrimonio, a los veintiséis años de edad, en 1554, con el organista de la Catedral de Amberes, Christian (o Chrétien) de Morien, Catharina van Hemessen interrumpió su actividad artística, pues no se han encontrado pinturas suyas fechadas después de aquel año, el de su boda.

Sin embargo, aceptando su invitación, Catharina y Chrétien siguieron a la reina María cuando esta, en 1556, renunció a la regencia y volvió a España, donde nuestra pintora se hizo cargo de la formación artística de las jóvenes damas nobles y donde se sabe que colaboró, pincel en mano, en la creación del Retablo de Tendilla, del Monasterio de Santa Ana.

Al fallecer su protectora, en 1558, asignó como herencia a la pareja una pensión lo bastante consistente como para que pudieran vivir con holgura, y los esposos regresaron a Amberes.

Ahí, en su ciudad natal, Catharina morirá en 1587, a los sesenta años de edad.

Las obras de Catharina van Hemessen catalogadas y certificadas como suyas con total certeza son tan contadas como artísticamente valiosas. Están en el Real Museo de Bellas Artes, Bruselas, la Öffentliche Kunstsammlung, Basilea, la National Gallery, Londres, el Rijksmuseum, Amsterdam, el Wallraf-Richartz Museum, Colonia, el Bowes Museum, Barnard Castle, Reino Unido, el Fitzwilliam Museum, Cambridge, el Baltimore Museum of Arty, Baltimore, y el Cincinatti Art Museum, Estados Unidos (que guarda desde 1953 la predela del Retablo de Tendilla, que adquirió luego de que desapareciera del Monasterio de Santa Ana en 1845 para aparecer en Londres en 1915).

Se cree que las obras de Catharina van Hemessen Retrato de una dama y Retrato de un hombre, pinturas de sendos personajes delgados y de semblantes serios y tristes, podrían ser retratos, respectivamente, de ella y de su marido.

A Catharina, como una de las pintoras en ese momento importantes y vivas, la nombra el escritor y comerciante florentino Lodovico Guicciardini (1521-1589) en su Descrittione di Lodovico Guicciardini patritio fiorentino di tutti i Paesi Bassi altrimenti detti Germania inferiore (1566), y la menciona también, como miniaturista al servicio de la reina María, el historiador aretino Giorgio Vasari (1511-1574) en su Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (Vite de più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, Florencia, 1568).

piccardoandrea@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...