Septiembre: mes de glorias, mes de victorias

Septiembre es un mes de sol y primavera, pero también es un mes de batallas y guerras, nos recuerda en este artículo la profesora Gladys Arias Duarte, que analiza las semejanzas y las diferencias entre las batallas de Curupayty y de Boquerón, libradas ambas en septiembre, de 1866 la primera, de 1932 la segunda.

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Septiembre es, en el hemisferio sur, el mes que trae la primavera con su radiante sol, el estallido de los pimpollos multicolores y perfumados, los revoloteos de los colibríes y las mariposas alrededor de las coloridas y fragantes flores en los jardines y la algarabía y el bullicio de los trinos de las aves canoras, que anidan en el verde follaje de los árboles, llenando el ambiente.

En Paraguay es un mes que resplandece de recuerdos felices de glorias y triunfos brindados por nuestros sufridos soldados a su amada patria en las dos grandes guerras que enfrentó. Mes de hazañas que han marcado la memoria paraguaya con victorias indelebles.

Paraguay enfrentó, como es sabido, dos guerras devastadoras: la que trajo al país la infame Triple Alianza y la del Chaco, contra Bolivia. Aún no estaban restañadas las heridas, seguía presente el luto dejado por la Guerra del 70 cuando hubo que volver a empuñar las armas homicidas para defender nuestra heredad.

LA TRIPLE ALIANZA CONTRA PARAGUAY

Entre las campañas defensivas de la Guerra del 70 encontramos, en primer lugar, la de Humaitá. Corría el año 1866 y las batallas se sumaban: en mayo, las de Estero Bellaco y Tuyutí; en julio, la de Sauce-Boquerón; y en septiembre, las de Curuzú y Curupayty.

No estamos haciendo historia, sino rememorando las batallas que este año cumplen el sesquicentenario, y en especial la victoria más resonante de las armas paraguayas en la Guerra Grande y una de las más perfectas del mundo, la Batalla de Curupayty, con su héroe máximo, el humilde soldado pirayuense, valiente artífice de las trincheras, general José Eduvigis Díaz Vera, el vencedor de Curupayty.

Esta batalla acalló a la alianza invasora, que sufrió cuantiosas bajas, principalmente del lado argentino, y en menor grado del lado de los uruguayos y brasileros, por más de un año. Desmoralizados, hasta abrigaban la esperanza de dar por concluida esa, nada popular, por cierto, guerra fratricida.

Aquel 22 de septiembre, después de varios días de copiosas lluvias, el terreno estaba totalmente anegado. Todo era un esteral fangoso y profundo cubierto por zanjas preparadas como trampa mortal en la que cayeron inexorablemente los conducidos por Mitre. Este sistema de defensa, aprobado por el general Díaz y construido bajo su atenta supervisión, dio su fruto al atardecer de ese mismo día. Al confirmarse la desordenada retirada de las fuerzas aliadas, le tocó el turno al «trompa», sargento Cándido Silva, de dar con su trompeta el toque que anunciaba la completa victoria paraguaya.

La brillante victoria de Curupayty elevó la moral de las diezmadas tropas paraguayas. La canción Patria Querida celebra esa jornada triunfal en una estrofa:

«Libre serás, ¡oh patria amada!,

mientras tengamos el rubí

de nuestra sangre derramada

triunfante allá en Curupayty».

Con mucha razón, el Mariscal López afirmó, con un dejo de amargura, ante la muerte del general Díaz: «El Paraguay acaba de perder a su espada más brillante». Todos sintieron su ausencia.

Esta fue la batalla que acalló y bajó la moral de la tríplice enemiga a tal punto que, como ya se dijo, hasta quisieron dar por terminada aquella guerra.

LA GUERRA DEL CHACO. BOLIVIA CONTRA PARAGUAY

Aunque la Guerra del Chaco había empezado formalmente el 15 de junio de 1932 con el ataque sorpresivo del ejército boliviano al fortín paraguayo Carlos Antonio López, junto a la laguna Pitiantuta, la declaración oficial de guerra fue posterior a la Batalla de Boquerón.

Años antes había tenido lugar un hecho de sangre: en una escaramuza entre paraguayos y bolivianos, murieron el teniente Adolfo Rojas Silva y algunos de sus compañeros de patrulla; lo cuentan los versos de Aháma che china, composición más conocida como Che la reina, del vate verde olivo Emiliano R. Fernández.

La primera batalla de esta guerra sucedió meses después ese mismo año de 1932. Veinte días tardaron los paraguayos en cerrar el cerco y lograr así que los bolivianos, enarbolando la bandera blanca, se rindieran el 29 de septiembre en Boquerón. Nuevamente un pirayuense, entre otros héroes, dio la vida por su país: el capitán Fernando Velázquez.

Va para los héroes pirayuenses nuestro homenaje de eterna gratitud.

SEMEJANZAS ENTRE CURUPAYTY Y BOQUERÓN

Las batallas de Curupayty y Boquerón se libraron ambas en el mes septiembre, en 1866 la primera (que se conmemora el 22), en 1932 la segunda.

La Batalla de Curupayty es una gran victoria paraguaya de la Guerra de la Triple Alianza; la Batalla de Boquerón es la primera gran victoria paraguaya de la Guerra del Chaco.

La Batalla de Curupayty tuvo como consecuencias desmoralizar al enemigo y reconfortar al diezmado ejército paraguayo; la Batalla de Boquerón tuvo como consecuencias detener el avance boliviano y elevar la moral del pueblo y el ejército paraguayos para ir sumando a este los triunfos posteriores.

Tanto en la Batalla de Curupayty como en la Batalla de Boquerón encontramos la presencia decisiva de dos guerreros pirayuenses: el general José Eduvigis Díaz Vera en Curupayty y el capitán Fernando Velázquez en Boquerón.

Ambas batallas son evocadas en sendas composiciones, ambas entonadas como canciones patrióticas en las escuelas y colegios en otras épocas: Curupayty, de Manuel Gamarra, y Boquerón, de Héctor Pedro Blomberg.

DIFERENCIAS ENTRE CURUPAYTY Y BOQUERÓN

Mientras que en conmemoración de la Batalla de Boquerón la fecha del 29 de septiembre fue declarada feriado nacional por decreto del Poder Ejecutivo firmado por el mismo «Presidente de la Victoria», el doctor Eusebio Ayala, sumando así dos los días feriados nacionales dedicados a la memoria de la Guerra del Chaco, la Batalla de Curupayty aún espera que, bajo el título de Día del Valor y del Heroísmo, el 22 de septiembre sea declarado feriado nacional, pues es la fecha de la más resonante victoria paraguaya en la Guerra contra la Triple Alianza, guerra que un solo día feriado nacional evoca. En este año del sesquicentenario de la Batalla de Curupayty, es una deuda de honor recordarla.

Sea este un homenaje a aquellos que cumplieron su deber en una contienda tan desigual y dieron a Paraguay esta victoria en una batalla considerada de las más perfectas del mundo.

BOQUERÓN

Héctor Pedro Blomberg

Paraguayos, herederos del suelo colonial,

un cantar de libertad

bajo el cielo que alumbraba

la gloria de Tupã,

se escuchaba resonar.

Nuestros muertos combatiendo

en su cruz de Ñanduvái

por la tierra ya inmortal.

Sol que arrulla tus riberas

de amor como un cantar.

¡Eres sol de libertad!

¡Victoria! ¡Es nuestra!

Besa el río la ribera

de los verdes naranjales.

Dice un arpa plañidera

el indómito cantar.

También las tumbas lo sabían,

las sombras ardientes que volvían

llevando la última bandera.

¡La que alzaba el Mariscal!

¡Boquerón!, ¡Boquerón!

La victoria vino a mí.

¡Boquerón!, ¡Boquerón!

Nuestra patria así clamó:

«O vencer o morir»

frente a aquel que pretendió,

Paraguay, Paraguay,

tus fronteras invadir.

¡Vencer o morir!

Héctor Pedro Blomberg (1889-1955), dramaturgo, poeta, guionista y periodista argentino hijo de Ercilia López, paraguaya y nieta de Carlos A. López, y del ingeniero argentino de origen sueco Pedro Blomberg, publicó su primer poemario, La canción lejana, en 1912, y desde finales de la década de 1920 comenzó a incursionar en el radioteatro, el sainete y el tango, que le dieron mucha popularidad.

CURUPAYTY

Manuel Gamarra

De lauros coronada, ¡patria mía!,

abre ante el mundo tu admirable historia

y suban a los cielos en este día

épicos himnos en pregón de gloria.

Curupayty de inmarcesible gloria,

do una raza sin par en desventura

con su sangre al morir grabó su historia

y prefirió al deshonor la sepultura.

Manuel Gamarra nació en Lambaré en 1888. Cursó estudios en el Colegio Nacional de la Asunción y en el Seminario Conciliar de la misma ciudad. Se ordenó sacerdote en 1909. En 1913 partió a Europa, a perfeccionar sus estudios teológicos en la Universidad de Lovaina. En 1914, la invasión de Bélgica lo obligó a regresar. Su trabajo más conocido como poeta es Curupayty, aparecido en 1910.

* En septiembre de 1866, la derrota paraguaya parecía inexorable y próxima. Los aliados tenían ante sí un triunfo prácticamente seguro. Nadie, en ninguno de los dos bandos, hubiera creído posible una victoria paraguaya de tan gran magnitud como la Batalla de Curupayty.

* Profesora e investigadora

* Todas las ilustraciones de esta edición del Suplemento Cultural pertenecen a la serie de cuadros sobre la Batalla de Curupayty, ciclo narrativo realizado por el pintor Cándido López entre 1893 y el año de su muerte, 1902.

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