Criptomonedas: ransomware, fraudes y secuestro de datos

La debida regulación del sistema económico integral y la confrontación permanente con nuevos elementos materiales (actus reus) de infracciones fraudulentas, ante la innegable evolución de los medios informáticos, dan cuenta de una criminalidad organizada Pero también hemos de notar que, en la actualidad se han incrementado aquellos renombrados “ciberdelitos” bajo amenazas de un ransomware o secuestro de datos.

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En tal sentido, la finanza global se encuentra amenazada ante nuevas tendencias de estafas y sustracciones de fondos, bajo una articulación común (ciberataques). Esto ocurre a través del gran impacto que se ha comprobado ante la utilización de las denominadas “criptomonedas”, que se han transformado en un hito del sistema económico mundial.

Así, las criptomonedas se han vuelto un interesante objeto digital (de especie monetario), que se vincula a las diversas transacciones desde los medios digitales, complementando una nueva forma de pago y/o de intercambio comercial. No obstante, los últimos informes estadísticos han determinado que son altamente volátiles, lo que podría inferir en la inseguridad económica (a falta de mecanismos preventivos idóneos), puesto que, pueden provocar una caída repentina afectando a los usuarios que decidan invertir en dicho elemento económico.

Asimismo, el método de utilización puede caer en conflicto por alguna avería accidental; al decir, el olvido de la clave de acceso, con lo que se puede acabar en un perjuicio irreversible (tal como ocurriría con la sustracción ilegítima de dichos objetos digitales).

En dicho contexto, debemos reparar en que la inminente ciberdelincuencia también ocupa un parámetro de inseguridad para las criptomonedas, pues bien, la sustracción ilegítima a partir del empleo de la minería de criptomonedas maliciosa, nos demuestra la inversión de dispositivos informáticos para la extracción irregular de dichas monedas digitales.

La nueva era digital concibe este tipo de conductas, como los reconocidos “ciberataques”, que conforman una serie de amenazas permanentes a las transacciones económicas digitales. Asimismo, estos actos se piensan a raíz de lo que se reconoce como infección de un “malware”, que se concreta desde diversas modalidades, como el “scam” que sirve para engañar con las famosas “promociones” para solicitar datos precisos.

No obstante, la lista de infecciones “malware” sigue con el reconocido “gusano informático”, que se utiliza para afectar a los ordenadores, bloqueando el acceso a las comunicaciones.

Así también, el “phishing”, que configura una URL falsa para la obtención de datos sensibles, que luego sirven para suplantar la identidad en cuentas digitales.

En tanto, y retomando el problema principal que se circunscribe a las criptomonedas, podemos advertir que su flexibilidad para adoptar nuevos cambios económicos, generan nuevos riesgos en el ámbito del ciberespacio. Ante ello, surgen otras inferencias, como el “cripto-hacking”, que propicia ciertas estructuras delictuales.

Ahora bien, en el caso de las denominadas “Estafas Ponzi”, a través de supuestas inversiones que terminaron en engaños, nos ha permitido inferir que las criptomonedas resultan sumamente ideales para dicho sistema fraudulento, pues, se va optando por atraer a aquellos inversores que buscan aumentar sus beneficios digitales.

Es por ello que el debido cuidado debe operar bajo mecanismos de control suficientes (programas de cumplimientos idóneos) que logren impedir que las criptomonedas sean funcionales al financiamiento de la criminalidad organizada o a la expansión de la inseguridad económica.

Magister en Ciencias Penales-UNA. Docente Investigador de la Carrera de Derecho de la Universidad Americana. Twitter: @MatiasGarceteP

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