Las advertencias sobre la estabilidad financiera mundial

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los mercados de capital desempeñan un rol fundamental al facilitar captación de fondos y asignación eficiente de recursos. Sin embargo, este papel se ve amenazado por un entorno financiero más restrictivo, acompañado de niveles históricamente altos de deuda soberana, valoraciones infladas de activos y creciente concentración del mercado bursátil global. La combinación de estos elementos elevó considerablemente los riesgos para la estabilidad financiera global, según refiere en su Informe sobre Estabilidad Financiera Mundial (GFSR, por su sigla en inglés), publicado en abril último.

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ABC Color

Uno de los puntos más destacados del reporte es la creciente concentración de los mercados de capital, en particular el mercado accionario. Actualmente, Estados Unidos representa aproximadamente el 55% del mercado global de acciones, muy por encima del 30% que ostentaba hace apenas dos décadas. Esta tendencia de concentración no solo aumenta el riesgo sistémico en caso de una corrección abrupta, sino que también amplifica los efectos de cualquier turbulencia originada en las principales economías.

A pesar de episodios recientes de venta masiva de activos, el FMI advierte que muchas valoraciones siguen siendo excesivamente elevadas, lo que incrementa la probabilidad de correcciones adicionales, sobre todo considerando la incertidumbre persistente sobre el crecimiento económico global.

Deuda pública en nivel récord y con mayor costo

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El informe del FMI señala que la deuda soberana se ha incrementado de manera significativa en la última década, hasta alcanzar el 93% del producto económico mundial. En 2013, este porcentaje era del 78%. Este crecimiento no solo es cuantitativo, sino que también se ha visto acompañado por un incremento en los costos de financiamiento, tanto en términos nominales como reales. Es decir, los países no solo están más endeudados, sino que además están pagando más por mantener esa deuda.

Conforme con datos de statista.com, la deuda pública como porcentaje del Producto Interno Bruto en América Latina y el Caribe en 2010 equivalía al 47,3% del PIB y se mantuvo relativamente estable hasta 2014.

A partir de 2015, comenzó un aumento sostenido que alcanzó su punto máximo en 2020, con un 77,4%, posiblemente como resultado del mayor gasto público en respuesta a la pandemia. Desde 2021 se observa una moderada disminución, con una estabilización en torno al 69% del PIB en los años posteriores. Las estimaciones para el período 2025-2028 prevén una deuda pública que se mantendría entre el 69,7% y 69,9%. Esta evolución evidencia el impacto de crisis extraordinarias, ajustes fiscales posteriores y la persistencia de niveles elevados de deuda, lo que plantea desafíos importantes para la sostenibilidad fiscal en la región.

Dado que los bonos soberanos constituyen la base de los mercados financieros y de capital, cualquier dis- rupción en este segmento podría tener implicancias profundas para la estabilidad global. El FMI advierte que los mercados de deuda pública podrían experimentar episodios de alta volatilidad, especialmente en economías con niveles de deuda elevados y estructuras fiscales frágiles.

En este escenario los mercados emergentes son particularmente vulnerables. Aquellos con mayor riesgo crediticio han registrado incrementos en los diferenciales de sus bonos soberanos, lo que complica sus posibilidades de refinanciar deuda existente o de acceder a nuevos recursos para financiar el gasto público. Las restricciones de liquidez, sumadas a condiciones financieras internacionales más ajustadas, limitan el margen de maniobra de estas economías para responder a shocks externos o necesidades sociales internas.

Desafíos para la gestión de deuda y necesidad de marcos fiscales creíbles

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Ante este panorama, el FMI insiste en la necesidad de implementar estrategias de consolidación fiscal que fomenten el crecimiento y contribuyan a mitigar los riesgos derivados del endeudamiento excesivo. Es de mencionar que en el informe Monitor Fiscal, también publicado por el organismo internacional, se señala como crucial que los gobiernos ajusten sus estrategias de emisión de deuda para no saturar los mercados y, al mismo tiempo, garanticen la solidez operativa de los principales intermediarios financieros.

Para el caso de las economías avanzadas, esto implica moderar el volumen de emisiones de bonos y fortalecer la capacidad de intermediación, tanto de instituciones bancarias como no bancarias. Mientras que, para los mercados emergentes, la prioridad es construir marcos institucionales sólidos y creíbles para la gestión de deuda pública. Esto incluye definir metas claras, establecer estrategias de emisión y rescate, y ajustar adecuadamente la composición en moneda local y extranjera de los instrumentos de deuda.

El FMI resalta que el desarrollo de mercados de bonos líquidos y resilientes es una condición indispensable para evitar que las presiones de financiamiento se transformen en crisis de mayor alcance. Para ello, recomienda promover la compensación centralizada de bonos, reducir los riesgos de contraparte y fortalecer la capacidad de las entidades que actúan como contrapartes centrales.

Asimismo, resulta fundamental que los principales operadores en el mercado de bonos públicos —incluyendo bancos, fondos de inversión y otras entidades financieras— estén dotados de los recursos operativos necesarios para absorber shocks y mantener la fluidez en el mercado.

En cuanto a los mercados emergentes, el FMI enfatiza la importancia de contar con marcos institucionales que no solo inspiren confianza en los inversionistas sino que también respondan de forma eficaz a las necesidades de financiamiento de los gobiernos. La credibilidad fiscal y la previsibilidad en la política de deuda son condiciones básicas para garantizar el acceso a financiamiento en condiciones favorables.

Como herramientas clave, el informe menciona las estrategias de gestión de deuda a mediano plazo que permitan a los países evaluar el perfil de su deuda, analizar su sostenibilidad, planificar refinanciamientos y diversificar sus fuentes de financiamiento, todo ello con un enfoque en minimizar los riesgos y costos.

Además, el desarrollo de mercados internos de bonos públicos puede ofrecer una vía para reducir la exposición a factores externos. La creciente participación de inversionistas institucionales domésticos, como fondos de pensiones y aseguradoras, ha sido clave para contener los costos de financiamiento y mitigar las presiones cambiarias en varios países en desarrollo durante los últimos años.

Este fortalecimiento de la demanda interna, de acuerdo con el FMI, no solo mejora la capacidad de absorción de emisiones gubernamentales, sino que también contribuye a una mayor estabilidad del sistema financiero local. Para lograrlo, es necesario implementar reformas que amplíen la base de inversionistas, mejoren la regulación del mercado de capitales y ofrezcan instrumentos financieros atractivos y diversificados.

En última instancia, el mensaje del FMI es una advertencia pero también una hoja de ruta: actuar con responsabilidad, reforzar las instituciones financieras y anticiparse a los riesgos podría marcar la diferencia entre una recuperación sostenible y una nueva fase de inestabilidad global.

Por tanto, las autoridades monetarias y fiscales enfrentan el reto de mantener la estabilidad financiera sin comprometer la recuperación económica ni agravar los niveles de deuda.

93%

Informe del FMI señala que la deuda soberana se incrementó de forma significativa en la última década, hasta alcanzar 93% del producto económico mundial.

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