Para el organismo, el indicador permite a los usuarios de los datos evaluar los niveles y las tasas de crecimiento de la relación entre el PIB y la mano de obra a lo largo del tiempo, proporcionando así información general sobre la eficiencia y la calidad del capital humano en el proceso de producción para un contexto económico y social determinado, incluidos otros insumos complementarios e innovaciones utilizados en la producción.
En el mismo contexto, los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la producción por hora trabajada en 2025, medidos en dólares internacionales bajo paridad de poder adquisitivo (PPA), revelan contrastes importantes entre los países de América Latina y su comparación con Estados Unidos, referencia global en productividad. En efecto, ese país encabeza el ranking con una productividad por hora trabajada de 81,8 dólares, seguido por Puerto Rico con 63,6 dólares, reflejando el impacto de estructuras económicas más avanzadas, mayor incorporación tecnológica y mercados laborales formales más eficientes.
En el tercer puesto aparece Panamá con 42,9 dólares por hora, liderando entre los países latinoamericanos independientes dada su economía centrada en servicios logísticos y financieros, con altos niveles de inversión extranjera y un entorno favorable para los negocios. Le siguen Uruguay (38,1 dólares) y Chile (34,2 dólares), dos países que han mantenido políticas macroeconómicas estables durante las últimas décadas, así como marcos institucionales más sólidos en comparación con sus vecinos. Argentina ocupa el sexto lugar con 33,4 dólares, mostrando una productividad todavía elevada a pesar de sus constantes vaivenes macroeconómicos. Costa Rica (30,3 dólares) y República Dominicana (27,6 dólares) también se ubican por encima de los 25 dólares, impulsadas por sectores como el turismo, las zonas francas y la inversión en capital humano.
¿Cuál es la situación de los demás países?

Más abajo en la tabla aparecen países con economías grandes, pero históricamente marcadas por desigualdades y baja inversión en capital humano y tecnológico. Cuba alcanza 24,7 dólares, México 22,4 dólares y Brasil 22 dólares, lo que refleja un rezago significativo si se considera su potencial económico y demográfico. Mientras que Colombia y Paraguay se encuentran en la franja intermedia-baja, con 18,9 dólares y 16,4 dólares respectivamente. Le siguen Ecuador (15,8 dólares), Venezuela (15,7 dólares), Guatemala (14,7 dólares) y Perú (13,3 dólares), países que aún enfrentan importantes barreras estructurales, como la informalidad laboral, bajos niveles de inversión en innovación y sistemas educativos poco adaptados a las necesidades del mercado.
En el extremo inferior del listado figuran El Salvador (12 dólares), Nicaragua (9,4 dólares), Bolivia (9,3 dólares) y Honduras (8,1 dólares), con productividades que no superan los 10 dólares por hora, lo que evidencia el bajo valor agregado de sus economías y la urgencia de impulsar políticas de desarrollo productivo.
Paraguay: el desafío de transformar crecimiento en productividad

Paraguay, con una productividad por hora trabajada de 16,4 dólares, se posiciona por debajo del promedio regional y enfrenta un desafío estructural para convertir su crecimiento económico en mejoras sustanciales de eficiencia laboral. A pesar de un desempeño macroeconómico relativamente estable en las últimas dos décadas y de haberse consolidado como un importante exportador agrícola, el país aún no logra capitalizar plenamente ese crecimiento en términos de productividad.
Uno de los principales factores que explican esta situación es el peso del empleo informal, que representa más del 60% de la fuerza laboral. Esta característica limita tanto la inversión en formación de capital humano como el acceso a tecnologías que podrían incrementar el rendimiento por hora trabajada.
Por otro lado, el país enfrenta importantes retos en materia educativa. La calidad del sistema educativo y su desconexión con las necesidades del mercado laboral impiden mejorar las competencias técnicas de la población. Si no se revierte esta situación, Paraguay corre el riesgo de quedar rezagado frente a países que han apostado por la diversificación productiva y la inversión en capital humano. Sin embargo, también existen oportunidades. El proceso de formalización digital impulsado por la Administración Tributaria, especialmente a través de la implementación de la factura electrónica, puede ser un paso clave para aumentar la eficiencia del sector privado y mejorar la trazabilidad de las actividades económicas.
Además, iniciativas para modernizar el sistema financiero y fomentar el acceso al crédito podrían favorecer el surgimiento de pequeñas y medianas empresas con mayor valor agregado. Asimismo, el desarrollo de infraestructura, tanto física como digital, y una mayor apertura a las cadenas globales de valor pueden posicionar al país como un destino atractivo para inversiones que impulsen sectores más productivos, como la agroindustria con transformación local, los servicios logísticos o incluso el software, un rubro incipiente, pero con potencial de crecimiento.
Finalmente, el panorama de la productividad por hora trabajada en América Latina refleja grandes desigualdades que no solo responden al nivel de ingreso, sino también a decisiones estructurales sobre educación, innovación, formalización y modelo de desarrollo. Si bien algunos países como Panamá, Uruguay o Chile han logrado avanzar en este indicador, otros, como Paraguay, aún tienen un largo camino por recorrer.
Cerrar esta brecha será fundamental para transformar el crecimiento económico en bienestar para la población. En el caso paraguayo, también implica una agenda que combine varios aspectos ya citados, solo así será posible avanzar hacia una economía más productiva, inclusiva y competitiva.
Riesgo
Se corre el riesgo de quedar rezagado frente a países que apostaron por la diversificación productiva.
Ingreso
Productividad por hora trabajada en A. Latina refleja desigualdad que no solo responde al nivel de ingreso.
