Es de mencionar que en las últimas dos décadas la inversión pública en América Latina y el Caribe ha mostrado marcadas diferencias entre países y periodos. En el año 2000 el promedio regional era de 4,3% del PIB, con Paraguay en un nivel intermedio de 2,66%, por encima de Argentina (1,34%) y Brasil (2,18%), pero por debajo de Chile (3,65%) y Perú (2,90%), de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Con el tiempo, las cifras reflejaron el impacto de ciclos económicos, reformas y coyunturas fiscales. En 2024, el promedio regional subió levemente a 4,75% del PIB, impulsado por el intento de recuperar el dinamismo de la inversión pública tras la pandemia. Perú lideró con 5,57%, consolidando una política sostenida de infraestructura y servicios. Chile mantuvo estabilidad en torno al 3,66%, mientras que Brasil experimentó una fuerte contracción, cayendo a 0,40%. Argentina mostró una recuperación moderada hasta 2,60%.

Paraguay, en cambio, redujo su inversión al 2,05% del PIB en 2024, retrocediendo frente a su nivel del 2000 y alejándose de los líderes regionales. Aunque en años como 2020 logró acercarse al 4%, la tendencia reciente evidencia un menor esfuerzo inversor, lo que podría limitar su capacidad para cerrar brechas en infraestructura y servicios públicos respecto a otros países de la región.
Otro análisis del BID expone una señal de alerta para Paraguay: el país se encuentra entre los que registran menor retorno económico por cada dólar destinado a inversión pública. La medición se basa en el “multiplicador fiscal acumulado a dos años”, indicador que estima cuántos dólares se generan en actividad económica por cada dólar invertido en infraestructura u otros proyectos públicos.
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En el caso paraguayo, el multiplicador es de 0,5 dólares, por debajo del promedio regional de 1,1 dólares y lejos de economías como Chile (2,7), Colombia (2,4) y Perú (2,0). En términos prácticos, esto significa que, en un horizonte de dos años, el Estado recupera apenas medio dólar en crecimiento económico por cada dólar invertido, mientras que países como Chile obtienen más del doble, reflejando una mayor eficiencia en la planificación, ejecución y control de sus proyectos.
El gráfico comparativo muestra el rezago de Paraguay frente a sus pares latinoamericanos. Solo México y República Dominicana presentan multiplicadores negativos o cercanos a cero. En la desagregación temporal del estudio, el desempeño de Paraguay es bajo en todas las etapas: en el año inicial (t0), genera apenas 0,1 dólares por dólar invertido frente a 0,27 del promedio regional; al cabo de un año (t1), el retorno se torna negativo (-0,1 dólares) frente a 0,67 de la región; recién en el segundo año (t2) alcanza 0,5 dólares, aún por debajo de la media.
Estos resultados sugieren que el país no solo destina pocos recursos a infraestructura, sino que además lo hace con baja eficiencia. Entre las posibles causas se encuentran: debilidad en la selección y evaluación de proyectos, fallas en la gestión técnica y financiera, insuficiente control en la ejecución, escasa coordinación interinstitucional y limitada capacidad institucional en el ámbito subnacional, donde buena parte de la inversión depende de los gobiernos locales.
Pérdidas en el gasto público

Asimismo, y de acuerdo con cálculos del BID, Paraguay, presenta un nivel de ineficiencia técnica del gasto público equivalente al 3,9% del PIB, ubicándose por encima de países como Chile (1,8%), Perú (2,5%) o Guatemala (2,7%), que exhiben una gestión más eficiente de los recursos. Aunque se sitúa por debajo del promedio de América Latina y el Caribe (4,4%), el dato resulta preocupante, lo que magnifica el impacto de estas ineficiencias en la economía.
El principal foco negativo se encuentra en las transferencias mal focalizadas, que representan la porción más alta de la ineficiencia, seguidas por el malgasto en remuneraciones a empleados y en compras públicas. Esta situación refleja deficiencias en la focalización de los programas sociales, filtraciones que desvían recursos hacia beneficiarios no elegibles y una gestión de personal que no maximiza la productividad del gasto.
En el contexto regional, Paraguay no solo se ve superado por países con mejores prácticas de control y asignación del gasto, sino que además enfrenta el desafío de corregir distorsiones que afectan la efectividad de sus políticas públicas. De no mejorar estos indicadores, el margen para ampliar inversiones estratégicas y responder a contingencias económicas seguirá siendo limitado.
Finalmente, Paraguay enfrenta un reto evidente: optimizar la eficiencia del gasto público, no solo mediante un aumento de la inversión, sino priorizando aquellos proyectos con mayor impacto y fortaleciendo las capacidades institucionales. Un marco más transparente, con mecanismos de evaluación previa y un control riguroso de la ejecución, puede incrementar significativamente el retorno económico de la inversión pública.
Diferencia entre países
En las últimas dos décadas, la inversión pública en América Latina y el Caribe ha mostrado marcadas diferencias entre países y periodos.

