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Al examinar la tasa de fecundidad de mujeres de 15 a 44 años con relación a los años de estudio, se observa que la mujer cuanto más se capacita, menos hijos tiene, y la tendencia va bajando, tal como revela el estudio realizado por la organización Centro Paraguayo de Estudios de Población (Cepep), que compara la fecundidad de las mujeres paraguayas entre los años 1995 y 2008.
Aquellas con 0 a 2 años de estudio, entre los años 1995 y 1996, tenían unos 6 hijos frente a las que contaban con 12 y más años de formación, quienes tenían solamente de 2 a 3 hijos.
Más de una década después, la situación terminó por marcar una gran diferencia, al menos en aquellas mujeres con inferior años de estudio, quienes tenían en promedio 2 a 3 hijos menos que años anteriores y aquellas con más preparación académica, se mantenían dentro de las preferencias de 2 niños. Necesariamente cuando desciende la cantidad de hijos, libera el tiempo disponible para destinarlo a otras actividades.
Aumentó formación de mujeres del área rural
En estos últimos años, las personas que ingresaron al sistema educativo, principalmente de las zonas rurales, han aumentando de manera importante, tanto en la educación escolar básica como en la educación media, con una alta participación de las mujeres. En la última década, la participación de las mismas en la educación terciaria se ha convertido en un poderoso factor de ascensión social.
Los datos de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), que incluyen a todas las facultades y carreras de esta casa de estudios, muestran que entre los postulantes, ingresantes, además de matriculados y egresados, la cantidad de mujeres ha sido superior a la de los hombres.
Al considerar los años 2005 y 2014, se postularon 15.708 más mujeres que hombres, así como 7.545 más en calidad de ingresantes. En cuanto a los estudiantes matriculados, las mujeres siguieron siendo superiores en 25.545 frente a los hombres, replicando la diferencia entre los egresados por las 6.346 mujeres que estuvieron por encima de los hombres.
En cuanto al acceso a las carreras universitarias dentro de la UNA, la diferencia entre las cursadas tradicionalmente por hombres y no por mujeres, sigue siendo un gran desafío, pese al avance que se ha registrado en los últimos años. Al respecto, los datos de 2014 muestran que en todas las facultades como en las de derecho, ciencias sociales, ciencias médicas, económicas, químicas, odontología, filosofía, veterinaria entre otras, las estudiantes son mayoría, a excepción de la facultad de ingeniería, ciencias agrarias y la facultad politécnica, donde los hombres lo siguen siendo.
Mejor desempeño por características culturales
Si se analiza el comportamiento de las mujeres en el periodo educativo terciario podrían explorarse las razones del mejor desempeño de las mismas. Una posible vía de explicación son algunas de las características culturales de la crianza, como la presión social que tradicionalmente ha estado sobre las niñas y adolescentes mujeres: buen rendimiento escolar, altos niveles de responsabilidad, mientras que los hombres suelen disponer de un margen de libertad mayor con tolerancia en su rendimiento académico y menores niveles de responsabilidad.
Esta fase educativa demuestra que cuando las mujeres llegan a la universidad y se insertan al mercado laboral, terminen capitalizando todas las prácticas positivas mencionadas anteriormente.
En otras palabras, las mujeres llegan a la etapa laboral bien formadas y sobre todo con atributos que son muy adecuados en ciertos segmentos como en los de comercio y servicios. Por lo tanto, la vía principal de entrada al mercado laboral, que años atrás era el servicio doméstico, se diversifica de manera considerable hacia el comercio y los servicios.
En este proceso de mayor acceso a la educación, la mujer ha modificado su patrón tradicional de rol reproductiva que se asociaba a quedarse en la casa o a cuidar a los niños y salta a una serie de oportunidades, incidiendo en las decisiones de las mujeres, principalmente de las zonas urbanas, quienes retrasan la nupcialidad y la cantidad de hijos bajo la premisa “no quiero que mis hijos vivan las limitaciones que yo viví de niña o de adolescente, por lo que decido tener menos hijos, pero con la orientación de brindarles una mejor calidad de vida”.
Participación de la mujer dentro de la economía
De un total de 5.460.572 de personas en Edad de Trabajar (PET), la mitad son mujeres, siendo la Población Económicamente Activa (PEA) de 3.415.655 personas, de las cuales, el 40% (1.380.821) son mujeres y el resto hombres. Los datos revelan también que la Población Económicamente Inactiva (PEI) arrastra al 67% de las mujeres, en total, 1.346.433 de las 2.004.138 consideradas dentro de la categoría, existiendo más mujeres en esa condición, tanto en las zonas urbanas (788.629) como en las rurales (557.804). En tanto que existen más hombres ocupados, alrededor del 60% frente a las mujeres que se encuentran trabajando.
En las zonas urbanas se registra a 863.535 mujeres trabajando frente a 1.143.935 de hombres con empleo. En localidades rurales, la situación es similar, existen más hombres (788.796) con trabajo frente a las mujeres (413.739).
Estos indicadores revelan que pese a existir una cantidad igual a hombres y mujeres en edad de trabajar, la inequidad en el acceso a un puesto laboral sigue presentándose con una brecha muy importante.
Con relación a la población ocupada, según categoría, las mujeres, en cantidad, son menos si se las considera dentro del grupo de trabajador por cuenta propia, empleador o patrón y empleado u obrero privado. Mientras que en la condición de empleado doméstico y empleado u obrero público, las mujeres figuran en mayor cantidad.
Además, si se mira por sector económico, los hombres lideran en las actividades primarias (agricultura, ganadería, caza y pesca) y secundarias (industrias manufactureras, construcción, minas y canteras), no así en la terciaria, donde las mujeres son 6.5% más, es decir, 979.286 frente a los 919.593 hombres que trabajan en este sector como electricidad, gas y agua, comercio, restaurantes y hoteles, transporte, almacenamiento y comunicaciones, finanzas, seguros, inmuebles, servicios comunales, sociales y personales.
Importante diferencia en salarios
Pero lo más resaltante de todos los datos es la diferencia existente en el ingreso mensual de hombres y mujeres. En todas las categorías, los valores perciben un salario superior a lo que reciben las mujeres. Un empleado u obrero público, tiene un promedio de G. 3.660.000 por mes, frente a lo que gana una mujer de G. 3.129.000.
Mientras que un empleado u obrero privado cuenta con un salario de G. 2.243.000 y una mujer de G. 2.063.000. En el caso de un empleador o patrón, el hombre cuenta con una remuneración de G. 6.226.000 y la mujer de G. 4.677.000.
Cuando los datos se centran en la categoría de trabajador por cuenta propia y empleado doméstico, la diferencia salarial sigue siendo importante. Sin embargo, se observa una mayor cantidad de mujeres en el sector terciario, mientras que los hombres dominan el primario, la agricultura, y el secundario, la industria.
Pese a algunos avances analizados y descriptos de la mujer dentro de la sociedad paraguaya como los procesos calificados de positivos, aún las desigualdades con los hombres a nivel social, académico, laboral, siguen siendo una gran problemática y por tanto, forma parte de uno de los desafíos más importantes para el país, considerando, sobre todo, el aumento de capacidad productiva que han experimentado las mujeres en los últimos años y su rol protagónico en el proceso de desarrollo y crecimiento del país.
* En la última década la participación de las mujeres en la educación terciaria se convirtió en un poderoso factor de ascensión social. Datos de la UNA, muestran que entre los postulantes, ingresantes, además de matriculados y egresados, la cantidad de féminas ha sido superior a la de los hombres.
* Recientes datos muestran que en todas las facultades de la UNA como en derecho, ciencias sociales, médicas, económicas, químicas, odontología, filosofía, veterinaria, las mujeres son mayoría, a excepción de ingeniería, ciencias agrarias y politécnica, donde varones siguen siendo mayoría.
* Por sector económico, los hombres lideran en actividades primarias (agricultura, ganadería, caza y pesca) y secundarias (industrias manufactureras, construcción, minas y canteras), no así en la terciaria, donde las mujeres son más, en rubros como electricidad, gas y agua, comercio, restaurantes y hoteles, comunicaciones, finanzas y seguros.