Necesidad de trazar hoja de ruta que trascienda los gobiernos

Un decreto firmado el 16 de diciembre de 2014 (N° 2794) pareciera marcar la puesta en vigencia del Plan Nacional de Desarrollo 2030 (PND 2030), un documento estratégico que facilitará coordinar acciones en las instancias sectoriales del Poder Ejecutivo, así como con diversos niveles de Gobierno, sociedad civil, sector privado y, eventualmente, los poderes Legislativo y Judicial.

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Es un instrumento que abre el camino para cumplir con la orden constitucional establecido en el Artículo 177 cuyo mandato estipula: “Los planes nacionales de desarrollo serán indicativos para el sector privado, y de cumplimiento obligatorio para el sector público”. Es el producto de un amplio proceso de consultas en reuniones y talleres realizado en diez departamentos que arrancó en 2008 con participación de más de 2.000 referentes del gobierno central, gobiernos subnacionales, sociedad civil, sector privado y referentes de la academia. La idea es construir una nación al 2030 inspirada en la visión de que el Paraguay es un país competitivo, ubicado entre los más eficientes productores de alimentos a nivel mundial, con industrias pujantes e innovadoras, que empleen fuerza laboral capacitada, proveedor de productos y servicios con tecnología, hacia una economía del conocimiento; con índices de desarrollo social en el rango más alto de Sudamérica; conectado y abierto a los vecinos y al mundo; ambiental y económicamente sostenible; con elevados índices de seguridad jurídica y ciudadana; con atención a los pueblos indígenas, fuerte protagonismo de la mujer; con jóvenes visionarios y entrenados liderando el país; con un Estado democrático, solidario, subsidiario, transparente, y que promueva la igualdad de oportunidades. Será necesaria una amplia alianza entre un gobierno abierto, empresas privadas socialmente responsables, y una sociedad civil activa cuyos representantes tengan la suficiente capacidad para ser contralores eficientes de un plan tan complejo que requerirá de tres gobiernos indefectiblemente interconectados unos con otros, cualquiera sea el partido político administrador, para que los programas tengan continuidad en el tiempo.

Una mirada optimista a esta propuesta nos permite esperar un resultado auspicioso en el horizonte fijado, considerando dos factores fundamentales que hoy forman parte de nuestra realidad: 1) La construcción de una estabilidad macroeconómica que ya tiene una proyección de tres periodos presidenciales de la mano de instituciones manejadas con mayor profesionalismo; principalmente, aquellas responsables de confeccionar políticas fiscales y monetarias. 2) El cambio de actitud de la sociedad paraguaya caracterizada históricamente por la apatía, la inacción, el silencio, y que hoy se muestra mucho más vigilante y exigente con la transparencia, capaz de escrachar al más pintado político cuando saltan escandalosas maniobras con fondos públicos y que a la hora de medir sus efectos solo se traducen en la postergación de mejores días para miles de compatriotas.

Nos falta y mucho, principalmente por la debilidad institucional que tenemos. Empero, hay señales de madurez que permitirán cimentar este proceso que, sin dudas, no parte de cero.

Las políticas públicas para construir el Paraguay de 2030 se concentrarán en tres grandes ejes estratégicos: a) reducción de la pobreza y desarrollo social, b) crecimiento económico inclusivo, c) inserción del país en el mundo en forma adecuada. En esta entrega, compartimos con nuestros lectores los aspectos más significativos del PND 2030.

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