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En un mercado competitivo, en auge por sus grandes edificaciones, el rol de las desarrolladoras resulta de gran valor porque son parte principal de la cadena que posibilita un crecimiento más ordenado y sostenido en términos de inversión en ladrillo.
Más torres de oficinas, shoppings, complejos habitacionales y un mix de productos pueden apreciarse a lo largo de las avenidas capitalinas y en ciudades del interior. Son fruto de un proceso riguroso, protagonizado por arquitectos, ingenieros, economistas, analistas, developers (promotores), abogados, que componen la estructura de una empresa desarrolladora.
Esta tiene la tarea de liderar un análisis, fomentar una idea, planificarla, ejecutarla y brindar el asesoramiento necesario en todo lo que compete a la estrategia de comercialización y financiamiento. En algunos casos, la firma se encarga de todas estas etapas, incluyendo la puesta del capital; en otros, se ocupa netamente de diseñar y vender la propuesta arquitectónica, consiguiendo inversores varios para su concreción.
Así, en Paraguay suman los ejemplos que bajo este concepto proyectan y ejecutan emprendimientos inmobiliarios de diversos tipos en Asunción y en el interior del país. Este panorama promovió en 2013 la creación de la primera Cámara Paraguaya de Desarrolladores Inmobiliarios (Capadei), integrada por 18 empresas del rubro, que apuntan especialmente a proteger el sector de bienes raíces y a promocionar a esta industria. El titular del gremio, Víctor González Acosta, también presidente de Capitalis Desarrollos Inmobiliarios, responsable del arribo del World Trade Center (WTC) al país, agrega que lo que comenzó como un movimiento de desarrolladores locales fue tomando fuerza con el desembarco de otros de capital extranjero.
Según datos manejados por esta organización, entre 2013 y 2015 la capital sumará 600.000 m2 mediante diversos planes arquitectónicos, que emplean en forma directa a 18.000 personas y que equivalen a más de USD 600 millones en inversión.
Para González Acosta, los buenos resultados económicos en la última década impulsaron este negocio, destacándose la construcción de viviendas en altura, estructuras de servicios corporativos y comerciales.
Experiencia. “El desarrollador de hoy detecta y crea un negocio con el conocimiento de que lo que está haciendo será útil”, manifiesta Gonzalo Codas, director de IPI Real Estate, una joven firma del rubro que junto con conjuntos empresariales tiene a su cargo los proyectos de Torre Aviadores, edificios Miranda, Salamandra y Murano, complejo Malena, que contabilizan más de USD 40 millones, entre otros.
Codas sostiene que el sector tiene el desafío de profesionalizarse, impulsar proyectos que perduren en el tiempo y cuidarlo. “Debemos ser celosos de nuestro mercado, de tal manera que los negocios sean de utilidad a la sociedad”, afirma.
El nivel de equilibrio que se observa en los metros cuadrados que se erigen es muy efectivo, refiere el arquitecto y presidente de Itasa Constructora, Ramón Orué. “Todo conduce a que irá hacia arriba, a un ritmo favorable y óptimo”. Itasá encabeza el moderno complejo Blue Lagoon Amambay, de 84 ha, en actual estado de construcción y venta en Pedro Juan Caballero, con una inyección de USD 90 millones.
Entre los desarrolladores de inmuebles que operan a nivel nacional resaltan, además, Fanal SA, Blok SA, Gustavo Masi Constructora, Gómez Núñez SA, Gustafson & Asociados, Romañach & Mercado Arquitectos, Boulevard SA, Codas Vuyk, Inmobiliaria Hispano Paraguaya, Paraguay Development SRL, JBM Proyectos Inmobiliarios, Delgado Arquitectos, InverfranPY, Gonu SA, Tierra Alta y Blue Tower Paraguay.
18.000 fuentes de trabajo fueron generadas
600.000 m2 construyen en tres años, 18 desarrolladoras