Efecto alcancía

Si de niños almacenábamos en la alcancía las monedas que nos sobraban, probablemente seamos adultos a la espera de que quede algo que ahorrar, a lo que la economista Gloria Ayala Person llama “efecto alcancía”. Advierte que de este modo es posible que jamás desarrollemos el verdadero hábito del ahorro y terminemos endeudándonos para gastar más allá de nuestros ingresos.

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El ahorro no debe resultar de lo que sobra ni ser una opción cuando se puede, sino una prioridad. Es decir, debe ser la primera cuenta abonada al recibir el salario, porque tras todo un mes de trabajo, es la única parte del dinero previsto a futuro, ya que el resto es para los demás. “Por lo tanto, me merezco que, al menos, el 10 % de lo que gano se convierta en mi respaldo ante imprevistos”, indica Ayala Person.

La experta en finanzas personales sugiere guardar como mínimo el 10 % de los ingresos mensuales, porcentaje ideal para quien desde joven decide adquirir este hábito y transformarlo en inversión. Sin embargo, para quien ahorre recién a los 40 años, el porcentaje deberá ser mayor porque los años de vida productiva futura serán inferiores a aquellos sin ingresos activos (jubilación).

El ahorro no debe circunscribirse solo a quienes perciben mayores ingresos. Justamente, quien menos gana es quien más lo necesita para afrontar eventuales imprevistos; de lo contrario, tendrá que incurrir en una deuda y asumir sus costos financieros.

El primer objetivo del ahorro debe ser alcanzar el equivalente a tres meses de ingresos mensuales. Esto servirá de “colchón” por si más adelante las cosas no salgan bien.

Tus ingresos no dependen de qué querés, pero los gastos son tus esclavos, cuyo control total tenés, pero se requiere esfuerzo, perseverancia y disciplina.

Gastos superfluos son aquellos en los que incurrimos mensualmente por gusto o diversión, pero no deberían superar el 10 % de los ingresos netos.

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