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Años de trayectoria en el rubro de las microfinanzas enfocada en el sector rural y agrícola llevaron a los directivos de Financiera El Comercio SAECA a notar que mucha gente no calificaba para obtener un crédito. “Teníamos la certeza de que, con un pequeño apoyo, la vida de estas personas podría cambiar significativamente. Tuvimos que elegir entre la tecnología del microcrédito solidario o de la banca comunal. Elegimos la última porque permite a sus beneficiarios desarrollar su potencial”, indica Teresa de Velilla, vicepresidenta de la entidad.
La banca comunal no solo da un crédito, sino que suma aspectos como el ahorro, la asociatividad, la solidaridad, el empoderamiento femenino y la educación financiera, propiciando una transformación integral de las personas.
Silvia de Méndez, directora titular, explica que la banca comunal está compuesta por grupos de 10 a 30 asociados que no calificarían en el sistema financiero formal; en su mayoría mujeres que viven en extrema pobreza. Los socios administran y se apoyan mutuamente en un pequeño banco, en el que cada miembro es garante de cada crédito; por eso predominan los conceptos de responsabilidad, solidaridad y trabajo en equipo.
“Un programa piloto inició en 2008 con la oenegé Plan Paraguay. La meta fue desarrollar un proyecto de microfinanzas inclusivas que integrara servicios financieros y sociales de manera sostenible para mejorar las condiciones de vida de las familias pobres. El objetivo era formar 200 bancas comunales con 5.000 socios, lo que fue superado”, menciona Teresa.
Además de mejorar la capacidad financiera o empresarial de los beneficiarios, el programa fortalece la autoestima y la seguridad en la toma de decisiones. En lo familiar, afirma el relacionamiento entre cónyuges e hijos y disminuye la migración, conforme a las referencias.
Según Teresa, la financiera apuesta a extender los servicios financieros y no financieros a los segmentos de menores ingresos. Para la masificación del producto tienen el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del BID. El proyecto se desarrolla en Central, Alto Paraná, Caaguazú, Guairá, Canindeyú, San Pedro, Concepción, Amambay, Ñeembucú, Itapúa, Misiones, Paraguarí y Caazapá.
La aspiración es llegar a 3.400 bancas comunales, bancarizando a 50.000 personas mediante servicios financieros de crédito y ahorro en cinco años. Además, se busca que el 75 % de los beneficiarios sean mujeres y que más del 60 % de las bancas comunales activas estén en áreas rurales.
“Para 2013 nos marcamos objetivos de crecimiento muy ambiciosos, tomando el tema de inclusión como eje principal y transversal a todas las áreas de la financiera. Tenemos el compromiso de vivir la responsabilidad social empresarial como una forma de gestión. El premio de la ADEC nos incentiva a seguir buscando alternativas para la inclusión financiera”, concluye Teresa.
Caso exitoso
Hay muchos testimonios que prueban el impacto del programa. Uno de ellos es el de María Soledad Riveros, quien durante dos años fue tesorera de la banca comunal Mbocaya Poty, atendida desde la sucursal de Caaguazú de Financiera El Comercio. Como socia del grupo, accedió a créditos que utilizó para costear sus estudios. Pagaba sus créditos con el dinero que ganaba en la pequeña despensa que administraba con su madre. Con mucho esfuerzo obtuvo el título de licenciada en Matemáticas y Lengua Guaraní. Tras todo este proceso, la financiera la contrató como oficial de bancas comunales, teniendo ella una excelente gestión. Hoy ayuda a sus hermanos a cursar la universidad.
1,2 millones de dólares se ha invertido desde el inicio del programa hasta diciembre pasado.
20 mil son los beneficiarios del programa de banca comunal, que incluye principalmente a mujeres.
1,1 millones de dólares es la suma que se destinará para masificar el producto con el apoyo del Fomin.