El día en que el mundo se manejará solo

No falta tanto. Según Brad Templeton, antes del fin de la actual década habrá autos sin conductores esperando la luz verde del semáforo en cualquier esquina.

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Los vehículos autónomos ya circulan por California, Florida, Michigan, Nevada y otros territorios de los Estados Unidos. En forma experimental y limitada, pero circulan.

Transitan en calles públicas, amparados por leyes especialmente promulgadas, o inmiscuidos en el vacío legal de Estados que no prevén como infracción, por ejemplo, conducir un auto sin apoyar las manos en el volante o el pie en el acelerador.

En general, se tratan de automóviles comunes —un Toyota, un Audi, un Lexus—, modificados con software de Google para que el ocupante pueda soltar los comandos y dejarse llevar. Pero también hay pequeños vehículos que están empezando a rodar sus primeros kilómetros sin intervención humana, vacíos de conductor, “100 %”, como los define su fabricante, Google, el nuevo actor en la industria automotriz.

¿En qué desembocará todo esto? ¿Quedarán las calles a merced de los robots? ¿Desbancará Google a los tradicionales ensambladores de automóviles?

Brad Templeton, el genio del software desde los inicios de la PC y asesor durante dos años del equipo de vehículos autónomos de Google, escribe e investiga sobre el futuro del transporte automatizado en el blog Robocars.com y pasa buena parte de sus conferencias alrededor del mundo tratando de responder esas preguntas.

¿Cuál será realmente el impacto de los vehículos autónomos? Probablemente, mayor de lo que podamos imaginar. Creo que no somos enteramente conscientes del enorme lugar que los automóviles y el transporte ocupan en nuestras vidas. No me refiero solamente al lugar físico. Hoy, si sumamos los metros cuadrados que se devoran las calles, los garajes y las playas de estacionamiento, la mitad del territorio de las ciudades pertenece a los autos, y con ese solo dato bastaría para darnos una idea de la dimensión de este asunto. Pero hablo también de otra clase de papel que juegan los autos. Actualmente permitimos que nos dañen o maten en grandes números. Más de un millón de personas mueren todos los años en accidentes de tránsito y millones más resultan heridos. También aceptamos que consuman nuestra energía. Un 25 % de la energía del planeta va destinado a vehículos, y ni hablar de la polución, el efecto invernadero y otros perjuicios colaterales. Si logramos combinar el automóvil y la computación para generar la misma clase de innovación que hemos visto con internet y la informática, y trasladamos eso al transporte y lo hacemos extensivo al mundo entero, estaremos presenciando un avance revolucionario para la humanidad.

¿Qué industrias serán las que más sentirán el impacto de esta revolución? En primer lugar, aunque no exclusivamente, la automotriz, por supuesto. Habrá ganadores y perdedores, y quedarán víctimas en el camino. Cuando un mercado experimenta un brusco cambio tecnológico, no todas las grandes compañías de ese rubro logran sobrevivir al sacudón. ¿Cuántos de nosotros seguimos usando cámaras Kodak, a pesar de que fue esa empresa la que impuso las reglas en la fotografía durante muchos años? Pero esto excederá por mucho a los fabricantes de autos. Impactará en la industria del transporte terrestre, la de la energía y los combustibles, la de los servicios financieros relacionados con los seguros de automóviles o los préstamos para adquirir vehículos... Los actores de todos estos rubros se encontrarán con un mundo totalmente nuevo. Las automotrices que sobrevivan van a verse a sí mismas produciendo autos muy diferentes de los que fabrican hoy y, al mirar por la ventana, verán a otro tipo de empresas fabricando esos vehículos.

¿Cuánto afectará todo esto la vida de la gente? La afectará, principalmente, en términos de tiempo, que es el activo más valioso. Ya no serán las personas, sino los robots quienes transportarán las cosas de un lugar a otro. Usted podrá pedirle a su móvil autónomo que vaya a la tienda de zapatos y le traiga seis pares. Usted se los probará, abonará uno por internet y devolverá los otros cinco sin perder el tiempo de trasladarse hasta el punto de venta. En los Estados Unidos, la gente conduce una hora por día, en promedio, y ese número se multiplica varias veces en las ciudades más pobladas del planeta. Es enorme la cantidad de tiempo que la gente productiva destina a estar detrás del volante, y de eso nos vamos a liberar.

¿Cuándo veremos estos nuevos autos como algo común en las calles? Resulta difícil determinarlo. Aún no hay fecha clara. Estimo que sucederá cuando exista la certeza de que son lo suficientemente seguros como para alejar cualquier temor de la población. Eso sucederá más pronto de lo que imaginamos. Antes del fin de la década deberíamos verlos, sin duda. Quizás se popularicen primero en la localidad de Mountain View, California, donde está radicada Google, o en alguna otra ciudad que albergue la sede de una gran automotriz. Posiblemente, también en Alemania. Lugares muy específicos. Esa será la primera etapa y, más tarde, la innovación se extenderá al resto del mundo, en el que la implementación resultará más difícil. Para ser sinceros, hay muchos más problemas para conducir en una ciudad como México DF que en un Estado como California. Instalar esta tecnología va a llevar más tiempo en las ciudades de mayor densidad de población y con problemas de tránsito más complejos.

Al fin y al cabo, ¿será un logro de la industria automotriz o de la tecnología informática de Silicon Valley? Buena pregunta. Yo veo al móvil autónomo más parecido a una computadora que a un auto. De hecho, empiezo a vislumbrar un mundo en el que la infraestructura vial ya no esté determinada por agentes físicos, sino por software. Cuando todos los autos sean robots, podremos enviarles una señal que diga: “Son las 3 PM, todos deben irse ahora”, y todos realmente se irán. Así, la calle quedará libre con gran rapidez. También podremos enviar una señal que diga: “Todas las rutas, o un alto porcentaje de las rutas de ingreso a la ciudad, serán de una sola mano a la mañana y de la mano contraria a la tarde”. Además, al poder colocar los vehículos autónomos muy cerca unos de otros, será posible —al menos en teoría— hacer transitar 15 veces más autos que ahora en una misma ruta. No sucederá en el corto plazo, porque solo será factible cuando todo el parque automotor haya migrado hacia los robots, pero el panorama es alentador: podremos tener 15 veces más vehículos sin necesidad de construir nuevas rutas. Realmente, no hay límites respecto de la posibilidad de mejoras, incluso en las ciudades más transitadas del planeta. Si existe la voluntad política y el impulso privado, y no hay corrupción, es posible hacer realidad esta iniciativa en cualquier parte.

¿Existen obstáculos legales que puedan interponerse en el camino? Desde luego. Siempre está presente el temor de que las máquinas nos lastimen. La clave reside en la experiencia. Cuantos más kilómetros recorran los vehículos autónomos, más información tendremos acerca de cuán seguros son. Además, está la zona gris de los tribunales. Existe la posibilidad de que mientras un accidente determinado, causado por un conductor humano, prevé una pena de USD 5000, el mismo accidente, provocado por un robot, desate una demanda contra la compañía fabricante por USD 10 millones. En ese caso estaríamos ante un problema. Tiendo a pensar, sin embargo, que los obstáculos legales no son tantos ni tan graves como la gente cree, porque —aunque pueda sorprendernos— los Gobiernos están aceptando la idea, compartiendo la visión de que estos avances pueden ayudar a resolver problemas de transporte, salvar vidas y ahorrar energía. Ciudades y Estados de todo el mundo están dictando leyes que buscan alentar a las empresas a instalarse allí y desarrollar en ese lugar estas tecnologías.

Otro posible frente de conflicto es el laboral. ¿Cuál sería el panorama para conductores de taxis, camioneros y choferes? No hay un panorama demasiado feliz para ellos, y en este tema sí enfrentamos realmente un problema. Habrá gente desplazada de su puesto de trabajo, sin duda. Las empresas que están diseñando estos robots no están pensando en reemplazar a los conductores profesionales, sino a los amateurs, como usted y yo, pero resulta inevitable imaginar que, tarde o temprano, los profesionales también se verán amenazados. Sin embargo, de lo que estamos hablando es de mejorar la realidad para todos e, incluso, salvar vidas. No creo que alguien sea capaz de decir que los choferes deberían conservar su puesto a un costo de un millón de vidas por año. Además, para ser sinceros, conducir un taxi no es un oficio que alguien, de niño, desee para su futuro. Es una actividad que la gente elige cuando no tiene algo mejor, porque requiere de habilidades básicas y permite ganar dinero con rapidez. Así que a nadie le estaremos destruyendo los sueños y cualquier individuo que hoy cumple esa tarea estará en condiciones de realizar otras actividades. El caso de los camioneros es distinto. En ese rubro sí hace falta un poco más de capacitación. Según entiendo, en los Estados Unidos hay tres millones de camioneros. Lamentablemente, lo que pienso es que, con el tiempo, tendrán que dedicarse a otra cosa.

¿De cuánto tiempo estaríamos hablando? Lo ignoro, pero lo que sí sé es que el cambio no va a empezar por los camiones. Los desarrolladores apuntan a poner a prueba primero los automóviles de pasajeros, porque son conscientes de que, a pesar de todos los esfuerzos que hagan, es imposible llegar a la perfección y siempre habrá accidentes; como es obvio, es mucho mejor tener un accidente con un auto pequeño que con un camión de transporte semirremolque. El momento llegará, sin embargo, en que se automatice también el tránsito pesado y, entonces, habrá seguramente muchas advertencias, con suficiente tiempo, para ayudar a la gente a capacitarse para otras tareas. Hay que tener en cuenta, además, que este no es el único terreno en el cual las máquinas van a cambiar la forma en la que trabajamos y las labores que realizamos. La gente debe reconocer que, en todos los ámbitos, las carreras en un determinado puesto o profesión van a durar cada vez menos tiempo.

Fuente: HSM Group // www.wobi.com

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